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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Feliz 2011

Como el año pasado, me tomo unos días sin computadora ni acceso a Internet.

Por lo tanto, no podré validar comentarios hasta el lunes 3 de enero.

Felicidades a todxs, y para esta última entrada del año, dejo la palabra a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito:

viernes, 24 de diciembre de 2010

¡Al fin una buena!

Siempre me quejo. Hoy festejo. No solamente por las fiestas de fin de año. Sino porque una agencia de publicidad nos dio un lindo regalo. Le pido prestada la entrada a la autora del muy buen blog Exocitosis, que publicó una publicidad que me hace pensar que, tal vez, las cosas estén cambiando de a poco.

¿Qué vemos en esta publicidad? Nada del otro mundo. Pero nos parece revolucionario: un hombre que recibe consejos de otro hombre para cocinar con verduras y que le guste a sus hijxs.

Por fin, una agencia de publicidad se atreve a mostrar otra cosa que el estereotipo de la familia en la que papá trabaja y mamá cocina. Muestra a un hombre preocupado por sus hijxs, por su familia, por que sus hijxs coman cosas sanas (o sea, no solamente el padre divorciado y totalmente desbordado sin su mujer y que cocina hamburguesas a sus hijxs porque no sabe qué otra cosa hacer porque hasta ahora era ella la dueña de la cocina), en fin, lo que han hecho las mujeres durante siglos, y lo que la publicidad ha atribuido pura y exclusivamente a las mujeres hasta ahora, aun cuando las cosas estaban cambiando.

¿Será que por fin abrieron los ojos? ¿O que se hartaron de recibir correos de quejas?



Un buen punto a la agencia Y&R, aunque me habría gustado ver algo así hace ya un par de décadas. Ahora espero la publicidad de un padre de familia limpiando la casa, alegrándose del olor a limpio y poniendo los brazos en el inodoro antes de que lleguen su esposa y sus hijxs, o disertando con otro hombre acerca del mejor polvo para lavar la ropa de toda su familia...
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domingo, 19 de diciembre de 2010

Quejarse de algo... pero defenderlo a morir

Por lo general, las personas que critican el feminismo y acusan a las feministas de odiar a los hombres (sin tomar en cuenta que hay varones feministas), son las mismas que se quejan del sexo "opuesto".

Pongo un ejemplo: un hombre se queja de que las mujeres, según él, busquen como pareja a hombres "de verdad", bien machos, bien viriles, y descarten a los hombres tiernos y dulces que ellas caratulan como "amigos".

Esto lo he escuchado miles de veces en muchos lugares y circunstancias.

Pues bien. Este hombre es el mismo que decreta que las feministas odian a los hombres y que las acusa de querer que seamos "todos iguales", cuando, según él, los hombres deben ser bien hombres y las mujeres, mujeres.

Ahora, ¿qué quiere decir que los hombres deben ser hombres y las mujeres, mujeres? Pues cuando lo pregunto, me contestan que los hombres son viriles, activos, saben leer un mapa y manejar pero no pueden encontrar un frasco de mayonesa en la heladera y no pueden hacer dos cosas a la vez (aunque esto difiere según la gente, algunos creen que son las mujeres las que no pueden hacer dos cosas a la vez), y que las mujeres son dulces, pacientes, sensibles, no tiene habilidades con el espacio pero sí son buenas comunicadoras.

Todo esto implica también otras cosas, según ellos: que las mujeres buscan la protección de un hombre, buscan que sea el proveedor del hogar. Y los hombres, buscan mujeres que los atraigan físicamente, sean dulces y sumisas.

El tema es el siguiente: las personas que critican al feminismo reivindican todo eso que estoy diciendo. Pero a la vez, critican al otro sexo por ser precisamente como... esperan que lo sea.

Muchos hombres se quejan de que las mujeres sólo se fijen en hombres fuertes, viriles, machos. Y muchas mujeres se quejan de que los hombres sólo se fijen en las mujeres con buen culo y que no abra demasiado la boca.

En el medio de todo eso, está el feminismo. ¿Qué dice el feminismo? Que no debemos encasillar a la gente según su sexo. Que no todos los hombres son de una manera, y no todas las mujeres son de otra. Que todos somos distintos como individuos, más allá del sexo o el color de la piel. Que los hombres no deben ser necesariamente los proveedores del hogar, y las mujeres no deben ser necesariamente madres abnegadas y esposas lindas y dulces.

