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jueves, 30 de agosto de 2012

Los malos olores de la vagina

La cosa es así: las mujeres somos, básicamente, un asco.

Además de esos asquerosos pelos que tenemos que depilar íntegramente, porque sabemos que los pelos femeninos son muuuucho más asquerosos que los pelos masculinos, que son taaaan sexy, las mujeres tenemos... malos olores.

Sí, las mujeres apestamos.

¿Quién no ha hecho alguna vez un chiste sobre el olor a pescado podrido que nos sale de la concha?

Menos mal, lxs científicxs del mundo han estudiado el problema, y nos han sacado productos que ni camuflarlo, ni enmascararlo: lo eliminan, gracias a "perlas activas" que "capturan, neutralizan y por fin eliminan el olor" (no, no es joda).

O sea, las mujeres, por siglos, hemos olido mal, pero "por fin" el olor es eliminado gracias a la tecnología y a industriales que sólo quieren nuestro bien:



¿Y para cuándo un desodorante íntimo, no? Ah, cierto, ya existe:

Spray desodorante íntimo


Es increíble el odio y el desprecio que nos tiene la sociedad patriarcal, presentándonos como seres asquerosos a los que hay que limpiar, depilar, higienizar, para que estén más o menos presentables (¿deseables por los machos?).

Digo... ¿alguna vez olieron el pene de un tipo que no se lavó durante dos días? No debe ser mucho mejor que la vulva de una mujer que no se lava durante dos días tampoco. Olor rancio a pis que da arcadas... ¿y pretenden que se la chupemos luego? ¡Puaj!

¿Pero se imaginan los mismos comerciales para los varones? ¿Un desodorante de pene? Bueno, supongo que lxs industriales ya lo están pensando, porque francamente, ¿qué más se puede inventar para las mujeres? Ya deben de estar pensando en ir a por los varones también.

Pero por ahora, somos las mujeres las asquerosas. Y será mucho más difícil convencer a los "machos de verdad" que tienen que desodorizarse el pubis, porque ellos no tienen el desprecio que las mujeres tienen por su cuerpo.

Lo más irónico de la historia es que los malos olores que pueden llegar a existir muchas veces son provocados por... el exceso de higiene.

Las chicas que ven esos comerciales, convencidas de que sus vaginas son un caldo de cultivo de horribles bichos a los que hay que eliminar, no vacilan en hacerse duchas vaginales con agua, vinagre y toda clase de productos químicos.

¡Hasta he leído en un foro femenino a una chica recomendando ponerse óvulos al final del periodo para neutralizar los olores supuestamente provocados por los restos de sangre putrefacta!

¿Cómo se pudo llegar a semejante nivel de auto-desprecio por el cuerpo femenino? ¿No era que las mujeres eran todas lindas, sanas, suaves, que no se tiran pedos ni cagan nunca? Al final, tenía razón yo: las mujeres son mucho más feas que los varones.

¿Cuándo vamos a entender que el olor de la vulva es perfectamente normal, excepto en caso de micosis con algunas bacterias en particular?

Los malos olores reales que una mujer puede tener tienen causas patógenas, como la bacteria gardnerella vaginalis, una enfermedad sexualmente transmisible (o sea, por lo general, se nos es transmitida por... los varones, ya saben, aquellos varones que no tienen malos olores y son super pulcros en comparación con las asquerosas hembras que deben desodorizarse a cada rato).

La vagina, a diferencia del pene varonil, es autolimpiante. No es necesario hacer duchas vaginales y, al contrario, se desaconseja hacerlas.
El exceso de higiene, pensando que la mujer es sucia y hay que limpiarla "de adentro", es lo que provoca las micosis y los malos olores.

Lo que hay que hacer es limpiar la vulva con agua y jabón neutro, sin hacer penetrar ni el agua, ni el jabón.

Y ese comercial, que pretende "eliminar los malos olores", es doblemente nefasto: primero porque insinúa que las mujeres olemos mal de por si. Segundo, porque si hay malos olores de verdad, no hay que taparlos, ni "eliminarlos" con una toallita, que no va a eliminar nada, sino consultar y tratar el eventual problema de salud con óvulos o pastillas.

Gracias a Kuxille por el enlace al video.

martes, 28 de agosto de 2012

La sexualidad, ¿un ocio colonizado por el trabajo?

Tras el debate que se armó en los comentarios de mi entrada Mitos acerca de la prostitución, he decidido traducir y publicar (con autorización de su autora) un texto de una feminista, anarquista y sindicalista, Irène Pereira, sobre la prostitución, en el que se pregunta, desde una perspectiva marxista, si la prostitución puede ser considerado como un trabajo.

