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sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Vayan a quejarse a Quilmes!

Hay un dicho popular muy bueno que dice: no se queje si no se queja.

Les propongo invadir la página Facebook de Quilmes (por ahora no hace falta darle a "Me gusta", se puede escribir en el Muro así nomás) con explicaciones de por qué su última publicidad es nefasta, engañosa, mentirosa y terriblemente machista.

Supongo que irán borrando las quejas (por ahora no borraron mi comentario), pero al menos sabrán que hay mucha gente a quien no le gusta que hagan pasar gatos por liebres.

¡¡Todxs al Facebook de Quilmes!!

EDIT del 1 de enero: también pueden quejarse en la página de Facebook de la súper creativa empresa publicitaria que hizo el comercial, haciendo clic aquí (gracias Mariel por el dato).
Y enviar una queja al Observatorio de la Discriminación en la Radio y la Televisión.

Quilmes, ¿por qué no abrís un diccionario?

Para despedir al 2011 como se debe, Quilmes nos está infligiendo en estos días un nuevo comercial sexista... Ojo, quiere ser un comercial "igualitario". Es más, promueve el "igualismo" y todo.

¿Cómo lo hace? Pues es simple: muestra a un ejército de mujeres por un lado quejándose de los varones (con las quejas de siempre: los varones son infieles, mentirosos, etc.), y por el otro, un ejército de varones quejándose de las mujeres (las mujeres son mandonas, hincha pelotas, nos vacían la tarjeta de crédito, etc.).

Salen a la guerra, y cuando llega el momento del impacto... una cerveza los reconcilia, y una voz nos explica que "cuando el feminismo y el machismo se encuentran, nace el igualismo"...

No, no, les juro, es auténtico, no lo he inventado yo.

O sea, Quilmes propaga la falsa idea de siempre de poner como antagónicos a feminismo y machismo, como si el feminismo fuera la lucha por la superioridad de las mujeres.

Basta con abrir un diccionario para enterarse de lo que significa la palabra "feminismo" (lucha por la igualdad). Palabra a la que, a todas luces, confundieron con la palabra "hembrismo".

Pero la frutilla del postre es lo que Quilmes propone como revolución igualitarista: la mujer le propone al varón lavar su ropa íntima a mano, y el varón le propone a la mujer usar una extensión de su tarjeta de crédito...

En resumidas cuentas, la revolución igualitarista, para Quilmes, consiste en que las mujeres acepten hacer las tareas domésticas con placer, y en que los varones acepten felices ser los únicos proveedores del hogar...

¡¡Guau!! ¡¡Qué revolución!! ¿No será mucho, che?



Y con esta joyita, que encima está plagiada de otro comercial, me despido del año... 

Ojalá el 2012 sea el de la legalización del aborto en América Latina... Me suena a deseo reiterado... Bueno, algún día terminará por cumplirse, ¿no?

jueves, 29 de diciembre de 2011

Estereotipos de género explicados por una niña de tres años

Cuando me quejo del sexismo y de los estereotipos de género, lo hago, sobre todo, por las próximas generaciones. Son lxs niñxs que estamos educando, formateando, para que piensen que varones y mujeres son radicalmente distintos. Son ellxs las primeras víctimas de las publicidades sexistas, del lenguaje sexista, del esencialismo

Muchas veces me retrucan: somos lo suficientemente inteligentes como para entender que una publicidad como la de Clear es humor y nada más.

Sí, tal vez algunos adultos. ¿Pero lxs niñxs? Ellxs, por lo general, no entienden el segundo grado. Si ven un comercial que dice, con un tono de hartazgo: "Las mujeres son complicadas porque usan 200 productos distintos para la piel", pues se lo toman en serio, y asimilan la idea de que las mujeres son hincha pelotas... cuando claramente, las mujeres también son producto de una sociedad sexista y consumista que les incita a pensar y actuar de tal o cual manera.

Esto que digo, una niña de tres años fue capaz de entenderlo.

En el video siguiente, se ve a una niña estadounidense, Riley, que se indigna ante la separación por sexo de los juguetes en una juguetería.

Le parece totalmente injusto que se incite a las nenas a jugar con juegos de princesas, y a los nenes con super-héroes. Considera, con razón, que a una nena le puede gustar los juegos de super-héroes, y a un nene, un juego de princesas. Y entiende perfectamente que la libertad no existe realmente, si la sociedad (en este caso, una juguetería) ordena las cosas como para que parezca "natural" que a las nenas les gusten las princesas y a los nenes, los super-héroes.



En los comentarios, algunxs se indignan ante lo que llaman "adoctrinamiento" de la nena. Sí, puede ser que esas ideas no hayan salido solitas de su cerebro, y que haya sido influenciada por sus padres para pensar lo que piensa... exactamente como los gustos de lxs niñxs tampoco se auto-generan, también son "adoctrinadxs" de manera sexista.

Si los gustos fueran tan "naturales", ¿qué necesidad habría de pintar las habitaciones de rosa o celeste, de vestir a recién nacidos de rosa o de celeste? ¿Puede realmente un bebé de un día de vida decir si le gusta más el rosa o el celeste?

Si se viste a un bebé de color celeste desde que nació y si ese bebé escucha, desde que nació, que el color rosa es "para las nenas", ¿no es esto un adoctrinamiento y un lavado de cerebro también?

Lo mismo con los juguetes.

En esta época navideña y de regalos, militar por que las jugueterías dejen de separar los juguetes de acuerdo a los sexos sigue siendo absolutamente vital para luchar contra los estereotipos de género.

Si una niña de tres años logró entenderlo, ¿por qué algunos adultos se siguen haciendo los desentendidos y defendiendo con uñas y dientes los estereotipos de género?

martes, 27 de diciembre de 2011

¿Penalizar el aborto?

"Las mujeres no saben lo que quieren", se escucha cada tanto por ahí, en un enésimo estereotipo de género. Las mujeres, presas de un doble estándar de moral (lo que se permite a los varones les es vedado a ellas), y empantanadas en los contradictorios mandatos de la sociedad (si te acostás la primera noche, sos una chica fácil, si no lo hacés, sos una cerrada; si no te ponés minifaldas y tacos altos sos un marimacho, si lo hacés, te vestís como una puta; etc. etc.), pueden llegar a tener actitudes contradictorias.

Como todxs, diría yo.

Cuando se pregunta acerca del aborto, mucha gente dice estar en contra de su legalización y a favor de su penalización. Pero cuando se pregunta a esas mismas personas si piensan que las mujeres que abortan deberían ir a la cárcel, ése es el resultado:



La gente, ¿sabe de qué habla cuando habla del aborto?

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Las mujeres y los piropos, de víctimas a victimarias

Sigo con otro documento sobre acoso callejero, "piropos" y demás comentarios sexistas que, se supone, deben halagarnos.

Su autora es Diana Maffía, doctora en filosofía, diputada de la Ciudad de Buenos Aires (por el ARI, 2007-2011), investigadora y autora de muchas publicaciones.

Escribió una ponencia para un congreso sobre "Violencia, maltrato y abuso: víctimas y victimarios" que tuvo lugar el 10 al 12 de noviembre pasado en Buenos Aires. La idea, explicó era "mostrar cómo el patriarcado nos desplaza del lugar de víctimas al de victimarias cuando se trata de violencia simbólica".

Es un poco largo, pero vale la pena leerlo completo. Lo pueden copiar donde quieran, siempre citando la fuente (lo subrayado en negrita lo hice yo).