O sea, el feminismo viene a reconciliar a los sexos, con una crítica del sistema que opone a los sexos. Y sin embargo, aquí tenemos a la mayoría de los hombres y de las mujeres, unidos en su rechazo del feminismo, o sea, en su rechazo de que cambien las cosas que ellos mismos critican.

¿No es un poco contradictorio?

Yo creo que sí, efectivamente, muchas mujeres buscan proveedores del hogar y hombres protectores. ¿Por qué? Pues precisamente por la educación sexista que recibieron: los cuentos sexistas que les dicen que tienen que esperar un príncipe azul que las rescaten de la mala madrastra y que las protejan. Los juguetes repartidos de manera sexista: muñecas y set de maquillaje para preparar a las niñas a ser madres y seductoras; armas y pelota de fútbol para preparar a los niños a ser guerreros y viriles. La televisión, que propaga ideas sexistas. Las publicidades, que no solamente las propaga, sino que las promueve. La escuela, en que todavía hoy se dividen las clases y las actividades de acuerdo al sexo del alumno. Y un sinfín de etcéteras.

El feminismo dice: basta de segregar por sexo, basta de educar de esta manera, demos a los niños la posibilidad real de elegir cómo quieren ser, no impongamos características desde que nacen de acuerdo a si son niña o niño. No pongamos en la cabeza de las nenas que su príncipe azul vendrá a rescatarlas y protegerlas. No pongamos en la cabeza de los nenes que deberán ser los proveedores del hogar. Eduquemos en igualdad. Cambiemos las cosas.

Y ahí saltan la mayoría de los hombres y de las mujeres que critican al otro sexo por actuar de manera sexista... a defender el sistema sexista con uñas y dientes (e insultos y agresiones). A acusar al feminismo de querer que todos seamos iguales, sin respetar las diferencias, cuando el que encasilla y encierra a la gente en roles predeterminados es precisamente el sistema sexista; cuando las personas feministas quieren, precisamente, rescatar la individualidad de cada persona.

Y acusan al feminismo de fomentar una guerra entre los sexos, cuando el que opone a los sexos entre sí es el sistema sexista. No el feminismo.

Y así es como la mayoría de la gente que se queja del otro sexo, no se da cuenta de que en realidad se queja de que el otro sexo sea así a causa precisamente del sistema sexista. Dicho de otra manera, no se dan cuenta de que en realidad les molesta el sistema sexista. Tanto como a mí. Pero en lugar de unirse a la lucha antisexista, defienden el sistema sexista a muerte.

Es un círculo vicioso, porque los hombres que se quejan de que las mujeres sólo busquen proveedores del hogar buscan solamente entre las mujeres... que buscan proveedores del hogar. Ellos mismos no son conscientes de que también responden a mandatos sociales de tener que buscar mujeres lindas ante todo. No buscan mujeres inteligentes, independientes, fuertes, con carácter, favorables a la igualdad de género y, por lo tanto, en contra de los estereotipos sexistas impuestos por la sociedad, en una palabra, feministas.

Mis amigas, que por supuesto tienen consciencia de género, no buscaron proveedores del hogar, sino compañeros de vida, hombres confiables, sinceros, igualitarios. Mis propias parejas, excepto el último, que considero haber sido un tremendo error de diagnóstico y de puntería de mi parte, han sido hombres sensibles, cariñosos, que no respondían a estereotipos machistas.

Es un 
Mostrar a las personas que se quejan del otro sexo que el sexismo es la causa de muchos de sus males, de muchas de sus quejas, de muchas de las oposiciones entre los sexos, de muchos de los malentendidos y enfrentamientos, es la meta del feminismo en general, y de este blog en particular.
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domingo, 12 de diciembre de 2010

Sexismo malo o sexismo bueno, pero sexismo al fin: el caso de la galantería

En muchas ocasiones, he sido objeto de acerbas críticas de parte de mujeres que consideran que la galantería es una buena cosa, y que no tienen la más mínima intención de ceder ese lugar de "diosa" a la que hay que venerar y tratar de manera particular por el mero hecho de ser mujer.
Me cuesta un Perú hacer entender a esas mujeres (y a la mayoría de los hombres) que la galantería es una forma de sexismo.