El combate feminista siempre tuvo que ver con un control por las mujeres de su propia sexualidad, para que ésta no esté al servicio del placer masculino, de la reproducción o de intereses económicos, y que las mujeres puedan disfrutarla de manera autónoma. Todo lo contrario de lo que plantea la prostitución.

He aquí el análisis de Irène Pereira, que dio oralmente en Liege (Bélgica), el 22 de febrero de 2011, y que fue publicado en "Prostitución y Sociedad" n°172, el sitio de una asociación francesa que defiende a las prostitutas con una perspectiva abolicionista, Le Nid.

La sexualidad, ¿un ocio colonizado por el trabajo?

mayo de 2011

por Irene Pereira
El problema es saber si debemos, como feministas, reivindicar el hecho de que la prostitución se convierta en una profesión reconocida legalmente (posición reglamentarista) o, al contrario, luchar por la abolición del sistema prostitucional (posición abolicionista), de la misma manera que luchamos por la abolición del sistema capitalista. 
Voy a dar mi opinión a la vez como militante feminista que lucha por los derechos de las mujeres, militante anarquista defensora de la liberación sexual y militante sindicalista revolucionaria que lucha contra la explotación económica de los proletarios. 
Reubicar la pregunta en el marco de un análisis del trabajo 
De un punto de vista sindicalista, querría plantear el tema de la prostitución en el marco de una reflexión sobre el trabajo y el ocio y su futuro en el sistema capitalista. 
Mi tesis es la siguiente: el sistema capitalista intenta transformar en trabajo todo lo que puede ser, para él, fuente de beneficios. De manera general, los sistemas de opresión tienden a operar inversiones entre lo que debería ser del orden del ocio, y lo que debería ser del orden del trabajo. Al contrario, me parece importante que defendamos una distinción clara entre trabajo y ocio. 
¿Qué es un trabajo (en el sentido de la antropología filosófica)? 
Se trata de una actividad socialmente necesaria para asegurar la sobrevivencia de una comunidad social. Esto significa dos cosas: 1) el trabajo es una actividad que está ligada a una obligación: una comunidad no puede evitarla, so pena de no poder garantizar su sobrevivencia; 2) en ese sentido, el trabajo es la condición económica de la pertenencia al pacto social (ciudadanía económica). 
A cambio de su trabajo, el individuo tiene derecho a acceder a los bienes producidos por esta sociedad. 
Al trabajo, siempre en el sentido de una antropología filosófica, se opone el ocio. 
¿Qué es el ocio? 
El ocio designa una actividad que un individuo realiza por su placer, no obligado por la necesidad de participar a la sobrevivencia de la sociedad. Es una actividad que tiene un fin en si mismo. 
Una lucha importante del sindicalismo revolucionario fue hacer reconocer, en el seno del sistema capitalista, que el patrón no solamente debía pagar un salario que permitiera al trabajador reproducir su fuerza de trabajo, sino también asegurarle ocios, es decir, un tiempo no-obligado. 

Ahora bien, los sistema de opresión – el capitalismo, el Estado o el patriarcado – transforman el ocio en trabajo y el trabajo en ocio. Aquí van varios ejemplos, entre ellos el de la actividad prostitucional. 
Las tareas domésticas y la educación de los niños: un ejemplo de transformación de trabajo en ocio. 
Uno de los aportes de las feministas materialistas es haber mostrado que había actividades que las mujeres realizaban y que en realidad no eran ocio, sino trabajo, aún si no percibían un salario: las tareas domésticas, la educación de los niños… son actividades necesarias a la sobrevivencia de la colectividad. Mostraron que había una explotación del trabajo de la clase de sexo de las mujeres en beneficio de la clase de sexo de los varones. 
En Francia, la [reducción de la semana de trabajo a] 35 horas permitió a los varones recuperar un tiempo de ocio de más, y a las mujeres un tiempo de tareas domésticas de más. Hacer reconocer ese tiempo como trabajo, y no como ocio, es un verdadero desafío feminista. Aunque esto no signifique pagar un salario a las mujeres para esas tareas, sino luchar por un verdadera división del trabajo doméstico entre varones y mujeres.


