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martes, 26 de marzo de 2013

El origen del patriarcado, del machismo y del sexismo

¿Por qué, en todas las culturas, impera el machismo? ¿Por qué los seres humanos han "elegido" el sistema de patriarcado y de dominación masculina en todo el mundo?

La primera pregunta es: 
¿Desde cuándo existe el patriarcado?

Algunos atribuyen el origen del patriarcado a la aparición de la agricultura, de la propiedad privada y, por ende, a los orígenes del capitalismo. Pero esto ocurrió hace "apenas" 30.000 años.

Sin embargo, de acuerdo a la antropóloga francesa Françoise Héritier, el sistema patriarcal aparece muchísimo antes. Ella sitúa su aparición en el paleolítico superior, entre hace 200.000 y 50.000 años, en la época de lxs cazadores-recolectores, es decir, antes de la aparición de la agricultura.

¿Cómo logra situar el origen del patriarcado en esas fechas tan remotas, en que había menos de 100.000 individuos en todo el planeta?

A la luz de los nuevos estudios etnológicos y antropológicos, se comprobó que en esas épocas, los seres humanos vivían en grupitos familiares consanguíneos de 15 a 20 personas. Analizando los restos de grupos humanos diezmados por cataclismos, o sea, que murieron todxs juntxs, se dieron cuenta de que los varones y lxs niñxs tenían el mismo ADN, y que habia mujeres con un ADN distinto.

Esto significa que ya en esa época, las mujeres eran objeto de intercambio entre los varones, entre distintos grupos consanguíneos. O sea, ya existía una sociedad patriarcal. Entonces, hay que remontarse a antes de la aparición de la propiedad privada para encontrar los orígenes del patriarcado.


La segunda pregunta sería entonces: 

¿Cómo surge ese patriarcado, y por qué?

Algunxs aseguran que la universalidad de la dominación masculina se explica por la naturaleza: al ser más fuertes que las mujeres, los varones tienden a dominarlas.

Esa explicación no resiste la más leve observación del reino animal, donde las diferencias físicas entre machos y hembras muchas veces son mayores que entre los seres humanos y donde, sin embargo, no existe ningún sistema de dominación entre los sexos

La única especie en la que los machos dominan, maltratan, agreden, torturan, matan a las hembras, es la especie humana. Es por exceso de humanidad que los varones son violentos, y no por un exceso de bestialidad o de testosterona, puesto que los animales sí logran "controlarse".

La única especie con capacidad para pensar, o sea, la única capaz de controlar sus pulsiones, es también la única especie en la que los machos maltratan y dominan a las hembras.

O sea, la mayor fuerza de los varones (que, además, es muy relativa) y la naturaleza no pueden explicar el origen del patriarcado. Los varones no maltratan a las mujeres porque no se pueden contener, sino porque se sienten legítimos al hacerlo. O sea, por un sistema social legitimado.

Según Françoise Héritier, la raíz de todo empieza cuando esos muy antiguos seres humanos, que fueron lxs que construyeron el sistema de pensamiento que usamos al día de hoy, intentaron dar sentido a lo que les rodeaba.

Eric Garault/LEXPRESS
Uno de los misterios que les rodeaba era por qué, mientras los varones no pueden reproducirse directamente, las mujeres sí tenían esa capacidad extraordinaria de fabricar no solamente cuerpos parecidos a ellas, sino también cuerpos distintos a ellas: cuerpos masculinos.

Luego observaron que sin coito, no había embarazo ni reproducción. Para poder controlar ese poder exorbitante de las mujeres (ya que si las mujeres tenían el poder de fabricar varones, entonces también tenían el de dejar de producirlos), se encontró una explicación a la relación entre coito y reproducción que, de paso, fue también una manera de controlar la capacidad de las mujeres: son los varones los que introducen a lxs hijxs en el cuerpo de las mujeres.

Las mujeres se convirtieron en un mero receptáculo, puesto a disposición de los varones. Y se transformaron, a lo largo de varios milenios, en un recurso que había que poseer, controlar y dominar, a fin de poder asegurar la reproducción. Fue necesario impedirles disponer de su cuerpo, restarles autonomía, y se las empezó a alejar de la educación y del poder.

Ese proceso es llamado por Françoise Héritier la "valencia diferencial de los sexos", que hizo de las mujeres eternas menores. Ella considera que ese sistema de pensamiento es la base del inicio del mundo en el que vivimos, fundado en una relación desigual, jerárquica, entre varones y mujeres.

O sea, el origen de la dominación masculina, que se expandió a medida que los seres humanos se multiplicaban, a partir de esos 100.000 individuos primitivos, es la voluntad de control de los varones sobre el poder de fecundidad de las mujeres.