Lo he empezado a explicar en una de mis primeras entradas.

Ahora voy a tratar de darle un marco más teórico.

Existen dos formas de sexismo: lo que se podría llamar el sexismo negativo, agresivo, claramente discriminatorio contra las mujeres, en que las mujeres son menospreciadas. Lo que los psicólogos Peter Glick y Susan Fiske definieron como el sexismo tradicional o "sexismo hostil".

Excepto algunos trogloditas irrecuperables, muy pocos varones profesan un sexismo hostil. Muchos creen en la igualdad de derechos entre mujeres y varones, no se les ocurriría pegar a una mujer ni violarla, creen que las discriminaciones son algo malo. Hoy en día, en los países occidentales al menos, sólo una minoría de personas cree realmente que las mujeres son inferiores.

Sin embargo, existe otro tipo de sexismo, al parecer positivo, que coloca a la mujer en un pedestal (siempre y cuando responda a algunos criterios y estereotipos de mujer abnegada, dulce, condescendiente y buena madre), en que se glorifica a las mujeres. Un sexismo que Glick y Fiske definen como "sexismo benévolo".

El mejor ejemplo de sexismo benévolo es la galantería.
La galantería es una serie de actitudes que los varones tienen con las mujeres, por el hecho de ser mujeres, y que no tienen con otros varones: abrirle la puerta, dejarla pasar primero, pagar por ella en el restaurante, dejarle el asiento en los medios de transporte, etc. etc.

¿Por qué digo que es una forma de sexismo? Bueno, porque claramente, muestra una actitud de superioridad del varón, que siente la obligación de proteger a la mujer, como si la mujer necesitara siempre la protección de un hombre y no fuera capaz de abrir una puerta o quedarse de pie en el colectivo.

A algunas mujeres, de hecho, les encanta sentirse más débiles y buscan esa "protección" varonil, y pongo comillas esa palabra porque no veo bien qué tiene de protector que a una le abran la puerta.

Así, pues, actitudes que parecen ser de respeto hacia la mujer en realidad son otra forma de sexismo. Por eso también es tan difícil luchar contra el sexismo: porque no todas sus manifestaciones son abiertamente hostiles contra las mujeres. Algunas también parecen ser positivas y hacen creer tanto a mujeres como a varones que las mujeres están en una posición conveniente.

Una investigación llevada adelante sobre "Sexismo, masculinidad-feninidad y factores culturales" muestra que "sexismo hostil y sexismo benevolente son una potente combinación que promueve la subordinación de las mujeres, actuando como un sistema articulado de recompensas y de castigos para que las mujeres sepan 'cuál es su sitio'. La hostilidad sola crearía resentimiento y rebelión por parte de las mujeres. Es obvio que los hombres no desean ganarse la antipatía de las mujeres, dado que dependen de ellas. El sexismo benévolo debilita la resistencia de las mujeres ante el patriarcado, ofreciéndoles las recompensas de protección, idealización y afecto para aquellas mujeres que acepten sus roles tradicionales y satisfagan las necesidades de los hombres".

En 2000, Glick y otros realizaron una investigación empleando el ASI (Ambivalent Sexism Inventory), realizada en 19 países y con una muestra total de más de 15.000 personas. El resultado es que sexismo hostil y benévolo están relacionados y esa relación se explica como ideologías legitimadoras complementarias: las naciones con puntuaciones altas en sexismo hostil fueron también las naciones con puntuaciones en sexismo benévolo más elevadas. Y cuanto más sexistas eran los hombres de un país, más probable era que las mujeres aceptaran tanto el sexismo hostil como el sexismo benévolo.

"Las mujeres utilizan el sexismo benévolo para defenderse a sí mismas: cuanto más sexistas son los hombres, más buscan las mujeres la protección, idealización y afecto que el sexismo benevolente ofrece."

Y es normal. En un país en que las mujeres son discriminadas, desvalorizadas, y en que las exigencias que pesan sobre ellas para ser respetadas son inmensas (ser buenas madres, buenas esposas, buenas amantes sin ser putas, etc. etc.), es entendible que busquen sentirse valorizadas de manera especial por un trato galante. Inconscientemente piensan: "ya que va a haber sexismo, que al menos pueda sacar algo positivo de ello".