Chistes, piropos y minués: las estrategias del macho acorralado 
Diana Maffía 
Definitivamente, las feministas somos unas amargas. Vemos machismo, patriarcado, androcentrismo, homofobia, lesbofobia, transfobia y violencia incluso en las situaciones más divertidas. Eso nos pone en un raro lugar: somos víctimas de permanentes ataques simbólicos, y a la vez victimarias por arruinar con nuestras respuestas destempladas las situaciones que gran parte de la sociedad considera entretenidas, glamorosas, seductoras, caballerescas, románticas y hasta corteses. Y lo peor de la confusión es que como pertenecemos a esa misma sociedad, tales situaciones también tienen eficacia simbólica sobre nosotras, también nos reímos y emocionamos con ellas; sólo que un Pepe Grillo feminista nos susurra al oído permanentes advertencias analíticas para que no caigamos en la trampa, para que no seamos literales, para que no sonriamos amablemente –como es de esperar- a los gestos corteses.
 “¿Qué quieren las mujeres?” se preguntaba Freud, y el error de nosotras era estar expectantes a su respuesta. Mi propuesta de hoy es muy modesta. Contar algunas anécdotas, señalar algunas situaciones que encienden mi alarma, procurar tímidamente un puente comunicativo para hacer grietas en los implícitos sociales y generar vínculos que no lesionen con su reiteración a ningunx de lxs participantes en ellos.
Cuando inicié la carrera de filosofía, un profesor llamado Adolfo Carpio me dijo: “¿qué hace usted acá, no sabe que las mujeres no pueden hacer filosofía? Tiene lindos ojos, aprenda repostería y búsquese un novio”. Me ubicaba así en una disyuntiva común a muchas mujeres profesionales: o carrera o familia. La filosofía era un sacerdocio que requería no ocuparse del trajín de la vida cotidiana, por eso era para varones, que como todo el mundo sabe vienen equipados con mujeres que se dedican a las tareas de reproducción y cuidado, entonces ellos no deben renunciar a nada que les corresponda para dedicarse a la vida contemplativa. Esta deliberación es objeto de muchas indagaciones feministas, de excelente nivel, que ponen eje en el quiebre subjetivo de las mujeres que deciden innovar. Como ejemplo diré que en una investigación sobre carreras científicas de varones y mujeres, encontramos como dato significativo que el 25% de los investigadores superiores del Conicet eran solteros (su carrera era un sacerdocio) pero esa cifra trepaba al 75% en las mujeres, además de tener muchas menos oportunidades de llegar a la cima. 
Muchos años después, ya doctorada y con el permanente esfuerzo de equilibrar familia y trabajo, ocupo la cátedra que fue de Carpio. Últimamente he pensado si no será un gozo enfermizo estar en este lugar, si fue una aspiración verdadera o movida por el desafío y la revancha. Y eso me lleva a reflexionar sobre los deseos de las mujeres y su concepto de éxito. Tenemos paradigmas que producen indicadores precisos de lo que la sociedad reconoce como éxito personal y profesional, y el costo subjetivo de esos indicadores para las mujeres es doble: si acompañan a un varón exitoso, es posible que tengan a su cargo la parte menos glamorosa de ese éxito vicario; si ellas mismas lo son, es posible que alcanzada la meta no encuentren la felicidad prometida sino una incomprensible insatisfacción. Para las innovadoras, que decidimos desafiar la dicotomía conciliando familia y profesión, la culpa de no alcanzar el ideal de perfección en ninguno de los roles (que obviamente requieren la renuncia al otro) es permanente. 
Asi las cosas, claro, no estamos para chistes. Sin embargo nos hacen chistes! Cuando me recibí, el profesor Eduardo Rabossi me felicitó haciéndome el extraño homenaje de contarme un chiste, precisamente este: Un hombre decide contratar una prostituta. Va a su departamento y encuentra que entre los previsibles adornos sugerentes había una pequeña biblioteca. Se acerca curioso y ve en ella libros de Kant, de Hegel, de Wittgenstein… Toma uno de ellos y ve que está subrayado y con acotaciones manuscritas. Le pregunta de quién son esos libros y la prostituta contesta que son de ella, que es filósofa. El hombre, extrañado, le pregunta cómo siendo filósofa trabaja de prostituta, y ella le contesta: “tuve suerte”. Fin del chiste. No me reí. Quedé como una amarga con mi profesor de derechos humanos. 
Una brillante alumna mía, muy linda, terminó su carrera y no logró una beca o una plaza docente para comenzar a trabajar. Terminó de mesera en un restaurante muy caro de Puerto Madero, en plena era menemista, al que concurrían políticos y empresarios favorecidos por el gobierno (dicho sea de paso, algunos siguen concurriendo y siguen siendo favorecidos, pero ese es otro tema). Uno de los clientes en particular era muy pesado, con comentarios subidos de tono sobre su aspecto físico dichos a los gritos y festejados por sus contertulios. Un día mi alumna decidió contestarle con una frase de Nietszche. El diputado, sorprendido, le preguntó de dónde había sacado eso y ella le dijo que era filósofa. La pregunta fue inmediata: “¿y qué hacés trabajando aquí?”, y la respuesta de ella también: “esta es la Argentina en la que vivo, yo soy mesera y usted es diputado”. Los contertulios festejaron el chiste, el político no se rió, ella sintió una satisfacción interior que duró poco porque ese mismo día la echaron de su trabajo por hacer comentarios indecorosos a los clientes. 
¿Podemos reaccionar a la violencia de los chistes y los comentarios que nos ponen como objeto pasivo de frases soeces bajo la pretensión de ser piropos, cuando todo el sistema opera contra nuestra vivencia de esas situaciones? La observación rompe un código, a veces violentamente, y entonces pasamos de víctimas a victimarias. A veces ni siquiera tenemos la oportunidad de intervenir, porque la frase se refiere a nosotras pero se pronuncia entre machos en un intercambio que nos excluye y que tiene que ver con el derecho de propiedad. Porque como decía Locke en “Dos Tratados sobre el Gobierno”, para justificar filosóficamente la necesidad del pacto social que dio origen al Estado Liberal Moderno, la violencia entre los seres humanos es consecuencia de la lucha por la propiedad; y hay dos cosas que producen el máximo conflicto entre los seres humanos: la propiedad de la tierra y la propiedad de las mujeres. El pacto social, precedido del pacto sexual, reguló ambas propiedades dando origen a la familia nuclear y garantizando así la legitimidad de la progenie para cuidar la herencia en la acumulación de capital. 
Los ambientes ilustrados no están libres de estos métodos disciplinadores del lugar de las mujeres. Cuando finalizaba la dictadura, comenzamos en la UBA un movimiento de estudiantes y graduados que permitiera recuperar las autoridades legítimas una vez alcanzada la democracia. Se creó así una Asociación de Graduados que hizo su primera elección. Los candidatos a presidirla éramos Silvio Maresca, un filósofo muy ligado a la política del peronismo , y yo, una pichi. Inesperadamente gané esa elección, y entonces Silvio le dijo a mi marido, también graduado en filosofía: “te felicito, ahora tenés una mujer pública”. No me lo dijo a mí, se lo dijo a él, que recibió así la advertencia de que un hombre que deja que su mujer circule por los espacios de poder de la política debe aceptar que reciba el calificativo con el que se describe a una prostituta: una mujer pública, una mujer de la calle, una mujer que no es de su casa y por eso ha renunciado a ser de un hombre para estar disponible para cualquier hombre. 
Y así seguramente se lo enseñan a los hombres. Los cuerpos que circulan en la calle son cuerpos disponibles, y si no dan señales inequívocas de recato son cuerpos abordables sin permiso por el solo hecho de estar allí. Abordables físicamente y simbólicamente, con manoseos o con pretendidos piropos que nos ponen en situación de presa y a ellos en situación de dominio. 
Salgo de mi casa un día de lluvia para un acto protocolar a la mañana, vestida con más cuidado que de costumbre. En la vereda hay un hombre acostado sobre unos cartones, totalmente borracho, harapiento que daba pena, y cuando paso me dice: “te haría cualquier cosa”. Ese hombre que no podia ni siquiera ponerse en pie, abandonado de todo, no había perdido sin embargo su poder patriarcal sobre mí, su poder de incomodarme y ubicarme en una situación pasiva que sólo podía ser respondida de modo desagradable o cambiando el código. Otras veces lo he hecho, ante ese habitual comentario “decime qué querés que te haga, mamita” pararme, mirarlo y decir: “recordame el teorema de Göedel”, o “recitame la Odisea en griego”. La respuesta produce pavor, la mirada del piropeador se llena de espanto: la violenta soy yo. 
Los comentarios sobre nuestro aspecto físico nos desvían de nuestro lugar de interlocutoras a objeto. Incluso cuando pretenden ser amables nos están sacando de la relevancia del argumento para poner de relevancia nuestro cuerpo sexuado. A veces la violencia es más explícita, y cuesta menos verla. En una manifestación docente donde hay represión policial encuentro a un diputado kirchnerista con sus asesores. Me pregunta con ironía qué hago allí, y yo le digo qué hace él que no está procurando que su gobierno no reprima la protesta social. El, molesto y bajando un poco la mirada de mi cara me dice “¿por qué te pusiste ese escote?”, sus compañeros se ríen, yo le repregunto “¿qué te pasa, extrañás a tu mamá?”, sus compañeros se ríen más. La violenta soy yo que lo pongo en ridículo ante sus subordinados. 
Otras veces el comentario es menos burdo, y simplemente nos retrae del lugar donde nos habíamos instalado. En una sesión legislativa salgo de mi banca y me acerco a un diputado del hemiciclo opuesto para reprocharle uno de los mil modos de mala praxis legislativa que acostumbran. Mientras le estoy diciendo que faltó a su palabra me interrumpe: “ahora que te veo de cerca, qué lindos ojos tenés”. ¿Tengo que alegrarme, sentirme orgullosa de algo en lo que no tengo ningún mérito, cambiar mi enojo por un agradecimiento a su observación gentil? Opto por reprocharle doblemente su falta de palabra y el comentario desubicado y quedo como una amarga. La víctima es él: dijo algo agradable y se encontró con mi respuesta destemplada. 
La filósofa mexicana Graciela Hierro, especialista en ética feminista, nos advertía sobre estos modos que toma el patriarcado para imponerse a los que llamaba “el trato galante”. Socialmente aparecen como un signo de caballerosidad, pero nos ubican en un papel de debilidad, de objeto de tutela, de incapacidad, de pasividad superlativa. Los usos sociales están llenos de mandatos que los varones pueden tomar como lo que se espera de ellos, y muchas mujeres como signos de protección masculina.  
Mañana se cumplen 60 años del voto femenino. Quizás sea oportuno recordar que hasta ese momento el código civil nos ponía con los incapaces, los presos, los dementes y los proxenetas para fundamentar nuestras ineptitudes para la política. Cuando luego de muchos años de lucha del socialismo feminista, y por expresa voluntad de Eva Perón, la ley de sufragio femenino finalmente llega a un recinto formado exclusivamente por varones, los argumentos en contra cubrieron  todo el arco: desde señalar la natural incapacidad de las mujeres para la vida pública, a decir que ibamos a votar lo que nos dijera el cura y la iglesia iba a aumentar así su poder político, o ensalzar las más altas virtudes femeninas que nos destinan a la excelsa tarea divina de cuidar a nuestras crías (lo que logicamente está reñido con la disputa electoral), o describir la politica como un pantano donde no debería posarse el delicado pie que cual pétalo de rosa sostiene nuestra gracia, y como último recurso generar pánico recordando que nos volvemos locas una vez por mes y así existía la alta probabilidad de que en ese estado de enajenación temporal una cuarta parte de nosotras esté a la vez menstruando y decidiendo los destinos de la patria. 
Para esos patriarcas de la democracia, que ya contaba con una “ley del voto universal y obligatorio” que no sólo nos excluía del universal sino que no registraba siquiera la exclusión, eso éramos las mujeres. Ellos sí tenían una respuesta, no como Freud que nos dejó esperando. 
Procurando hacer un ejercicio de empatía, comprender cuál es la reacción de quien tiene esta visión de las mujeres ante los avances que el feminismo nos ha procurado en tantos órdenes de la vida, pienso que hay una percepción de cierta masculinidad de estar en retroceso. Una vivencia del poder sustancial y del territorio que torna amenazante el ingreso de las mujeres a las
instituciones y a la vida pública, todavía ahora. La pérdida del monopolio de la palabra no alcanza para abrir el diálogo. El diálogo tiene condiciones lógicas, semánticas, éticas y políticas, no se trata de hablar por turno y menos aún de arrebatar el micrófono. Y ni hablar si se usan dos micrófonos, como hace la presidenta desde el atril! 
Eso es lo que llamo “el síndrome del macho acorralado”, que es victimario violento y a la vez víctima, que me desvela cuando pienso en las formas de lograr una sociedad incluyente de verdad, y que me inspira para decir toda vez que puedo a modo de letanía pedagógica que “cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede”.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Muy buena nota de humor sobre el acoso callejero