De ahí derivan absolutamente todos los estereotipos de género, que llegaron a ser universales precisamente porque ese sistema se remonta a épocas muy, muy lejanas: la mujer-objeto, la mujer abnegada, que se sacrifica por sus hijxs, la mujer dulce y compasiva, la maternidad como destino obligatorio para toda mujer, la mujer fiel porque necesita de un macho protector vs. el macho que va sembrando su semen de flor en flor, pero también la mujer demonio, la mujer presa de sus hormonas, la mujer loca a la que hay que controlar...

Sobre esa creencia se construyeron todas las sociedades. El patriarcado no es una mera división del trabajo: es un sistema de dominación, del que deriva una división del trabajo que es cambiante de acuerdo a las épocas y las necesidades. Cuando hay necesidad de mano de obra, como durante una guerra, se le da la bienvenida a las mujeres en el campo laboral. Cuando hay sobrante de mano de obra, se les pide que vuelvan a sus casas...

Es muy probable que, mientras las mujeres sean las únicas en poder gestar, el sistema de dominación patriarcal, a través de los estereotipos de género relacionados precisamente con la capacidad de gestar, sigan vigentes.

El machismo tiene muchos siglos de vida por delante...

- Masculino/Femenino: el pensamiento de la diferencia, de Françoise Héritier (2002). Barcelona, Ariel.
- Una entrevista en castellano a Françoise Héritier en La Nación.

viernes, 22 de marzo de 2013

La cerveza Schneider, cada vez más machista

¿Qué tan difícil es entender lo ofensivo de una campaña a las que nos somete la cerveza Schneider?

Evidentemente, lxs responsables de las publicidades de esa marca no entendieron absolutamente nada. No les bastó con que el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión denunciara uno de sus comerciales por su "fuerte mensaje discriminatorio" y por su "violencia simbólica".

Tampoco les bastó con las múltiples quejas recibidas después de su patético comercial Perdón, en que muestran a los varones como subnormales que no son responsables de cometer agresiones sexistas en la calle o de "pensar que un no es un sí" (o dicho de otro modo, de ir en contra de la expresa voluntad de una mujer).

En los últimos días, siguieron adelante con su magnífica idea de desresponsabilizar a los varones por el machismo, y nos castigaron con afiches en la calle:


Traducción: perdón por "apoyar" nuestro pene en su cuerpo en el autobús, algo que es considerado una agresión sexual y un delito ante la ley argentina, pero que vaaaaamos, no es tan grave, no es para ponerse así, es sólo una picardía, ya saben cómo somos los varones de juguetones...

Las reacciones no se hicieron esperar. El martes se abrió la página Facebook "Repudio a la campaña en vía pública de cerveza Schneider". En tres días, 4.500 personas se adhirieron a la página. 

El repudio fue tal que Schneider decidió retirar los carteles de la calle, y emitió un comunicado diciendo que lamentaba que "el objetivo humorístico de la campaña haya sido interpretado de una forma alternativa".

O sea: no entendieron NADA.

¿De una forma alternativa? ¿En serio? ¿Es humor minimizar las agresiones que las mujeres viven todos los días en la calle? ¿Es humor reivindicar un modelo de masculinidad que pasa por la agresión sexual, el acoso callejero, la dominación, la impunidad? ¿Es pícaro obligar a una mujer a sentir un pene entre sus nalgas mientras viaja en autobús?

Como preguntó la organización de lucha contra el acoso callejero Hollaback, "¿qué sigue después? ¿“Perdón por violarte” o “perdón por prenderte fuego”?"

Por la reacción de lxs responsables de Schneider, que muestra que no tienen absolutamente ningún remordimiento por su nefasta publicidad, me temo que bien podría ser el siguiente paso.

Dos días después del Día internacional contra el Acoso Callejero, me parece lamentable tener que volver a explicar, una y otra vez, que los "piropos" son acoso, y que agredir sexualmente a una mujer no es una picardía, sino un delito.

Esta publicidad es la prueba más fehaciente de que entre un piropo y una violación, sólo hay una cuestión de grados, pero que se trata del mismo mecanismo: el de la impunidad de varones que creen que la calle es su feudo, que las mujeres sólo están ahí de invitadas, y que ellas se tienen que someter a lo que impongan ellos, estén o no de acuerdo: comentarios sexistas, toqueteos, violaciones.

En este blog, ya hablé mucho del acoso callejero, que algunxs trogloditas siguen llamando "piropos", pueden volver a leer mis entradas al respecto aquíaquíaquí aquí. Y también aquí. Ah, y aquí. Y aquí. Puf, y aquí

Sin olvidarme de mencionar otra nefasta publicidad, la de Coca-Cola, que también mostraba a los piropos como una picardía deseable...