La prostitución: un ejemplo de transformación de ocio en trabajo 
Uno de los planteos de las luchas feministas fue y sigue siendo luchar para que la sexualidad pueda ser, para las mujeres, una cuestión de placer y no de obligación; hacer que la sexualidad de las mujeres no tenga como único fin el placer de los varones o la reproducción de la especie, sino su propio placer. 
Ahora bien, ¿qué es la prostitución? Una actividad por la cual una persona vende una prestación sexual para asegurar su subsistencia. 
Luchar para hacer reconocer la prostitución como un trabajo sería entonces: 
1) Luchar para que la sexualidad ya no sea una actividad orientada hacia el placer, sino una actividad de subsistencia, es decir, relacionada con una obligación. 
2) Reforzar ese movimiento general de transformación de actividades de trabajo en ocio o de actividades de ocio en trabajo en beneficio de los intereses de algunas clases de individuos contra otras. 
De esa manera, algunas personas, en nombre de argumentos de apariencia humanista, reivindican la implementación de un servicio público para las personas discapacitadas. Su argumento consiste en afirmar que la sexualidad es una necesidad vital y que existiría un derecho a la sexualidad. 
Al mismo tiempo, esas personas afirman que las personas prostituidas o las personas que aseguren ese servicio lo harían como una elección. Pero cuando se les pregunta por qué no podría tratarse de un voluntariado, responden que si fuera el caso, esas personas no asegurarían ese servicio. De hecho, reconocen que las personas que aseguran un servicio sexual tarifado no lo hacen libremente, sino como una obligación. 
Ahora bien, ¿por qué el “derecho a la sexualidad de las personas discapacitadas” sería superior al derecho a una sexualidad que sea un placer para las personas que realizan prestaciones sexuales? 
De manera general, me parece que las personas que buscar hacer de la prostitución un trabajo reconocido jurídicamente se equivocan de lucha en dos niveles. Por un lado, sin darse cuenta, hacen el juego del capitalisto, permitiendo a ese sistema económico invadir más plenamente ese mercado (desarrollo de los Eros Centers). Por otro lado, luchan por la colonización por el trabajo de campos de la actividad humana que no tienen que ver con el trabajo. 
Este fenómeno de transformación del ocio en trabajo y del trabajo en ocio es, a mi entender, una tendencia general nefasta para el desarrollo de los individuos, y voy a poner otros ejemplos: 
El deporte profesional: el sistema capitalista, con el fin de generar un beneficio máximo, transformó el fútbol en una actividad profesional. Así es cómo tenemos a futbolistas pagados mucho más que médicos, y los valores del deporte a menudo sufren las consecuencias de ello. 
El voluntariado: a la inversa, algunas actividades que son necesarias socialmente tienden a no ser aseguradas por los servicios públicos y a no ser más consideradas como un trabajo, sino a ser confiadas al voluntariado y a los medios asociativos (ejemplo, las obras caritativas). 
La actividad: algunas personas sostienen que hoy día ya no hay diferencia entre el trabajo y el ocio, y que hay una sola categoría, la actividad. El sistema capitalista hace creer a la gente que, cuando trabajan para realizar un beneficio, es un ocio; o bien coloniza su tiempo de ocio diciendo que ya no hay diferencia entre los dos (ejemplo, el teletrabajo). 
Conclusión 
El debate sobre la prostitución constituye un verdadero desafío en cuanto al tipo de sociedad que queremos. 
En lugar de pelear por el reconocimiento del trabajo de prostitutx, elijo luchar por los derechos sociales para todxs como el derecho a un techo, a la capacitación, a un salario socializado en una sociedad capitalista actual. Pero más fundamentalmente, lucho por que los trabajadores se vuelvan a apropiar el control de la organización de la producción y del trabajo, para que determinen colectivamente las actividades que tienen que ver con trabajo, y las que tienen que ver con ocio, no en función de una búsqueda del beneficio, sino más bien de la utilidad social y la búsqueda del desarrollo individual. 
En ese marco, lucho por que la sexualidad se convierta para todos en un ocio, y no un trabajo. 
Aclaración de Irene Pereira: 
En el marco de esa intervención oral, me inspiré en un texto de Marx, sacado del "Capital" (Libro III), para hacer la diferencia entre una esfera del trabajo, relacionada con la necesidad, y una esfera del ocio, desinteresada. 
Sin embargo, es necesario relativizar esa distinción, que en realidad sólo tiene sentido en una sociedad en que el trabajo está alienado. Cualquier actividad humana es en realidad una actividad que tiene su impulso en una necesidad vital, y es ilusorio pensar que pueden existir actividades desinteresadas. 
Sin embargo, sea en una sociedad en que el trabajo es alienado, sea en una sociedad en que no lo es, existen actividades que no tienen que ver con el trabajo, y es el caso de la sexualidad. Marx, en los Manuscritos de 1844, describe así ese tipo de actividad en el marco de una sociedad en que el trabajo es alienado:  
Llegamos entonces a este resultado de que el hombre (el obrero) sólo se siente ya libremente activo en sus funciones animales: comer, beber y procrearm y cuando mucho, en su cuarto, en su arreglo personal, etc., y que en sus funciones humanas sólo se siente ya animal: lo bestial se convierte en lo humano, lo humano se convierte en lo bestial. Sin duda, comer, beber, procrear, etc. son también funciones auténticamente humanas. Pero en la abstracción que las separa del ámbito restante de la actividad humana, y que las convierte en fines últimos y únicos, ya sólo son actividades animales”.
Esto significa que en una sociedad en que el trabajo ya no sea alienado, esas actividades se transformarán para convertirse también en actividades más auténticamente humanas. Pero desde un punto de vista antropológico, no pueden de ninguna manera constituir un trabajo.

viernes, 24 de agosto de 2012

Sobre gustos y colores...