Me gusta particularmente el último párrafo. Siempre me asombró que los varones se quejaran de que las mujeres hablamos de tamaño, provocándoles inseguridades y complejos, como si nosotras no sufriéramos constantemente de la comparación con los cuerpos de otras mujeres. Cada vez que se muestra a una mujer en pelotas en un comercial, nos echan en cara cuán imperfectas somos con nuestros cuerpos sin photoshop. Recuerdo en particular un ex mío, que se la pasaba hablando de los pechos de sus ex, pero que se quedó súper traumado cuando empecé a hablar del pene de mis ex... Imagínense si los comerciales mostraran varones con pitos enormes... Ahí sí se podrían quejar de la dictadura del tamaño...
Muchachos, aflojen con las tetas 
El varón argentino tiene cierta debilidad por las glándulas mamarias femeninas, tal como lo comprueba en estos días de calorcito nuestra columnista. De lo difícil que es ser mujer en un mundo de hombres babosos.
Por Mariana Enriquez 
Hace calor y tengo que andar con guardaespaldas. Sucede que, a juzgar por las reacciones que recolecto en la vía pública, el hombre porteño no está acostumbrado a ver un par de tetas. Es la única explicación que le encuentro a lo que ocurre cada vez que salgo a la calle. Me explico: yo no tengo las tetas de Virginia Gallardo. Tengo tetas de mujer normal. No son pequeñas, son lindas, pero de ninguna manera estamos hablando de una situación macromamaria. Y el resto de mi cuerpo y mi cara no son los de Luisana Lopilato: soy una mujer grande. No obstante, no puedo caminar sin que se me arrojen –el verbo no es exagerado– encima hombres babeantes e idiotizados. Todos mayores de 30, debo aclarar: los jovencitos registran mi edad y, me parece, son más educados. Nomás esta semana me hizo gestos con la lengua un señor en el subte (me dio un poco de vergüenza por él, entremezclada con las ganas de tirarlo por la ventanilla), un tachero casi se mata porque tanto elogiaba mis mamalias que casi se lleva por delante un 39, otro tachero me miraba las tetas a través del espejo de su coche siendo yo pasajera –me bajé después de explicarle que su comportamiento no era halagador ni simpático, pero no lo entendió. ¿Y cómo va a entenderlo si cada varón lo hace?
Sigo: otro me interceptó en la cuadra y medio que me cortó el paso; mi señor marido iba cuatro metros adelante, cargando dos bolsas de carbón, y no se dio cuenta de nada. Nunca se da cuenta de nada porque es nacido y criado en el primer mundo y allá los varones no se tiran arriba de las tetas de las mujeres. Entonces, cada verano tengo que recordarle que nunca debe dejarme sola por la calle cuando me acompaña, siempre de la manito como tórtolos, porque si no soy acosada. Ayer él hizo un leve intento de explicación sobre el comportamiento de sus congéneres. A ver, quise saber yo, ¿por qué miran tanto las tetas? ¿Qué les llama la atención? ¿Es porque ustedes no tienen? Yo no tengo pene ni testículos y no ando mirando la entrepierna de los hombres, preguntándome si éste estará circuncidado, si aquél la tendrá grande, si el otro la tendrá chica y corta, si el de más allá finita y larga, si el de la izquierda es un caso de berenjena y el de la derecha, uno de zanahoria. No me pregunto si tienen los testículos claros u oscuros, muy peludos o suavecitos. ¡Y me gustan los genitales masculinos, yo no soy de esas mujeres que hacen mohínes y falsos asquitos! ¡Me gustan! (Solamente impresiona que estén tan desguarnecidos, digamos, es un poco impresionante que todo sea tan externo, yo viviría paranoica si fuera hombre). 
En fin, mi señor compañero ensayó una explicación sobre la curiosidad masculina, el hecho de que “mirar tetas jamás es aburrido” y que por eso en el Reino Unido se las llama “fun bags”, que quiere decir “bolsas para divertirse”. Finísimos los británicos que tienen una larga obsesión macromamaria, expresada en las chicas de los tabloides, desde Samantha Fox (¿quién se acuerda de ella?) hasta Jordan, la novia del bañero de Marley. Ahora está siguiendo ese camino nuestra Luisana, que está recontra buena (yo no sé qué hace con ese crooner de cuarta, rubito lechoso para colmo). 
Cuestión que no pienso taparme como religiosa integrista para evitar la gritería y las murmuraciones callejeras: me la banco. Sepan, no obstante, que son unos ordinarios y malas personas, y que si en uno de sus acosos súbitos se los lleva puesto un colectivo o se desnucan en las escaleras del subte, me voy a alegrar sinceramente –a principios de semana, uno que me susurró al oído trastabilló cuando bajaba hacia la estación Dorrego y no lo empujé para no ir presa–. 
Están avisados, porque un día me voy a dar cuenta de que nadie mira y les daré la estocada o el empujón final. 
Otra cosa: me revientan profundamente las mujeres que se quejan porque yo me quejo de que me miren las tetas y me dicen “ay, más querría yo, que soy una tabla”. Pues si las traumatiza ser tablas, cómprense prótesis. Y si les da miedo la operación, hermanas mías, cómprense corpiños con relleno. Y si tampoco les cierra eso, déjense de joder. Yo sé que cuando una flaca se queja porque no puede ganar peso, es altamente insoportable: todas las excedidas nos ponemos de un malhumor infernal y las declaraciones de la flaca nos molestan sobremanera. Bien: en esto me solidarizo con las flacas. Está buenísimo tener lindas y grandes tetas pero caminar con ellas por la calle en verano es desgraciado. No sé quién me dijo la otra vez que si me molesta tanto, evite los escotes. Que me ponga cuello alto, con este calor. Esa mentalidad, amigos y amigas, es exactamente la misma que señala con el dedito acusador a una mujer abusada o violada por lo que llevaba puesto, si la pollera corta o el vestido provocativo. Esa es la mentalidad del “algo habrá hecho”. Yo no soy la que está en falta, a ver si lo entienden: los que tienen que cambiar son ellos. Ellos son los brutos. Yo ejerzo mi derecho y repito: me la banco. No llego destrozada y llorando a casa. No me ofenden tan profundamente. No. Me molestan y me dan vergüenza y me hacen pensar que, si no estuviera felizmente acompañada por un hombre normal, mi compañía sería un dildo. 
Otro me dijo: “Ay,pero ustedes las mujeres si no les dicen cosas se deprimen”. Y sí, está lleno de idiotas el mundo, alguna boluda así hay. 
Además, cada verano me desconcierto con este tema de las tetas. ¿Acaso la obsesión del hombre porteño no es el culo? Ahí yo jamás descollé, más bien todo lo contrario, así que ignoro lo que sufren las compañeras culonas. Durante mucho tiempo pensé que lo del culo era absolutamente excluyente, basándome en tantas revistas que ubican la cámara tan cerca del orificio anal que, con esfuerzo, se puede ver el esófago (notable, además, cómo el photoshop puede limpiar granitos y forúnculos, habitantes de todo culo por más lindo que sea). Parece que no, que son las dos cosas. Pero es más culo, ¿no? Hace unos años fui a Brasil y vi una revista dedicada nomás a culos, sin caras, sin cuerpos, sin nada. Onda Frankenstein. Y para heterosexuales, quiero decir, eran todos culos de mujeres. ¡Qué manera de cortarnos a pedazos! Y después más de uno anda lloriqueando cuando las mujeres hablamos de tamaño y qué se yo. Cuánta susceptibilidad. Yo les digo a los señores varones heterosexuales que no se bancarían ni un solo día dentro de un cuerpo de mujer. Se desintegrarían de tanta presión y exigencias y miradas y cuchicheos y envidias, tetas grandes, panza chata, culo alto, brazos delgados, mejillas tersas, muslos finos, tobillos idem. No tienen idea de lo que es vivir la vida en pedazos. 