PD: una nota en Tiempo Argentino, otra en Télam y otra en Página/12.

viernes, 8 de marzo de 2013

¿Qué no quedo claro? ¡Es un día de lucha!

Casi todos los años, recuerdo en este blog que el 8 de marzo no es un día de homenaje a "la mujer", sino un día de lucha, para recordar el camino recorrido y evaluar el que falta por recorrer para alcanzar la igualdad de género.

Todos los años, florecen en Facebook, Twitter y demás redes sociales mensajes con corazoncitos, florcitas y rosas por doquier, deseando a las mujeres que tengan un "feliz día".

Así como, para el principio del año, di la palabra a varones feministas, lo vuelvo a hacer hoy, ya que se tomaron la molestia de explicar por qué, en este día, es casi ofensivo regalar flores y bombones a las mujeres.
8 de marzo, día de las mujeres. Ni flores, ni bombones, ¡día de lucha!

Ni flores ni bombones. Hoy es un día de lucha contra todas las formas de opresión hacia las mujeres. Día de Lucha contra todas las manifestaciones del Patriarcado. 
Desde el Colectivo de Varones Antipatriarcales hace tiempo que decidimos formar parte de la misma lucha que históricamente vienen llevando adelante las organizaciones de mujeres. Lo hacemos problematizando nuestros roles de poder y nuestros privilegios, siendo conscientes de que es una lucha cotidiana
Por eso también salimos a la calle con ellas repudiando todas las formas de violencias que como varones ejercemos hacia las mujeres, reflexionando sobre nuestras prácticas y exigiendo al gobierno que desarrolle acciones claras y contundentes para terminar con la opresión de género. 
En ese marco es que exigimos un urgente tratamiento y aprobación del Proyecto de Ley presentado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. No queremos más de mujeres muertas por abortos clandestinos y realizados en condiciones de insalubridad. Las mujeres que se mueren son en su mayoría, mujeres pobres 
También exigimos acciones claras, sin ambigüedades, por parte del Estado, para desmantelar las redes de trata con fines de explotación sexual de mujeres, niñas y adolescentes.  La erradicación de la complicidad de la policía, del Poder Judicial en todos sus estratos y condenas de por vida con cumplimiento efectivo a los responsables de los secuestros y explotación a mujeres.
No ignoramos que la distribución de derechos es una cuestión de poder. Entonces nos preguntarnos, quiénes ejercemos el poder sobre las mujeres, negándoles la soberanía sobre sus cuerpos, entre tantas otras cosas. Este poder es el que el feminismo ha sabido denunciar, y del que los varones nos debemos hacer cargo. 
Somos varones los que ocupamos lugares de poder: jueces que condenan a las mujeres por abortos clandestinos. Jueces cómplices de las Redes de Trata y Explotación Sexual. Médicos violentos que maltratan a las mujeres que se practicaron un aborto. Autoridades eclesiásticas que bregan en contra de los derechos reproductivos, mientras encubren a sacerdotes pedófilos. Empresarios de la publicidad que producen y fomentan imágenes misóginas sobre las mujeres. 
También somos varones los que no nos hacemos cargo en situaciones de embarazos no deseados. Somos varones los que inferiorizamos a nuestras compañeras de trabajo. Somos varones los que seguimos relegando las tareas domésticas a nuestras novias, madres y amigas. Y los que las cosificamos, maltratamos  y oprimimos. 
Invitamos a todo aquél que se autodefina como varón, a comprometerse y ponerle el cuerpo a la lucha contra el patriarcado para revertir toda forma de desigualdad y de opresión hacia las mujeres. No es nuestro destino inexorable ser los machos hegemónicos. Apostamos a descubrir colectivamente otras formas de ser varones que impliquen la construcción de relaciones igualitarias con nuestras compañeras, con otros varones y con todas las identidades de géneros. 
Es así que demandamos:
-          Aparición con vida de todas las mujeres secuestradas con fines de explotación sexual. No están perdidas, son desaparecidas en democracia para ser prostituidas. Sin clientes, no hay trata. Si sos cliente, sos prostituyente.
-          Reglamentación y aplicación urgente de la Ley contra toda forma de violencia hacia las mujeres con políticas públicas de prevención y contención para todas las víctimas de violencia. Condena pública para toda manifestación misógina en los medios masivos de comunicación.
-          Aprobación de la Ley de Interrupción voluntaria del Embarazo. ¡Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir!
-          Basta de precarizar a las mujeres. Igual remuneración por igual trabajo!
-          Juicio y castigo para todos los femicidas,  encubridores y responsables políticos! 
¡Ni Machos, Ni Fachos!
Colectivos de Varones Antipatriarcales

martes, 5 de marzo de 2013

El mito de las falsas denuncias (bis)


Ya he escrito acerca del mito de las falsas denuncias, que regularmente agitan los masculinistas para demostrar que los varones son víctimas de "feminazis" dispuestas a aplastarlos y eliminarlos.