... no han escrito los autores, dice el refrán popular.

Significando que cada persona tiene sus gustos propios. Pero, ¿realmente son propios los gustos?

Cuando vemos que la mayoría de las niñas occidentales de hoy prefieren el rosa, jugar con muñecas, pintarse, ponerse vestiditos y joyas, y la mayoría de los varones occidentales de hoy prefieren el azul, jugar con autitos, ponerse pantalones y zapatillas, podemos preguntarnos cómo puede ser que los gustos sean tan definidos por el sexo.

Si los gustos realmente fueran propios, personales, individuales, las preferencias serían mucho más variadas entre niñas y niños, y no habría una clasificación tan clara entre "gustos femeninos" y "gustos masculinos".

Entonces, ¿de dónde viene esa clasificación por sexo?

La mayoría de la gente opina que esos gustos vienen de la naturaleza. Que estamos genéticamente diseñados, de acuerdo a nuestras hormonas o nuestros genes, para que nos gusten algunas cosas, y otras no. Y que por eso a las mujeres les gusta el rosa y los vestidos, y a los varones les gusta el azul y los pantalones.

Las mujeres que prefieren vestirse con pantalones y jugar con autitos serían algo así como excepciones, o errores de la naturaleza. Y lo mismo con los varones que prefieren los juguetes y los atuendos "femeninos".

Tomemos simplemente el ejemplo de los colores, rosa y celeste.


¿Sabían que la tradición del rosa para las niñas y del celeste para los varones se remonta... al siglo 19?

Antes de eso, los códigos de colores para lxs niñxs eran exactamente a la inversa: el celeste del velo de la Virgen María se atribuía a las mujeres (por lo pulcro, virginal, etc.), y el rojo, que representaba el poder y la guerra, se atribuía a los varones... Y antes del Medioevo, era también distinto: el azul, por ejemplo, no se atribuía a casi nada, excepto a cosas negativas, porque era muy complicado obtener ese color artificialmente...

Hoy en día, la cosa volvió a cambiar: celeste (más discreto) para los varones, rosa (heredero del rojo, color del pecado) para las mujeres.

Si ese gusto por los colores fuera "natural" o "genéticamente programado", la especie humana habría tenido los mismos gustos desde al menos la Prehistoria, porque los cambios genéticos no se hacen de un siglo para el otro. Y, por supuesto, serían las mismas en todas las culturas.

Sobre todo, no necesitaríamos imponerlos desde antes mismo de que nazca el bebé, regalando ropita celeste o rosa de acuerdo al sexo del feto, pintando la habitación con los colores atribuidos al sexo... ¿luego hablan de poder elegir? ¿Qué poder de eleccion tiene un feto o un bebé recién nacido?

Nuestra sociedad actual necesita condicionar desde muy bebés a lxs niñxs para que se identifiquen con un sexo y con un género o con otro (y ojo con salirse de la norma).

Pero la sexualización temprana de lxs niñxs, que empieza desde muy temprano, con los colores, la ropa, el corte de pelo, será objeto de otra entrada.

martes, 21 de agosto de 2012

Depilado integral, la nueva norma

Desde hace unos años, he notado una moda cresciente entre las mujeres. Una moda que, últimamente, se ha transformado en una norma: el depilado integral.

Para aquellas personas que hayan vivido en una cueva en los últimos 20 años y no saben lo que esto significa, el depilado integral es el hecho de depilarse completamente el pubis.

http://ashkahn.com/
Por supuesto, estamos hablando, básicamente, de mujeres. Porque las normas más molestas, dolorosas, antinaturales, se imponen generalmente a las mujeres.

Los varones pueden andar con todos sus pelos sueltos, y está todo bien. Las mujeres tenemos que sacarnos cada pelo de nuestro cuerpo, so pena de ser tiladas de monos, sucias, asquerosas y demás gentilezas.

Pero a mi entender, lo peor de lo peor, es la norma que se está imponiendo cada vez más, acerca de los pelos del pubis.

Ya no se trata de recortar, depilar los pelos que pueden llegar a salir del traje de baño (que tampoco debería ser una norma, sino una elección personal, pero dificil que lo sea cuando los trajes de baño para las mujeres son, justamente, lo mas diminutos posible, y los pelos femeninos vistos como una aberración): se trata de tener el pubis como el de una niña de 8 años, lampiño, suavecito, perfecta atracción para tipos con fantasías pedófilas.