lunes, 28 de noviembre de 2011

¿Sabían que los comerciales sexistas están prohibidos en Argentina? Señores y señoras de la publicidad: vayan enterándose

Tanto que me quejo de las publicidades sexistas y de que nada se haga al respecto, hasta que por fin, algo se hizo.

Resulta que, vayan enterándose las agencias de publicidad, la discriminación sexista a través de los estereotipos de género no solamente es fruto de mi imaginación productiva. También está prohibida por ley en Argentina.

En efecto, existe la Ley 26.485, llamada Ley de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales

Esa ley reconoce explícitamente que la violencia contra las mujeres no solamente es física y psicológica, sino también simbólica. Es decir, difundir mensajes discriminantes o que promuevan estereotipos de género, es una forma de ejercer violencia contra las mujeres. Algo por lo que vengo peleando desde hace años, tratando de hacer entender, en este blog, que las manifestaciones de sexismo aparentemente anodinas, como en las publicidades, forman parte del gran sistema sexista que rige la sociedad (ver más abajo los detalles de la ley).

Ahora bien, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión acaba de señalar dos publicidades de la cerveza Schneider por su "fuerte mensaje discriminatorio" y por su "violencia simbólica".

Se trata de los avisos "Segunda" y "Hermana", creados por la agencia Ogilvy Argentina.

En "Hermana", de acuerdo al Observatorio, "la mujer aparece absolutamente cosificada, se la entrega como un bien preciado, sin voluntad propia".



En "Segunda", el Observatorio, compuesto por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, el INADI y el Consejo Nacional de Mujeres, consideró que en el mensaje existe "racismo estético, con estigmatización y discriminación por apariencia física".



El Observatorio no censura ni condena. Simplemente señala. En el caso de Schneider, la empresa retiró los comerciales.

Yo creo que habría que empezar a imponer multas muy altas, porque de nada sirve señalar una publicidad sexista si no hay castigo y si atrás vienen otras diez. El dinero recaudado podría ser entregado a ONGs de lucha contra la violencia de género, por ejemplo, que tanta plata necesitan para su imprescindible labor.

En el sitio del Observatorio podrán encontrar más información y todos los argumentos de ese organismo para señalar los comerciales.

También podrán leer un interesantísimo informe sobre el panorama de la discriminación en los medios audiovisuales.

La ley 26.485 explicita en su Artículo 6:

Inciso f).- (...) el CONSEJO NACIONAL DE LAS MUJERES dispondrá (...) las acciones necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la difusión de mensajes o imágenes que:
1) Inciten a la violencia, el odio o la discriminación contra las mujeres.
2) Tiendan a perpetuar patrones sexistas de dominación masculina o alienten la exhibición de hechos aberrantes como la intimidación, el acoso y la violación.
3) Estimulen o fomenten la explotación sexual de las mujeres.
4) Contengan prácticas injuriosas, difamatorias, discriminatorias o humillantes a través de expresiones, juegos, competencias o avisos publicitarios.
A los efectos de la presente reglamentación se entiende por medios masivos de comunicación todos aquellos medios de difusión, gráficos y audiovisuales, de acceso y alcance público.

Y en su artículo 11, inciso 8:
d).- En los términos de la presente reglamentación se entenderá por “sexismo” toda expresión, oral, escrita, gráfica o audiovisual, que naturalice las diferencias construidas social e históricamente entre los sexos, justificando situaciones de desventaja y discriminación de las mujeres, fundadas en su condición biológica.




lunes, 24 de octubre de 2011

Clear, el manual de los estereotipos sexistas

Cuando pensábamos que no se podía hacer publicidades más sexistas que las ya existentes... llegó Clear.

Y no es solamente un comercial: son decenas de comerciales que nos explican que "la cabeza del hombre y de la mujer es diferente" y por eso necesitan un shampoo distinto. Sigue una serie de estereotipos sobre cómo varones y mujeres piensan distinto, llamado "Manual de las diferencias". 

¿En qué piensan distinto? Pues lo de siempre: los varones son prácticos, pragmáticos, no les gusta hacer compras, no les gusta cuidarse, no les gusta perder tiempo en cosas superficiales, son más próximos al orangután que al ser civilizado y a las mujeres les encanta perder hooooras en los shoppings, ponerse miles de cremas, cuidar su apariencia en los más mínimos detalles, que las mimen y las cuiden, etc. 

También nos explican, por ejemplo, que "los hombres y las mujeres aman diferente". Ya se imaginarán la cantidad de estereotipos sexistas pronunciados por segundo...

En los comentarios de los videos en You Tube, aparecen algunas voces (entre las cuales la mía) que se elevan contra el carácter sexista de estos comerciales.

Y muchas otras contestan, típicamente, que no es sexismo, es humor.

Me asombra la constancia con la cual algunos seres humanos se niegan a entender lo que es el sexismo, y la energía que ponen en negarlo cuando se manifiesta.

Sexismo es hacer una discriminación (diferenciación) por sexos. Decir "los varones no expresan sus sentimientos"o "las mujeres son superficiales" es tan sexista como es racista decir "los argentinos son todos corruptos" o "los judíos son avaros".

Muchos comentarios minimizan el impacto de estos comerciales y alegan que se trata solamente de humor, que no los tenemos que tomar tan a la tremenda.

Esto es ignorar por completo los mecanismos cerebrales que se activan ante la repetición de un mismo mensaje, sobre todo en lxs niñxs. 

En lo ideal, lxs niñxs no deberían mirar televisión. Pero se calcula que hoy en día, lxs niñxs ven, en promedio, unos 50 comerciales por día. Hasta hay programas para bebés de 0 a 3 años... 

Si estos comerciales repiten sin cesar que los varones son de tal manera y las mujeres de tal otra, ¿cómo se puede creer que esto no va a tener el más mínimo impacto en su forma de considerar a los varones y a las mujeres?

Nuevamente, les recomiendo leer los estudios sobre el impacto de las publicidades en los procesos cerebrales. Hoy en día las marcas pagan a neurólogos para que estudien lo que se llama el neuromárketing, o cómo impactar de manera más eficiente en el cerebro de los consumidores.

Si las marcas gastan miles de millones de dólares en publicidad y neuromárketing, es porque los comerciales tienen una influencia de la que no nos percatamos. Y así como retenemos inconscientemente tal o cual marca, también retenemos, integramos, asimilamos mensajes sociales que se transforman en mandatos, sobre todo cuando somos niñxs y todavía no tenemos espíritu crítico.

Francamente, ¿puede un  niño de 5 años entender que la publicidad de Clear es humor y no una verdad científica?



Y para las personas que siguen creyendo el cuento de que los varones piensan de tal manera y las mujeres de tal otra, les recomiendo la lectura de las entradas de la categoría Esencialismo de este blog.

miércoles, 12 de octubre de 2011

En Europa no suceden esas cosas... bis.

Un simple recordatorio de que el sexismo es algo universal y no solamente reservado a los países llamados "en vías de desarrollo", tal como ya lo había publicado en una entrada anterior sobre una publicidad sexista en Francia.

El sexismo, y en particular el esencialismo, son flagelos de los que difruta la humanidad entera.