Por supuesto, nunca tienen cifras ni estadísticas reales, más que algún recorte periodístico, como si un caso en particular fuera revelador de un hecho sociológico.

Como otrxs más calificadxs que yo se han tomado la molestia de responder, con argumentos, punto por punto, a los masculinistas que niegan la amplitud de la violencia de género, dejo la palabra a uno de ellos, Miguel Lorente Acosta, profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada y ex delegado del Gobierno contra la Violencia de Género.

Sé que con esa nota, los trolls masculinistas van a desembarcar aquí con toda su furia, como lo suelen hacer últimamente. Bienvenidos sean. Porque no hay mejor prueba de la misoginia y la violencia de los masculinistas que sus propias palabras.

El dato principal que rescato de la nota es que las denuncias falsas no llegan al 1% del total, de acuerdo a la Fiscalía General del Estado, y que el delito de violencia de género es, de lejos, el delito con menos denuncias falsas.

Pueden leer la nota directamente en el diario El País aquí
Palabras contra palabras  
Las mujeres nunca han tenido palabra, la sociedad y la cultura no han creado una expresión como lo han hecho con los hombres (“palabra de hombre”), para así darle trascendencia a su voz con la simple referencia a su origen: el hombre. Las mujeres han sido presentadas justo como lo contrario: perversas, mentirosas, traidoras, desleales… Desde Eva y Pandora hasta hoy. Y si existe una cultura que ha creado esta doble referencia sobre la desigualdad, no es de extrañar que cuando la palabra de las mujeres entra en conflicto con la conducta de los hombres, salgan a la luz todos los mitos que buscan defender la desigualdad
Al analizar el argumento de las denuncias falsas se pone de manifiesto esta construcción cultural. En primer lugar, porque parte de esa idea de la mujer perversa que denuncia para hacer daño al hombre y para beneficiarse. Segundo, porque conforme la sociedad ha avanzado más en la lucha contra la violencia de género y ha dejado menos espacio a los maltratadores —señal de que la respuesta social está teniendo éxito—, en lugar de tomar esa realidad como demostración de la verdad de la violencia de género y de la necesidad y eficacia de la denuncia, la reacción es la contraria: se cuestiona la conducta que permite superar esa violencia y a los hombres violentos
Tercero: la crítica montada sobre las denuncias falsas no se sostiene sobre el análisis de la realidad: las mujeres apenas denuncian, la mayoría de las víctimas se separan, y las que lo hacen no piden medidas sobre el domicilio, la custodia de los hijos, ni ninguna cantidad de dinero al hombre; los datos están en los informes del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Como cuarto argumento encontramos que aquellos hombres que piden que se mantenga la presunción de inocencia y que no se le dé credibilidad a una denuncia basada en la palabra de la mujer, no dan ninguna presunción de inocencia a las mujeres y consideran que la gran mayoría miente y delinque al denunciar falsamente a un hombre. 
En quinto lugar están los datos, reveladores de su mentira. El CGPJ y la Fiscalía General del Estado han analizado la situación y han concluido que las denuncias falsas no llegan al 1% del total. Así se deduce que el de violencia de género es, con diferencia, el delito con menos denuncias falsas. Pero, además, el hecho de que aquellos que defienden la falacia de las falsas denuncias cambien sistemáticamente sus datos demuestra que mienten. Al principio usaban como referencia el porcentaje de sentencias no condenatorias (un 30%), pero como no era sostenible ahora emplean el porcentaje de mujeres que retiran la denuncia o no quieren declarar contra su pareja. 
Sus argumentos parten de la ideología que presenta a las mujeres como malas y perversas, y luego buscan datos que encajen en sus ideas. Cuando hablan sobre el tema, en lugar de aportar referencias válidas o estudios, recurren a los casos personales (curiosamente todos conocen alguno) o a aquellos que han sido aireados a todo volumen en determinados medios
La idea de las denuncias falsas es el reflejo de los argumentos que la desigualdad y el machismo ha utilizado históricamente para defender sus privilegios y atacar a las mujeres. Nunca han tomado el silencio tras los casos de violencia como falso, porque era coherente con esa normalidad construida sobre la agresión. En cambio, la denuncia para salir de ella sí es tomada como falsa. Y es que las palabras se las lleva el viento, pero la palabra es la ley.
(Lo subrayado en negrita es mío)