He llegado a leer foros en los que varones de menos de 30 años se extrañan de ver a mujeres que no se depilan completamente, y dicen no poder tener absolutamente ningún deseo en esos casos...

Y también he leído testimonios de mujeres embarazadas que ya no alcanzan a depilarse solas, y se angustian ante la idea de tener que presentarse con pelos el día del parto, porque tampoco les da ir a depilarse la vulva a un centro estético... O que dejan de ir a la pileta o a la playa por no haberse depilado los pelos del ano y no se pueden poner la tanga (otra moda machista).

O sea, estamos hablando de gente que ya considera dejar de vivir normalmente porque una mujer tiene pelos en el pubis... ¿Estamos todxs locxs o qué?

La defensa del pelo
¿De dónde viene esa norma? De acuerdo con el periodista francés Stephane Rose, que escribió un libro al respecto, "La defensa del pelo. Contra la dictadura de la depilación íntima", la democratización de Internet llevó a la democratización de la pornografía. Y precisa: "Desde el principio de los años 2000, la depilación íntima ya no es una cuestión de moda, y mucho menos de elección o de libre albedrío: una mayoría de mujeres ya no son dueñas de sus pelos púbicos y los depilan docilmente, en distintos grados, sin cuestionar el sentido de su gesto, seguidas por un número creciente de varones también sometidos a ese dictado de la depilación".

Hoy en día en las góndolas pornográficas, los sexos femeninos peludos son una categoría "rara", como podrían ser "sadomasoquismo" o "fetichistas de los pies". Lo "normal" es que el pubis de las mujeres esté completamente depilado, lo "raro" son los pelos.

Los varones que se despertaron a la sexualidad con esas películas pornográficas forjaron su deseo, sus fantasías, con esas mujeres lampiñas, y los pelos ya les parecen raros, sucios, para nada erótico.

Personalmente, en los últimos diez años, un varón de cada dos me pidió que me depilara completamente (cosa que no ocurría antes), cosa que casi nunca he aceptado hacer. Una sola vez he cedido, con la condición de que él también lo hiciera. Vale precisar que lo hizo una vez, y nunca más, luego de constatar a qué punto le daba escozor cuando el vello volvía a crecer.

La depilación integral no siempre fue una norma en Occidente: si bien en el Medioevo las mujeres se depilaban, en la época del Renacimiento, en cambio, se dejaban crecer los pelos, y en el siglo XIX, los pelos de las axilas y del pubis eran el summum del erotismo y de la sensualidad. Basta con recordar el cuadro "El origen del mundo", de Gustave Courbet.

"El origen del mundo"

Dado que las modas van y vienen, si ahora la norma es el depilado integral, ¿quizás en algun momento vuelvan los pelos? Digo, ya no queda ningun rincón del cuerpo de las mujeres sin depilar (excepto los pelos de la cabeza...), o sea, lo lógico sería que ahora la moda haga el movimiento inverso. De hecho, en los ultimos años se han visto celebridades afichando sus pelos naturales, como Julia Roberts o Penélope Cruz.

Estreptococos dorados
Cabe recordar también que los pelos del pubis no solamente no son "sucios" (la suciedad es consecuencia del hecho de no lavarse, no de tener pelos, hagan la prueba de tener el pubis completamente depilado y de no higienizarse durante dos días, ya me contarán qué pasa), sino que constituyen una barrera, para las mujeres, contra enfermedades sexualmente transmisibles, bacterias, etc.


"La remoción del vello púbico irrita e inflama naturalmente los folículos pilosos, dejando heridas abiertas microscópicas. Para tener la piel suave, es necesario depilarse con frecuencia, causando irritación crónica en la zona rasurada o depilada. Combinado esto con el calor, el ambiente húmedo de los genitales, se convierte en un buen lugar de cultivo de los peores patógenos bacteriales", escribió Emily Gibson, directora del centro de salud de la Western University del Estado de Washington.

El autor del libro "La defensa del pelo" atribuye la conminación a tener un pubis depilado a otro factor, además de la pornografía: el mercantilismo.

¿Sabían que el mercado de la depilación generó, en Estados Unidos, ganancias por 2100 millones de dólares en 2011?

Claro, el argumento de la higiene les viene... al pelo. Y en una época en que todo tiene que ser pulcro, sin olores, sin sabores, en que lxs industriales, a través de los comerciales, nos logran vender productos que eliminan el 99,99% de las bacterias (impidiendo así que lxs niñxs desarrollen anticuerpos, y favoreciendo las alergias, pero haciéndonos creer que es por nuestra salud), es normal que la moda pornográfica de los sexos perfectamente depilados haya pegado tanto en el inconsciente colectivo.