A modo de prueba, estos potecitos de comida para bebés, de la marca francesa Bledina, que rezan en la etiqueta: "Las ideas de Mamá".


Porque es bien sabido que solamente las mamás tienen buenas ideas para alimentar a sus bebés, porque las mujeres tienen un gen especial para ocuparse adecuadamente de su prole (preciso, para lxs que no se dieron cuenta, que estoy siendo sarcástica)...

Pero claro, viniendo de una marca cuyo eslogan es: "Del lado de las mamás", y que desvía una frase de la feminista Simone de Beauvoir para crear otro eslogan absolutamente sexista en ese contexto: "Una mujer no nace madre, se hace", qué se puede esperar...

viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Nivelar hacia abajo?

Algunas veces me sorprendo alegrándome de que a los varones les ocurran las mismas cosas negativas que a las mujeres. Enseguida, corrijo mi pensamiento, porque sé que no hay que nivelar hacia abajo, sino aspirar a una sociedad más justa para todxs, y no peor para todxs.

Sin embargo, ese primer pensamiento en el que me regocijo de que los varones pasen por lo que sufren las mujeres, o en el que me alegro de que algunas mujeres tengan las actitudes negativas de los varones, no es tan descabellado.

Explicación con tres ejemplos:
  • Primer ejemplo: la depilación
Lo ideal sería que no haya ninguna norma, ninguna imposición social (y por favor, si me dicen que la depilación no es una imposición porque nadie pone una pistola en la sien de las mujeres para que lo hagan, vayan a leer o releer mi entrada sobre la violencia simbólica).

Envidio la libertad que tienen los varones de poder andar con sus pelos naturales en las piernas, las axilas, el pubis (ni que hablar de la espalda, el pecho, las nalgas...) sin sentirse ni un poquito acomplejados, cuando las mujeres son capaces de no ponerse faldas o no ir a la playa si les sale un ínfimo pelo de la bombacha.

Entonces, cuando constato que la imagen de los varones en los medios empieza a pasar también por una piel sin pelos, pues una parte de mí se alegra, y piensa: "Por fin les toca, ya van a ver lo que es la imposición social de la depilación, ya van a sufrir como nosotras, ya se van a sentir feos por tener pelos, ya van a sentir rechazo por su propio cuerpo al natural".

Claro, no está bien pensar eso. Es un pensamiento fugaz nomás. Y no, definitivamente no, no hay que nivelar hacia abajo, y la lucha feminista no pasa por que los varones también se tengan que depilar, sino por que la sociedad no imponga nada a nadie, y que todxs, varones y mujeres, elijamos realmente en libertad lo que queremos hacer con nuestros pelos, sin juicios de valor.

  • Segundo ejemplo: la imagen en los medios

Actualmente, se usa sistemáticamente la imagen de mujeres semi o completamente desnudas para vender cualquier producto. El cuerpo de la mujer, mostrado como objeto sexual, es un argumento de venta. Muchas veces, ni siquiera se muestra a una mujer de cuerpo entero: simplemente una parte de su cuerpo, unas tetas sin cabeza, una cola en primer plano, bastan para vender. La mujer ya ni siquiera es mostrada como alguien, es cortada en trozos, como pedazos de carne.

Entonces, cuando veo una publicidad con el cuerpo musculoso y aceitado de un bombonazo, no puedo dejar de pensar: "Por fin nos dan algo para que nosostras también podamos relamernos delante de un lindo cuerpo". Claro, no está bien pensar eso. Es un pensamiento fugaz nomás. Y no, definitivamente no, no hay que nivelar hacia abajo, y la lucha feminista no pasa por que los varones también sean objetizados.

De todas formas, sobre el uso del cuerpo humano como argumento de venta, lo que a mí me saca de quicio no es tanto eso: el erotismo, un bello cuerpo desnudo mostrado en un afiche, no me escandalizan en si. Lo que me parece realmente insoportable es el desequilibrio que hay entre la desnudez de las mujeres y la desnudez de los varones y la cantidad de imágenes en un caso y en otro.



  • Tercer ejemplo: las mujeres violentas

La violencia es una de las cosas que más rechazo, horror, asco, me provocan en la vida. La aborrezco completamente. Lucho contra ella con todas mis fuerzas. Pongo tanto énfasis en mi lucha contra la violencia como en mi lucha contra el sexismo.

Dicho sea eso, cuando se habla de una mujer violenta, o que decidió ser soldada (con lo que ello conlleva: el hecho de tener que, en algunas circunstancias, matar a otras personas) o que tiene actitudes agresivas, no puedo dejar de pensar que es un paso hacia la igualdad.

Claro, no está bien pensar eso. Es un pensamiento fugaz nomás. Y no, definitivamente no, no hay que nivelar hacia abajo, y la lucha feminista no pasa por que las mujeres sean tan violentas como  los varones (en este caso, hablo de "los varones" como el género varón, es decir, el estereotipo asociado con la palabra varón,  y que implica violencia, insensibilidad, etc.; no estoy diciendo que los varones sean más violentos que las mujeres por naturaleza).

¿Por qué pienso que es un paso hacia más igualdad? Claro que no deseo que la sociedad sea violenta. Claro que deseo que las cualidades que sobresalgan y sean más frecuentes, sean las de dulzura, compasión y ternura. Pero el hecho de que una mujer sea violenta o quiera ser soldada significa que pudo liberarse del estereotipo de género que asocia las mujeres con la dulzura, la compasión y la ternura. En sí, no son valores negativos, claro. Lo negativo es que se considere que, por naturaleza, por esencia, las mujeres tienen esas cualidades, y los varones no.

Entonces, cuando una mujer demuestra que esas cualidades son mandatos culturales, y no naturales, pienso que es un paso hacia la desconstrucción de los estereotipos de género y, por ende, hacia el fin del esencialismo y, por ende, hacia el fin del sexismo.

Para concluir: el tema es que con eso de que las mujeres tienen que ser mejores, más inteligentes y cometer menos errores que los varones, dejamos la igualdad para las calendas griegas. ¿Por qué? Pues simplemente porque siempre habrá personas violentas, estúpidas, malas y egoístas.

Pensar que las mujeres deben dar el ejemplo y no caer en los defectos de los estereotipos varoniles es una manera de posponer para siempre los avances hacia mayor igualdad, porque nunca las mujeres (ni los varones) serán perfectas.

Cuán fácil es decir: "Las mujeres no deberían ser tan estúpidas como para caer en la tentación de querer ser tan competitivas, violentas, trepadoras como los varones", cuando en esta sociedad capitalista neoliberal, solamente las personas competitivas, violentas y trepadoras alcanzan los puestos jerárquicos y de poder.

Cuán fácil es mantener a las mujeres en la posición de dulzura, paz y ternura, facilitando así que el poder y el dinero, y lo que poder y dinero conllevan, queden siempre en manos masculinas.

Entonces sí, efectivamente, en lo absoluto, la lucha feminista no pasa por que las mujeres reproduzcan los errores de los varones. Pero tampoco caigamos en la ingenuidad de pensar que manteniendo a las mujeres en  cortapisas de dulzura y espíritu de sacrificio lograremos una sociedad más justa.

Lucharé siempre contra la violencia y el egoísmo. Pero también por que las mujeres tengan derecho a ser tan idiotas, ineptas, imbéciles y necias como los varones, y por que no se juzgue peor a una mujer necia que a un varón necio.

Como dijo la política, periodista y escritora francesa Françoise Giroud: "La mujer habrá alcanzado la igualdad con los varones el día en que, en un puesto importante, se designe a una mujer incompetente". Y, agregaría, no se la juzgue peor que un varón por ello.

lunes, 19 de septiembre de 2011

90 años y 50 hijos con cuatro mujeres
(al menos): todo un galán

Hace unos meses, alguien me hizo un comentario bastante desagradable acerca de una mujer que tuvo tres hijos con tres hombres distintos, insinuando que una mujer así no era muy confiable. Mujer que, dicho sea de paso, resultaba ser su cuñada, y lo contaba con tono de: "Pobre mi hermano, justo meterse con semejante atorranta...". 

Más de una vez he escuchado que las mujeres que tienen hijos con cada uno de los varones con los que tuvo una relación son mujeres ligeras, por no decir putas.

Pues bien, leo esta nota en el diario Clarín: "Tiene 90 años y 50 hijos con dos esposas, su cuñada y su suegra".

¿Hay algún tipo de juicio de valor en la nota? ¿Algún comentario acerca de lo ligero que es el tipo?

Pues no, todo lo contrario. Al señor ése se le trata de "galán", de "conquistador" que admite su "debilidad por las mujeres" y se precisa que la familia vive "en armonía". Lejos, muy lejos de criticar su actitud, se le preguntó por "su secreto": una alimentación sana, no beber y no fumar y, por supuesto, su actividad sexual. 

O cómo elevar al rango de beneficio para la salud lo que es visto, para las mujeres, como una amoralidad...

miércoles, 17 de agosto de 2011

Mujer, ante todo un bello objeto

Hoy La Nación publica una extensa nota sobre Camila Vallejos, la líder estudiantil de la revuelta chilena.

