¿Se puede ser 100% feminista en la vida cotidiana? ¿Qué implicaría esto?
Muchas veces, recibo correos o comentarios de mujeres desesperadas porque dicen no poder obedecer un 100% a las "normas" feministas: se depilan, se pintan, se ponen tacos altos... Y lo peor de todo: les gusta.
Entonces, ¿cómo sería ser feminista en lo cotidiano? ¿Es posible, factible, deseable?
La primera respuesta que se me ocurre, es que decir que existe una "norma" feminista es un error conceptual, y garrafal.
Si nos limitamos a la depilación, el feminismo no dice que las mujeres no tienen que depilarse.
El feminismo lucha precisamente contra todo tipo de normas, de mandatos sociales, de imposiciones. Sea en un sentido o en otro. Con lo cual, lejos está del feminismo decretar qué hay que hacer y qué no hay que hacer para vivir de manera realmente acorde a sus principios.
El feminismo no critica las acciones personales: critica las normas sociales.
Sobre la depilación, el feminismo critica la norma impuesta a las mujeres de depilarse. Critica el hecho de que si no se depilan, las mujeres serán despreciadas, rechazadas, criticadas, miradas con asco, juzgadas, por una sociedad (varones y mujeres) machista que impone normas muy severas sobre el cuerpo de las mujeres (
mucho más que sobre el cuerpo de los varones).
Pero de ninguna manera el feminismo juzga a las mujeres que se depilan. Ni tampoco a las mujeres que se matan a dietas, o se pintan mucho, o usan faldas muy cortas, o se ponen tacones muy altos, o posan desnudas en revistas, o se operan las tetas o se ponen botox. Por dos razones:
- Primero, porque no se puede exigir a las mujeres encarnar en sus cuerpos la lucha feminista y aceptar ser objeto de burla por convicción politica (en el sentido amplio de la palabra).
Cada persona hace lo que puede, como puede, con sus posibilidades.
No todas las mujeres soportan las miradas o los comentarios de desaprobación. Algunas pasan olímpicamente de lo que la sociedad, la familia, las amistades, pueden pensar de ellas. Otras no tienen esa fuerza de espíritu, y nadie puede venir a echarles la piedra.
Bien lo dice la historiadora de las ciencias Ilana Löwy*: "Las convicciones feministas, por más sólidas que sean, no pueden, lamentablemente, ofrecer una protección suficiente contra el desprecio y el rechazo."
Cuando finalmente una mujer criada en un mundo sexista se despierta al feminismo, algo que suele ocurrir después de la adolescencia, ya es tarde: ya le han lavado el cerebro, ya le han impuesto sus gustos y preferencias, ya ha pasado su vida entera asimilando mandatos y normas sexistas. Deconstruir todo eso es dificilísimo.
El mismo hecho de verse a una misma linda con pelos en las piernas o las axilas es un trabajo de deconstrucción al límite de lo imposible, cuando te pasaste toda la infancia, la adolecencia y la juventud escuchando que las mujeres peludas son un asco y viendo modelos de mujeres siempre perfectamente depiladas.
Y como sigue diciendo Ilana Löwy: "La comprensión teórica de un problema no basta para borrar las consecuencias de la socialización, fruto de una vida entera. No siempre es fácil aceptar la diferencia entre la imagen que nos gustaría proyectar en el mundo, y la capacidad real de adecuarse a ella; paradójicamente, hasta puede suceder que la adhesión a un credo feminista agrave el malestar. (...) Algunas mujeres pueden ser plenamente conscientes de los efectos desastrosos de la tiranía del peso, sometiéndose ellas mismas a esa tiranía. Es muy difícil escapar a la influencia del habitus."
En otras palabras, para una mujer adulta, muchas veces es demasiado tarde para cambiar sus "preferencias" sobre su aspecto físico. No digo que sea imposible. Algunas lo logran. Pero sí muy difícil.
- Y la segunda razón por la que el feminismo no juzga a las mujeres que elijen actividades que promueven el machismo, como por ejemplo, posar desnudas, o participar en concursos de belleza tipo la mejor cola del verano, es que no solamente estamos viviendo una crisis económica, sino que las mujeres son discriminadas en el mundo laboral, y no se puede pedir que elijan entre no tener trabajo, o tener un trabajo muy precario y mal pago (los trabajos "femeninos" son los que peor se pagan), y posar desnudas si tienen el físico para ello.
Esas mujeres son "cómplices obligadas" de una sociedad patriarcal que no les deja muchas opciones (sin hablar del hecho de que muy pocas mujeres llegan a tener una consciencia feminista).
El feminismo no está para juzgar a nadie. Está para señalar qué es lo que nos imponen socialmente, qué es lo que debería ocurrir en un mundo ideal e igualitario. No para señalar qué es lo que las mujeres deberían hacer con sus propios cuerpos y su propia apariencia.
Así que sí: me depilo, aunque en menor medida en países europeos, donde la norma es un poquitito más flexible (aunque no tanto como se cree en Argentina), a veces (cada vez menos) me pinto un poco, y, para colmo, bailo tango, baile machista por esencia. Y cuando bailo tango, me pongo vestidos ajustados y tacos de 10 cm.
Sí, cedo a la norma machista. Porque soy un ser sociable, como todxs. Me importa la mirada de lxs demás, quizás demasiado, no lo sé.
Intento deconstruir los estereotipos, lucho con todas mis fuerzas contra las normas impuestas, pero a veces, cedo.
¿Me hace peor feminista que una mujer que logra pasar de las miradas ajenas y no depilarse, no pintarse, no ponerse tacos altos?
No, me hace simplemente más sensible a las miradas ajenas.
Y cuando me quejo de la norma de la depilación, las respuestas tipo "
si no querés, no te depiles y chau, qué te importa lo que digan" (exactamente como cuando me dicen "
si no te gusta el sexismo en la tele, no la mires)
no sirven. Porque no estoy hablando de
mi situación particular, de
mi vivencia personal, sino de una situación social que considero injusta y sexista.
La alternativa no debería ser entre "depilarse" y "no depilarse pero ser miradas con asco y arreglate con vos misma para que no te importe".
La alternativa debería ser entre "depilarse y que no le importe a nadie más que a vos" y "no depilarse y que no le importe a nadie más que a vos".
*Ilana Löwy, L'emprise du genre. Masculinité, féminité, inégalité, ed. La Dispute, Paris, 2006 (lamentablemente, creo que no traducido al castellano por ahora).