Así es como los jóvenes de hoy están convencidos de que un pubis femenino depilado es más limpio y erótico... Sin nunca preguntarse de dónde viene ese gusto, que creerán personalísimo, cuando fue propagado por la industria pornográfica y alimentado y difundido por la industria de los cosméticos de depilación, o sea, una norma totalmente mercantil.

lunes, 6 de agosto de 2012

¿Es la sociedad feminista? La teoría de los masculinistas

Seguimos viviendo en un mundo sexista.

De eso, no cabe la menor duda. Este blog muestra cómo, aun cuando pensamos que "las mujeres ya lo tienen todo", los varones siguen teniendo una posición privilegiada (sin buscarlo, por supuesto), aunque ellos también, en menor medida, son víctimas del sexismo, a través de los estereotipos de género.

Desde hace varias décadas, las personas feministas (varones y mujeres) pelean por obtener la igualdad y abolir el sistema binario de separación de los sexos.

Mucho se ha obtenido en los últimos años en la mayoría de los países occidentales: el derecho de ir a la escuela y a la universidad, el derecho de voto, el derecho de trabajar y tener una cuenta bancaria sin autorización del marido (recuerdo que todo ello estaba vedado a las mujeres hasta no hace mucho), el derecho a tener cierto control sobre el aparato reproductor, a través de la anticoncepción (en América Latina el aborto sigue penalizado), la patria potestad compartida, etc. etc.

Algunas leyes específicas protegen a las mujeres de las violencias de las que son víctimas, como la violencia de género, las violaciones, etc., y en algunos países existen medidas de discriminación positiva para alentar la igualdad de oportunidades, siendo las mujeres discriminadas en el trabajo y en otros ámbitos.

A pesar de los avances en las leyes, la situación está lejos de ser óptima en los hechos, como lo muestra esta nota. Además, porque las mentalidades no han cambiado acerca de los estereotipos de género (la mayoría de la gente sigue atribuyendo cualidades distintas a mujeres por un lado y varones por el otro, lo cual se llama esencialismo -pensar que las mujeres y los hombres son así o asá por esencia), sigue habiendo situaciones y leyes discriminatorias tanto para las mujeres como para los varones.

Por ejemplo, la ley argentina estipula que en caso de separación, si bien la patria potestad sigue compartida, para lxs niñxs menores de cinco años la custodia es de la madre, más allá de si el padre se ocupó de ellxs en un 50% real. La custodia compartida es muy difícil de obtener. No es imposible, pero sí difícil.

Esto provoca situaciones de mucha frustración para algunos padres, que consideran que fueron injustamente separados de sus hijxs. Se acercan a asociaciones cuyas intenciones no siempre son tan buenas como lo que presentan. Muchas organizaciones de padres "injustamente" alejados de sus hijxs, en efecto, fueron creadas por padres acusados de abusos sexuales contra sus hijxs, y a los que la justicia determinó, lógicamente, que no tendrían su custodia.

Esos padres llegan a la conclusión de que la ley argentina, porque "favorece" a las mujeres, es feminista (mucho se podría decir acerca de este supuesto privilegio, con lo complicado que es, económica, psicológica y socialmente ocuparse sola de varios hijxs).

Estas personas, evidentemente, no tienen idea de lo que significa la palabra "feminista". Mucha gente sigue creyendo que el feminismo es el exacto opuesto del machismo, y busca la superioridad de las mujeres, cuando lo único que busca el feminismo es la igualdad.

O sea, las personas feministas no están en contra del principio de custodia compartida, muy por el contrario: ¿qué mejor que tener igualdad de salarios, igualdad de oportunidades laborales, igualdad en las tareas domésticas de la casa, igualdad en las tareas relacionadas con lxs hijxs, igualdad en la custodia compartida, igualdad en el cuidado de lxs hijxs en caso de separación, etc. etc.?

Sí están en contra de la custodia compartida de manera automática, porque todavía estamos en una sociedad en que son las mujeres las que se ocupan mayoritariamente de lxs niñxs, en particular cuando son bebés. O sea, si el padre se involucró tanto como la madre en el cuidado día a día de sus hijxs, es totalmente lógico que luego de la separación, la custodia sea compartida.

Pero si dejó que fuera la madre quién dejó de trabajar o redujo su horario laboral para ocuparse del bebé, que fuera la madre quien faltara al trabajo cuando se enfermaba, que fuera la madre quien se ocupara de comprarle la ropa, lavarla, plancharla, que fuera la madre quien se acordara de la fecha de visita al pediatra, que fuera la madre quien fuera a buscarlx a la escuela o fuera a las reuniones de padres, etc. etc., pues entonces también es lógico que ella tenga la custodia.