El título: "Camila Vallejo: belleza y liderazgo estudiantil en Chile".

¿Se imaginan lo mismo para un varón? 

Nunca jamás en mi vida leí una nota sobre un personaje equivalente varón cuya belleza se destaque en el título. Ni tampoco en el cuerpo de la nota.

Pero es porque me olvido de que las mujeres, sean cuales sean sus actividades, capacidades intelectuales, logros, son, ante todo, bellos objetos.

sábado, 13 de agosto de 2011

Marcha de las Putas

Ayer debía realizarse en Buenos Aires la Marcha de las Putas, pero fue suspendida por el temporal que se abatió sobre la ciudad y se pasó al viernes 19 a las 18h en el Obelisco.

¿De donde viene esa Marcha? Fue a raíz de que un policía canadiense dijo que las mujeres tenían que dejar de vestirse "como putas" si no querían ser víctimas de violaciones, insinuando que las agresiones sexuales no son la culpa de los agresores, sino de la manera en que se visten las mujeres.

Una serie de "marchas de las putas" ("slut walk") se organizaron entonces en varios países del mundo, para hacer entender que "no es no" y que las mujeres deberíamos poder estar por la calle en el atuendo que mejor nos plazca sin ser agredidas.

Es cierto, me la paso en este blog criticando la imposición patriarcal de vestimenta sobre las mujeres. Me la paso explicando que los tacos altos que obligan a caminar moviendo las caderas, o sea, de manera sensual, destrozan los pies, las rodillas y la espalda y son un impedimiento para una caminata normal. Que las minifaldas también obligan a acortar los pasos, y a contorsiones por parte de las mujeres cuando, por ejemplo, quieren levantar algo del piso. Etc. etc.

Y soy la primera en decir que las mujeres no deberían someterse a estas imposiciones y deberían elegir ropa más cómoda.

Ahora bien. También creo firmemente que, y aún más en un contexto de imposición patriarcal, ninguna mujer debería ser juzgada por su manera de vestirse. Las mujeres deberían poder estar en pelotas en la calle sin ser agredidas. No es la mujer la que debería llevar una burka afgana para ocultar sus atributos y evitar "provocar" a los trogloditas que no se pueden controlar.

Y reivindico el pleno derecho de todas las mujeres a vestirse como mejor les parezca sin ser tachadas de putas y sin ser agredidas.

Me recuerda lo que pasó hace un par de años en una universidad de Sao Paulo: una estudiante fue a la facultad vestida con un vestido rojo muy corto y considerado "provocativo" e "inmoral",  y tuvo que soportar a toda la facultad gritándole y tachándola de puta, hasta que se tuvo que refugiar en un aula ante la intensidad de las agresiones. Luego fue despedida de la universidad. Ante el escándalo desatado, las autoridades finalmente la reincorporaron.



Una cosa es que critique el hecho de que la sociedad imponga como vestimenta para la mujer las polleras cortas, como manera de hacer de las mujeres eternos objetos sexuales.

Otra, que se agreda a una mujer y se la tilde de puta porque obedece al mandato social de ser un objeto sexual.

¡Qué contradicción en el país que popularizó las tangas y en el que, durante todo el mes de febrero, las mujeres desfilan prácticamente desnudas durante el carnaval!

¡Qué mensaje contradictorio! Desnudate porque sos un objeto sexual. Pero si lo hacés, sos una puta que merece la reprobación de la sociedad.

¿En qué quedamos?

Por más que sea un mandato impuesto por la sociedad, por más que el concepto mismo de minifalda me parezca horrorosamente sexista, las mujeres deberían poder pasear en el atuendo que mejor les parezca sin que se les califique de putas. ¿O acaso los varones no pasean en short y a veces hasta se sacan la remera en plena calle? ¿Ellos no merecen la reprobación de la sociedad?

Y no, porque como siempre, lo que se exige a las mujeres, por lo general, no se exige a los varones.

miércoles, 10 de agosto de 2011

El SAP, esa gran estafa

Foto: Cedoc Perfil
En estos días en Buenos Aires, estamos asistiendo a una marcha poco común, la de los "Padres del Obelisco". 

Se trata de una marcha de papás que se reúnen todos los jueves alrededor del Obelisco de la avenida 9 de Julio con un pañuelo blanco en el cuello, para reclamar que la Justicia los deje ver a sus hijxs.

Emulan así a las Madres de Plaza de Mayo que también giran alrededor de la pirámide con un pañuelo blanco en la cabeza todos los jueves para reclamar por sus hijxs desaparecidos durante la dictadura.

Más allá de la elección del símbolo fálico del obelisco, y de que compararse con las Madres de Plaza de Mayo me parece un tanto irrespetuoso, a priori, sólo podemos apoyar a esos pobres padres víctimas de sus horribles ex esposas o compañeras, que les impiden ver a sus hijxs y hacen todo para que padres e hijxs rompan el vínculo.

Yo que estoy a favor del sistema de custodia compartida (leer aquí, aquí, aquí y aquí), de que los padres sean tan responsables como las madres de sus hijxs, de que se hagan cargo en un 50% de su crianza, durante la convivencia y luego de la separación, mi primera reacción es apoyar ese movimiento.

Pero... Mirando con un poco más de detenimiento, ¿qué vemos?

Vemos que detrás de ese movimiento aparentemente inocente, están asociaciones autodenominadas de "padres alejadxs de sus hijxs", que promueven la idea del SAP, el Síndrome de Alienación Parental, según el cual lxs hijxs son manipulados por un cónyuge para odiar el otro. Se habla del "progenitor conviviente", pero en realidad se dice que son las madres las que manipulan a sus hijxs y les lavan el cerebro para que digan que, por ejemplo, fueron abusadxs por su padre.

El tema es que en la inmensa mayoría de los casos... la acusación es real. Lxs niñxs no mienten sobre esos casos. Es más, hasta cierta edad, ni siquiera tienen posibilidad de fabular sobre situaciones sexuales no vividas.

¿De dónde viene el SAP? Pues se trata de un supuesto síndrome creado por un oficial del ejército estadounidense, Richard Gardner, que sostiene que lxs niñxs, en los casos de divorcio, son alienadxs por sus madres para acusar falsamente a sus padres de abusos, con el fin de quedarse con la custodia de sus hijxs. Las mujeres quedan así como locas manipuladoras.

La realidad es que Richard Gardner también sostenía que niños y niñas pueden ser iniciados sexualmente por sus padres, y defiende claramente la pedofilia (se suicidó en 2003). Sin embargo el SAP se extendió en todos los tribunales del país, gracias al lobbying de asociaciones de "padres alejados de sus hijos" como APADESHI, AFAMSE y ANUPA, las mismas que hoy organizan o sostienen las marchas de los Padres del Obelisco.

Hoy día, psicólogxs, juristas, abogadxs, jueces, creen que el SAP es un síndrome real y lo usan en sus fallos, a pesar de que ningún organismo reconoció la validez de ese supuesto síndrome. Es más: fue rechazado por la Asociación Americana de Psiquiatría así como por la Organización Mundial de la Salud. Richard Gardner publicó él mismo sus libros, a cuenta de autor, y sus escritos nunca fueron reconocidos oficialmente por ninguna universidad estadounidense.

Exactamente como en los casos de denuncias de violaciones o de violencia de género, el porcentaje de falsas denuncias de abuso infantil son bajísimas, menos del 5%. Sin embargo, el SAP ha ganado terreno en todas las instancias judiciales del país. Gardner recomienda incluso que se aleje a lxs hijxs de sus madres "manipuladoras", ¡y se los deje entre las manos de sus padres abusadores!

El SAP es, sin más, el invento de un pedófilo para defender el derecho del padre a iniciar sexualmente a sus hijxs.

No dudo de que entre los padres que giran alrededor del Obelisco haya padres genuinamente impedidos de ver a sus hijxs por madres sin escrúpulos. Pero esos padres están siendo manipulados y terminan apoyando a asociaciones que defienden a los pedófilos.

Estaría bueno que se enteren de quiénes organizan esas marchas, para que, en su justa lucha por conservar un vínculo con sus hijxs, no terminen apoyando a vulgares criminales.

Y estaría bueno también que lxs periodistas argentinxs se enteren de esta realidad, para que no terminen escribiendo artículos en los que citan el SAP como una realidad, como en el caso de Perfil de hoy.

Para conocer un poco mejor la historia del SAP y su introducción en Argentina, les recomiendo este excelente artículo de Sonia Tessa en Página/12: Coartada para pedófilos.

Edit: Para tener una idea un poco más clara de las ideas de Richard Gardner, y para lxs que entienden inglés, recomiendo esta página: Overview of Dr. Richard Gardner's Opinions on Pedophilia and Child Sexual Abuse
Aquí una serie de cuatro videos de un programa que explica en qué el SAP es un invento.

viernes, 8 de julio de 2011

Yo aborté, y estoy bien, gracias

Las mujeres que abortan siempre quedan traumadas: es uno de los grandes argumentos de los mal llamados "provida".