Y algunas mujeres se ponen realmente agresivas cuando una trata de hacerles entender que la galantería en realidad es una forma de discriminación, porque sienten que se les está sacando lo único bueno que tiene el sexismo.

Pero no por eso el sexismo benévolo deja de ser sexismo. En lo ideal, las mujeres no deberían sentir la necesidad de ser protegidas por un varón. Y, en todo caso, si necesitan protección, será contra agresiones y violencias; no en el momento de abrir una puerta o subirse a un colectivo.
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martes, 7 de diciembre de 2010

Las madres nunca descansan

El sexismo se cuela en todos lados sin que nos demos cuenta, en detalles de los que, en general, no nos percatamos. Prueba está en esta nota del diario La Nación acerca de los recaudos a tomar cuando se toma sol.
En verano, los chicos están muy expuestos al sol. Van a la pileta, a la colonia o veranean en la montaña o el mar. ¿Cómo pueden hacer las madres para proteger a sus hijos mientras no están bajo su cuidado?
Y no sé, ¿yo sugiero al azar que estén al cuidado de sus padres? ¿O es que lxs niñxs nacen por partenogénesis?

Probablemente la autora de la nota ni se haya dado cuenta de lo que escribió, pero es bien representativo de lo que todavía se espera (y se da) en la sociedad actual: que sean las madres, y no los padres, los responsables del cuidado diario de lxs hijxs.

Así que durante las vacaciones, mientras Papá descansa de su duro año laboral alisándose el bigote, Mamá, ella, no se olvida de que su trabajo es noche, fines de semana y vacaciones incluidas.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Axe: ¿el próximo paso es la violación?

Hasta ahora nunca quise comentar las publicidades de Axe porque me parecían tan brutamente idiotas que pensé que ya era muy obvio denunciarlas.

Pero esta vez se pasaron. Esta vez, no se trata solamente de mostrar a las mujeres como objetos sexuales, sino directamente de incitar a la violación. Y no, no es un delirio mío. La última campaña, con el eslogan "menos amigas, más mujeres", es propiamente escandalosa.

¿Qué nos dice esa campaña, llamada "Semana del no amigo"?

Básicamente, que ya es hora de que los hombres de verdad dejen de ser amigos de las mujeres (porque eso es de imbécil), y empiecen a cogérselas a todas: "Dejá de ser amigo y empezá a ser hombre".

Para eso, nos muestran la imagen de una mujer y un varón, separados por un rayo, con los brazos cortados:


 O sea, ya estamos hablando de algo violento y mutilador.

Pero la cosa no sigue ahí. También está, por supuesto, la campaña en la tele. Y ahí estamos rozando la incitación a la violación. "Ser hombre", para Axe, significa ser un troglodita abusador que aprovecha que una mujer esté dormida para.... no queremos imaginarnos para qué.


Esta campaña no solamente es ofensiva para las mujeres. También lo es, por supuesto, para los varones, mostrándolos o como tarados por tener amigas mujeres, o bestias peludas que quieren cogérselas a todas.

Sí, sí, ya sé, no tengo humor, no entiendo el segundo grado... Pues ya me pudrí de que el segundo grado sea siempre sexista.

Un niño que ve ese comercial no entiende el segundo grado, se lo tomará literalmente y entenderá que ser amigo de mujeres es de pobre tipo, y que si se quiere ser un hombre de verdad, hay que meterla en cuanta vagina se le cruce, esté despierta, dormida, y más allá de su voluntad.

Así lo muestra el otro comercial: ahí vemos a una mujer que le pide a un amigo subirle el cierre del vestido. El amigo lo hace. Viene la bestia peluda que todo varón debería tener dentro, y se lo baja. El símbolo es bien claro: si sos hombre de verdad, tenés que pasar de la voluntad de la mujer, y hacer lo que a vos se te dé las ganas, más allá de lo que ella te pida o quiera. Total, con Axe, terminará pidiéndote lo que vos querés.

Porque es sabido que cuando una mujer dice que no, si insistís un poco, terminará diciendo que sí

Todas putas.


Corrolaria de todo eso: si sos un chico bueno, simpático, amable y gentil, las mujeres sólo te van a ver como un amigo. La única manera para que se quieran acostar con vos, es siendo una bruta abusadora.

Me encanta.
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