Y por supuesto, en caso de posibles abusos sexuales, es imprescindible llevar a cabo primero una investigación real antes de dar la custodia a un padre abusador (y a una madre abusadora, por supuesto, aunque la mayoría de los abusos son cometidos por el padre).

El problema es que estamos viviendo una situación de transición, entre una sociedad extremadamente machista, y otra que se encamina muy lentamente hacia la igualdad. Las mentalidades aún no han cambiado, la mayoría de los varones y de las mujeres siguen siendo sexistas y esencialistas, la sociedad sigue dividiéndose entre masculino y femenino, sea para la guerra, el deporte, o para la idea de complementariedad de los sexos, ambas ideas muy nefastas a la hora de implementar la igualdad.

Mucha gente confunde a las mujeres que siguen reclamando la exclusividad de la crianza de lxs hijxs siempre (mujeres, a todas luces, con mentalidad sexista) con las feministas, que no reclaman esa exclusividad, muy por el contrario.

Y, erróneamente, esa gente piensa que hoy en día, porque las mujeres siguen teniendo esa exclusividad, la sociedad es feminista, cuando lo que sigue siendo es, precisamente, sexista.

Esa gente se llama "masculinista". Creen que hoy en día, los dominados son los varones, en una sociedad que "privilegia" a las mujeres.

Lxs masculinistas hacen furor en países mucho más igualitarios que otros, como Canadá, pero también en Estados Unidos.

Una portavoz de ese movimiento es Esther Vilar, argentino-alemana, autora de "El Varón Domado". Su idea principal es que la mujer no está dominada por el varón, sino que, al contrario, lo controla con técnicas de seducción: "El hombre fue entrenado y condicionado por la mujer, de manera no muy distinta a cómo Pavlov condicionó sus perros, para convertirlos en sus esclavos. Como compensación por su labor, los hombres son premiados periódicamente con una vagina".

Mucho tengo para comentar acerca de las ideas misóginas y antifeministas de Esther Vilar (y sí, una mujer también puede ser misógina) y de las personas masculinistas en general, pero lo haré en otras entradas porque sino, se va a hacer eterno. Justamente con esta nota inauguro una nueva categoría, llamada "Masculinismo".

En mis momentos optimistas, pienso que es cuestión de una o dos generaciones antes de que el malentendido acerca del feminismo sea levantado. El problema es que eso depende del cambio de mentalidades, y esto último es lo más difícil de conseguir: la gente se siente más segura cuando puede encasillar a los demás, y se siente perdida cuando saltan esas casillas y las categorizaciones se vuelven más caóticas.

Entonces, reaccionan como pueden, acusando al feminismo de todos los males de la sociedad, por querer cambiarla.

Y es cierto, el feminismo pretende una verdadera revolución, no solamente algunos cambios, no solamente algunas medidas, porque toda la sociedad está basada en la separación de los sexos, y el feminismo pretende acercarlos (lo más irónico es que al feminismo, se le llama "guerra de los sexos"...). Entonces,  las personas feministas asustan, como asustaban las personas que osaban reivindicar que los negros eran seres humanos o que la Tierra no era el centro del universo.

Lo más extraño es que muchas personas masculinistas pelean contra las personas que estarían más propensas a apoyarlas: en efecto, son las personas feministas las que están a favor de que las tareas domésticas y el cuidado de lxs hijxs se compartan en un 50% real durante la relación y luego de la separación. O sea, una postura lógica de los padres frustrados por ser separados de sus hijxs luego de un divorcio sería unirse al feminismo, y no oponerse a él...

Lo que han entendido perfectamente los pro-feministas, varones antipatriarcales, etc., que no reniegan de la lucha feminista, no tildan a las feministas de "feminazis", como sí lo hacen los masculinistas, no niegan las estadísticas sobre violencia de género, violaciones, pedofilia, como sí hacen los masculinistas, y aportan muchísimo a la lucha antisexista por la igualdad.

jueves, 2 de agosto de 2012

Mitos acerca de la depilación

Estaba en falta de inspiración, y de repente, ¡zás! Una foto que me devuelve a la realidad sexista. O, más bien, fueron los comentarios a la foto los que lo hicieron.

"La pesista peluda es sensación en los Juegos"
¿Los comentarios? Bueno, los típicos: qué asco, qué poco higiénico, si tiene así las axilas, cómo debe tener la concha, qué poco femenino, imaginate los olores, etc. etc.

Entonces, es hora de aclarar algunos mitos sobre la depilación:

Depilarse las axilas es más higiénico.
FALSO - Las axilas son una cavidad en la que el aire circula poco. Esto produce un aumento de la temperatura. La transpiración permite enfriar las axilas, porque al evaporarse, el líquido absorbe el calor. Los pelos absorben la transpiración y le permiten evaporarse progresivamente, lo cual reduce la calor de las axilas. Por ende, la transpiración es regulada, y el calor disminuye.
En caso de no haber pelos, la transpiración gotea y se absorbe en la ropa. No enfría las axilas, las cuales se calientan cada vez más, aumentando así la transpiración. Las bacterias que quedan en la ropa producen el mal olor.