Natalia Fassi "a favor de la vida"
Con la idea de desalentar a las mujeres que quieren abortar, la diputada argentina Cynthia Hotton, una evangélica ultraconservadora y que no oculta su homofobia, lanzó una muestra de fotos de dudoso gusto de la modelo Natalia Fassi, embarazada, "a favor de la vida" (vale aclarar que en su cuenta de Twitter, la modelo, embarazada de ocho meses y medio, se ufanó de haber engordado solamente cuatro kilos y medio, un concepto bastante personal de lo que es la "defensa de la vida").

"El aborto es una práctica que perjudica física y psicológicamente a la mujer y le trae consecuencias que en muchos casos son irreversibles", dijo Hotton, sin dudar un segundo de su afirmación.

En Argentina y en la casi totalidad de los países latinoamericanos, el aborto es una práctica muy extendida, muy corriente, casi banal... pero ilegal. Por más que el aborto esté prohibido por ley, las mujeres abortan. Lo único que provoca el hecho de prohibir el aborto no es impedir que haya abortos (500.000 mujeres abortan todos los años en Argentina pese a que esté prohibido), sino poner en peligro la salud de la mujer que aborta.

El aborto, practicado en condiciones sanitarias correctas, es una práctica muy simple, un procedimiento médico rápido y cuasi indoloro, y que no acarrea ningún problema físico para la mujer. Es más, el aborto practicado en buenas condiciones es menos peligroso que... un parto. O sea, si fuera solamente pensando en su salud, a una mujer embarazada le convendría abortar antes que seguir adelante con el embarazo.

En muchos lugares en que el aborto ya es legal, las personas que se oponen a que las mujeres puedan elegir (y que se hacen llamar "provida", cuando evidentemente no están a favor de la vida, sino a favor de la muerte de las mujeres que abortan, porque ilegalizar el aborto, como dije antes, sólo vuelve peligrosa su práctica, no salva embriones) esgrimen el argumento del "trauma" para las mujeres que abortan.

En muchos sitios anti-elección, el discurso ya no es: "Abortar es un crimen" (porque saben que las mujeres abortan de todos modos si no desean seguir adelante con un embarazo no deseado) sino: "Abortar es siempre traumático".

Y si una mujer que abortó no siente ningún trauma... es porque todavía no se dio cuenta de que está traumada, pero ya le va a llegar... "Psicológicamente, la mujer se deshumaniza, pero no tiene consciencia de ello", leí hace poco en uno de esos sitios. "La negación de reconocer los problemas psicológicos puede durar décadas antes de que la mujer sea consciente". O sea, mujeres que abortan, aunque ustedes crean que se sienten aliviadas porque pudieron elegir cuándo y en qué circunstancias tener hijxs o no, en realidad están deprimidas y no lo saben y tarde o temprano (aunque esa ilusión dure hasta el fin de sus vidas), les va a llegar el momento.

Varios estudios recientes muestran que la mayoría de las mujeres que abortaron un embarazo no deseado sienten alivio. La culpa viene de afuera, de discursos "anti-elección" del personal médico o del entorno. Recuerdo a una amiga que fue al médico a abortar (en un país en que el aborto es legal) y la médica le dijo: "Antes de hacerlo, hable a su bebé, dígale lo que le va a hacer". ¿Cómo una mujer que puede llegar a ser frágil psicológicamente no se va a sentir traumada con un discurso de este tipo?

Según un estudio reciente, es el estado psicológico de la paciente antes de la interrupción voluntaria de embarazo (IVE) el que determina su estado luego de la IVE. Entre el 1 y el 20% de las mujeres que abortan sufren problemas psicológicos luego de un aborto, pero la inmensa mayoría de ellas ya tenía problemas antes del aborto.

Pero si a una mujer no se la culpabiliza por abortar, si se le practica el aborto sin juzgarla y en condiciones no traumáticas, y si aborto un embarazo no deseado (la situación que abortan un embarazo deseado por razones médicas puede ser distinto, por supuesto) no tiene por qué estar necesariamente traumada.

Pueden leer los resultados de algunos de esos estudios aquí (estudio del American Psychological Association APA) y aquí (Universidad Johns Hopkins).

En Francia, donde el aborto está despenalizado desde 1975 y ha sido totalmente legalizado en 2001, un grupo de mujeres jóvenes, hartas de escuchar que una mujer que aborta tiene que sentirse mal sí o sí lanzó un blog, llamado: "IVE, me siento bien, gracias!". La ilustración del blog muestra a una mujer que responde alegremente "¡Mierda!" a un varón que le pregunta, furioso: "Pero vas a llorar, ¿sí, o mierda?"

Estas jóvenes dicen ser las "hijas" de las 343 mujeres que, en 1971, en plena lucha por la despenalización del aborto, firmaron un manifiesto publicado en la prensa francesa, en el que reivindicaban el haber abortado.

"El manifiesto de las 343", explican, "sacó el aborto del silencio de las clínicas privadas extranjeras que podían pagarse algunas mujeres, y de los apartamentos miserables en los que las más pobres iban a buscar aborteras. Este acto de desobediencia civil visibilizó el aborto y lo convirtió en una cuestión política. Obligó a los políticos a mirar enfrente a las muertas y las lisiadas que su ley absurda había enterrado. Obligó a los políticos a mirar al aborto en la cara".

Cuarenta años después, las que se hacen llamar "hijas" de esas 343 afirman que el aborto no tiene por qué ser un drama: el aborto no es un problema, es la resolución de un problema. Y lo explican en su propio manifiesto: "El aborto es presentado regularmente como un drama del que una no se puede reponer, un trauma sistemático. Estos discursos sobre el aborto son eslóganes alejados de lo que vive la mayoría  de las mujeres, tienen como meta asustarlas y culpabilizarlas. Estamos hartas de que nos dicten lo que tenemos que pensar y sentir. (...) Estamos hartas de esta forma de maltrato político, mediático, médico. Abortar es nuestro derecho, abortar es nuestra decisión. Esta decisión debe ser respetada: no somos idiotas o inconsecuentes. No tenemos por qué sentirnos culpables, vergonzosas o necesariamente desdichadas. (...) Decimos alto y claro que el aborto es nuestra libertad y no un drama. Declaramos haber abortado y no tener ningún arrepentimiento: estamos muy bien".

Sigue una serie de testimonios de mujeres que relatan su aborto y afirman no sentirse traumadas.

Ojalá, algún día, las mujeres argentinas puedan decir alto y claro, ellas también: "Aborté y estoy muy bien, ¡gracias!" Porque el aborto es, no me cansaré de repetirlo, la condición sine qua non de la igualdad entre varones y mujeres.

viernes, 3 de junio de 2011

Falsas denuncias: ¿mito o realidad?

España es uno de los únicos países en haberse dotado de un arsenal jurídico para luchar contra la violencia de género. Se trata de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.

Por supuesto, ni bien salió, fue objeto de las peores críticas por parte de mucha gente que vio cómo muchos privilegios de los que antes gozaban los varones maltratadores (entre otras cosas, era la mujer golpeada la que se tenía que ir del hogar para dejar de ser abusada, cosa que muchas veces no hacía porque no tenía a dónde ir) se iban esfumando.

Una de las principales críticas de esa ley, es que es usada por mujeres inescrupulosas que, con tal de quedarse con la tenencia de lxs hijxs o alejar al marido que ha de salir de la casa compartida, hacen falsas denuncias contra su pareja.

Se ha dicho que ha habido una multiplicación fenomenal de las falsas denuncias, y si bien las personas que sostienen esa tesis nunca citan estadísticas, sí decretan sin pestañear que la cantidad es tal que justificaría que se anule la ley y que "denunciar al hombre se ha convertido en un negocio", como lo ha afirmado en estos días la Comisión de Igualdad y Género del movimiento 15-M en Valencia (decepcionándome notablemente de ese movimiento). Algunos se han atrevido a decir que más de las mitad de las denuncias son falsas.

¿Cuál es la realidad? El debate lo ha zanjado el Consejo General del Poder Judicial, al que difícilmente se pueda tachar de feminista, en un informe de noviembre de 2009.

Sus conclusiones fueron que "sólo una de las 530 resoluciones estudiadas podría encuadrarse como denuncia falsa". Bien lejos de lo que nos quieren hacer creer lxs masculinistas. 

¿Que puede haber falsas denuncias? Por supuesto. ¿Que un varón falsamente denunciado puede llegar a vivir un infierno precisamente porque la ley española protege primero a la supuesta víctima y toma medidas casi inmediatas contra el supuesto victimario? También. ¿Que hay que castigar con todas las de la ley las falsas denuncias? Evidentemente.

Pero falsas denuncias hay en todos los ámbitos, para cualquier tipo de delito. Por ejemplo, las empresas aseguradoras españolas afirman que el 30% de las denuncias de robo en el hogar son falsas. Y que yo sepa, no porque haya falsas denuncias de robo vamos a anular las leyes que condenan el robo...

Como dice la fiscal Soledad Cazorla, citada en un excelente artículo del diario El País: "La denuncia falsa no es un problema de funcionamiento de la ley".

Y además, no entiendo cómo lxs que denuncian los abusos llegan a la conclusión de que lxs feministas están en contra de los varones. Las mujeres que hacen falsas denuncias no son necesariamente feministas (y dudo mucho de que lo sean), sino mujeres que se aprovechan indebidamente de una ley para salirse con la suya. No veo qué tiene que ver el feminismo con eso. 

Pero sobre todo, me parece increíble que se diga que esa ley es "contra los varones". No veo por qué un varón que no maltrata a su pareja debería sentirse concernido. La ley no es un privilegio que se ha dado a las mujeres, sino una protección especial para ellas porque la violencia de género sigue siendo una epidemia que deja centenares de miles de víctimas y era necesario tomar medidas drásticas. ¿Cuántas mujeres han muerto con varias denuncias hechas ante la policía, que no tomó ninguna medida de prevención? Alejar a la pareja denunciada antes de saber si la denuncia es real o falsa es imprescindible para proteger a esas mujeres, porque no estamos hablando de violencia de desconocidos en la calle, sino de un varón que vive en la misma casa que su víctima.

¿Es necesario recordar que de las 400.000 víctimas de violencia de género en España, apenas un cuarto denuncia a su pareja?

Eso sí, si la denuncia es falsa, es evidente que esa mujer debe ser castigada con todas las de la ley.

Recomiendo enfáticamente leer al respecto la nota de El País de la que hablé antes, y de la que copio aquí algunos párrafos:
Pérez Galván no cree, sin embargo, que haya muchas ventajas en tramitar un divorcio desde un juzgado de violencia de género, "porque las primeras medidas se toman rápido, pero la sentencia puede tardar un año y, sin embargo, en los juzgados de familia llevaría unos cuatro meses".

La fiscalía ha recabado algunos datos. En 2007 se incoaron 19 procedimientos por denuncias falsas; en 2008, 18, y en 2009, 22. "Y aquí no se sabe cuál es la sentencia, sólo se incoa por indicios", aclara. Al año hay unas 100.000 denuncias por malos tratos, de las 400.000 mujeres que padecen violencia de género en España, según las encuestas oficiales.

"Las denuncias por maltrato están bajando, las mujeres no denuncian lo que debieran. Esta ley no va contra los hombres, sólo contra los maltratadores. Y no es cierto que la violencia sea propia y normal en los casos de divorcio. Esa violencia viene de antes, y la mujer quiere poner fin a ella con el divorcio, pero los abogados de familia desconocen este fenómeno e insisten en llamar conflicto conyugal a lo que es violencia de género", explica con vehemencia Miguel Lorente, el delegado para la violencia de género del Ministerio de Igualdad.

"La protección a la víctima cuando se evalúa que corre riesgo, el alejamiento que se decreta, no es una ventaja por la que las mujeres acudan a denunciar, es una conquista. El proceso penal siempre se ocupaba del reo, de su castigo o de su inocencia, pero la protección a la víctima es una conquista del proceso penal moderno", dice la fiscal Soledad Cazorla.
PD: en otra entrada explicaré por qué no se puede enmarcar la violencia de mujeres contra varones (que también existe) en el concepto de  "violencia de género".

lunes, 30 de mayo de 2011

Caso DSK, revelador del machismo de la sociedad francesa

Hay noticias y circunstancias con las cuales no sé si alegrarme o desesperarme.

En este caso, se trata del escándalo que sacude Francia en estos días: quiero hablar de la acusación contra el presidente del Fondo Monetario Internacional y ex probable futuro candidato del Partido Socialista a las elecciones presidenciales francesas (y ex posible futuro presidente francés), Dominique Strauss-Kahn.

Para aquellos que están completamente fuera del mundo y no se enteraron: a DSK, como lo llaman en Francia, una camarera de un hotel de Nueva York lo acusó de violación: según ella, el ex ministro francés de Finanzas la forzó a hacerle una felatio. La mujer, Nafissatou Diallo, tiene 32 años, y es inmigrada, negra y musulmana (o sea, con todo en contra).
Por supuesto, la primera reacción de muchísima gente (y debo reconocer que la mía propia) fue pensar que se trató de un complot para hacer caer a una de las personas más poderosas del mundo.

El tema es que las reacciones incluyeron una dosis alucinante de machismo: la mayoría de la gente, incluso entre gente progresista, empezó a minimizar el drama de la violación, descalificando el testimonio de la mujer y lo que pudo haber vivido.

Pienso en particular en esa reacción de Jack Lang, ex ministro socialista de Cultura, que dijo, criticando la decisión del fiscal de no liberar a DSK pese a que hubiera pagado una fianza: "No liberar a alguien que paga una fianza importante, y más aún cuando no se murió nadie, no se hace casi nunca"

En realidad, Lang usó la expresión "il n'y a pas mort d'homme", que literalmente significa "no se murió ningún hombre", pero que metafóricamente significa: "algo que no es tan grave". O sea, para él, una violación no es tan grave.

Un gran periodista, Jean-François Kahn, director de la famosa revista de actualidad Marianne, y amigo de DSK, declaró: "Estoy prácticamente seguro de que no se trató de una violación, sino de una simple persecusión al personal doméstico" ("troussage de domestique", una "tradición" según la cual un patrón puede perseguir sexualmente al personal doméstico en completa inmunidad).

La mayoría de los comentaristas subrayaron que a DSK le gustan las mujeres, que los yanquis son puritanos, que no soportan el libertinaje sexual y la seducción, que probablemente a la camarera solamente se la quiso levantar, y que ella tomó lo que era un genuino intento de seducirla por un intento de violación...

Eso de asimilar una violación a un juego de seducción o al libertinaje es absolutamente insoportable. A mí me importa tres pepinos que DSK se acueste con miles de mujeres, vaya a clubes swingers o le guste el sado-masoquismo. Pero una violación no tiene nada que ver con un juego sexual libertino.

¿Por qué dije al principio que algunas noticias me escandalizan y me alegran al mismo tiempo?

Pues porque por un lado, me escandalizan, efectivamente, las reacciones misóginas, la minimización del drama de las violaciones, constatar a qué punto la sociedad francesa, en apariencia tan avanzada, sigue siendo profunda y asquerosamente machista.

Pero me alegro porque hace 10 años, ningún medio nacional habría dado espacio a las organizaciones feministas que, de inmediato, expresaron su indignación ante las reacciones. Los principales diarios franceses, Libération ("Caso DSK: organizaciones feministas se indignan"), Le Monde ("¿Revela el caso DSK el sexismo de la sociedad francesa?"), Le Parisien ("DSK: las feministas se hacen oír") y hasta Le Figaro ("Las feministas querrían tener influencia en la campaña de 2012") se hicieron eco de esas quejas.

Hace 10 años, nadie habría condenado la desafortunada expresión de Jack Lang. Y Jean-François Kahn no habría renunciado al periodismo ante el escándalo desatado por sus palabras, como anunció que lo haría hace unos días (haciéndose la víctima, eso sí...).

Lo que sí me indigna, es que la mayoría de lxs periodistas que cubrían la actualidad política en Francia sabían que DSK tenía tendencia no solamente a seducir a muchas mujeres, sino también a acosarlas. ¿Alguno dijo algo? ¿Alguno escribió algo al respecto?

No. ¿Por qué? Porque todavía hoy en Francia (y en muchos lugares) se tiene la idea de que un hombre de poder tiene derechos sobre las mujeres. Y se es complaciente con las actitudes machistas.

En estos días, hubo otro escándalo en Francia: uno de los ministros del Gobierno galo fue acusado de acoso sexual por dos empleadas de la municipalidad del que es también alcalde. Reacción de un lector de Le Monde: "Basta de una vez con todas esas historias de sexo".

Porque claro, un acoso, una violación, es simplemente "una historia de sexo". Algo privado. No un delito. No un crimen...

Con estos dos escándalos, se escuchó mucho hablar de la supuesta cantidad astronómica de falsas denuncias de violaciones. Las mujeres, creen muchxs, se la pasan inventando falsas agresiones para... ¿para qué? No se sabe muy bien, porque por lo general, a una mujer que tiene la valentía de denunciar una agresión sexual, se la arrastra por el barro, no se le perdona nada, con tal de desacreditarla.

La realidad es que solamente el 10% de las mujeres víctimas de agresiones sexuales las denuncian, por el temor al oprobio, a ser señaladas como mujeres "ligeras", con el famoso "algo habrán hecho". Porque la violación es el único crimen cuya culpabilidad recae primero sobre la víctima.