En el pubis, los pelos protegen contra las enfermedades sexualmente transmisibles. En las mujeres, forman una barrera natural contra las bacterias y otros microbios que pueden introducirse en la zona genital. 

Conclusión: es mucho más higiénico tener pelos en las axilas y en el pubis.

Pero sobre todo, si fuera cierto que es más higiénico depilarse, entonces los primeros en tener que hacerlo deberían ser los varones, ya que tienen mucho más pelo que las mujeres. Sin embargo, se exige sólo a las mujeres que se depilen. El argumento de la higiene, por lo tanto, cae por su propio peso.


Los pelos no sirven para nada.
FALSO - Los seres humanos tienen pelo en toda la superficie del cuerpo, excepto en la palma de las manos y debajo de los pies. La pilosidad humana fue seleccionada por la evolución, no es un simple residuo de nuestros ancestros los primates.

Como dicho más arriba, los pelos de las axilas intervienen en la regulación de la transpiración. En las piernas y los brazos, los pelos se yerguen (piel de gallina) cuando tenemos frío para disminuir la circulación del aire. También protegen la piel contra la deshidratación.
Además, permiten anticipar un golpe en una fracción de segundo, ya que tienen terminaciones nerviosas. Sin hablar del hecho de que aumentan las sensaciones producidas por las caricias.

Otro detalle que los defensores de la depilación "definitiva" con láser o luz pulsada preferirían ignorar: hace unos años, un equipo de investigadores franceses de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (Suiza) descubrió que los folículos pilosos, esos mismos que son destruidos para evitar que el pelo vuelva a crecer, contienen células madres necesarias para reconstituir el epidermis, las glándulas sebáceas y los propios folículos pilosos. O sea, estos últimos son muy útiles en caso, por ejemplo, de quemaduras graves que necesitan auto-injertos de piel.

Con los folículos pilosos del propio paciente, se podría crear piel destinada al injerto. Eso sí: si los folículos pilosos fueron destruidos por la depilación, pues adios injerto.

Conclusión: desde un punto de vista fisiológico, sacarse los pelos sólo trae inconvenientes.


Lxs cirujanxs rasuran el lugar que va a ser operado: es la prueba de que los pelos son anti-higiénicos.
FALSO - Esa costumbre quedó en el pasado. Si bien antes se creía que los pelos podían acarrear problemas higiénicos durante una operación o un parto y se solía rasurar la zona, esa práctica es abandonada por la mayoría de lxs médicxs, porque se dieron cuenta de que los riesgos de infección en realidad aumentan: durante el rasurado se pueden producir cortes, y además, el rasurado o la depilación fragilizan la piel.

De hecho, la OMS recomienda NO rasurar a las mujeres que están a punto de parir: las mujeres pueden sentirse humillada y vulnerables por el rasurado (que las devuelve al estado de "niñas"), sienten molestias cuando los pelos vuelven a crecer, y el riesgo de infección es el mismo o más importante. Es más, la OMS considera que el rasurado sistemático podría incluso aumentar el riesgo de infección por VIH y por el virus de la hepatitis, tanto para el cuerpo médico como para la mujer.


Es más sexy una mujer depilada.
DEPENDE y FALSO - Primero, se trata de una afirmación muy subjetiva, que depende de las personas, de las épocas, de las culturas. En otros siglos, las mujeres peludas eran lo más.

Segundo, en realidad, los pelos permiten la difusión y la producción de feromonas, que desempeñan un papel en la comunicación olfactiva y la atracción sexual.

Conclusión general: se puede, porque la sociedad así nos lo impone o por gusto propio, preferir las mujeres o los varones depilados. Cada cual con su gusto, sus mambos, sus preferencias (aunque me parece más honesto reconocer que nuestros gustos son, muchas veces, los resultados de una norma social). 

Pero gritar "qué asco" o invocar argumentos higienistas ante una mujer que no se depila es, como mínimo, una estupidez, y por supuesto, una marca de sexismo, ya que no se pegan los mismos alaridos ante un varón que no se depila.

Sin hablar, claro, de la pérdida de tiempo que representa la depilación, el costo (cremas, aparatos, institutos..), y la contaminación (industria de las cremas depilatorias y de las maquinitas deshechables).

Gracias a "Mara" por el enlace a la foto.

Edit: Recomiendo una nota sobre una periodista cansada de tener que depilarse, y decidió dejar de hacerlo durante 18 meses, para ver qué pasaba. Y el video, en inglés, en que es entrevistada en la tele.