Hay noticias y circunstancias con las cuales no sé si alegrarme o desesperarme.
En este caso, se trata del escándalo que sacude Francia en estos días: quiero hablar de la acusación contra el presidente del Fondo Monetario Internacional y ex probable futuro candidato del Partido Socialista a las elecciones presidenciales francesas (y ex posible futuro presidente francés), Dominique Strauss-Kahn.
Para aquellos que están completamente fuera del mundo y no se enteraron: a DSK, como lo llaman en Francia, una camarera de un hotel de Nueva York lo acusó de violación: según ella, el ex ministro francés de Finanzas la forzó a hacerle una felatio. La mujer, Nafissatou Diallo, tiene 32 años, y es inmigrada, negra y musulmana (o sea, con todo en contra).
Por supuesto, la primera reacción de muchísima gente (y debo reconocer que la mía propia) fue pensar que se trató de un complot para hacer caer a una de las personas más poderosas del mundo.
El tema es que las reacciones incluyeron una dosis alucinante de machismo: la mayoría de la gente, incluso entre gente progresista, empezó a minimizar el drama de la violación, descalificando el testimonio de la mujer y lo que pudo haber vivido.
Pienso en particular en esa reacción de Jack Lang, ex ministro socialista de Cultura, que dijo, criticando la decisión del fiscal de no liberar a DSK pese a que hubiera pagado una fianza: "No liberar a alguien que paga una fianza importante, y más aún cuando no se murió nadie, no se hace casi nunca"
En realidad, Lang usó la expresión "il n'y a pas mort d'homme", que literalmente significa "no se murió ningún hombre", pero que metafóricamente significa: "algo que no es tan grave". O sea, para él, una violación no es tan grave.
Un gran periodista,
Jean-François Kahn, director de la famosa revista de actualidad
Marianne, y amigo de DSK, declaró: "Estoy prácticamente seguro de que no se trató de una violación, sino de una simple persecusión al personal doméstico" ("
troussage de domestique", una "tradición" según la cual un patrón puede perseguir sexualmente al personal doméstico en completa inmunidad).
La mayoría de los comentaristas subrayaron que a DSK le gustan las mujeres, que los yanquis son puritanos, que no soportan el libertinaje sexual y la seducción, que probablemente a la camarera solamente se la quiso levantar, y que ella tomó lo que era un genuino intento de seducirla por un intento de violación...
Eso de asimilar una violación a un juego de seducción o al libertinaje es absolutamente insoportable. A mí me importa tres pepinos que DSK se acueste con miles de mujeres, vaya a clubes swingers o le guste el sado-masoquismo. Pero una violación no tiene nada que ver con un juego sexual libertino.
¿Por qué dije al principio que algunas noticias me escandalizan y me alegran al mismo tiempo?
Pues porque por un lado, me escandalizan, efectivamente, las reacciones misóginas, la minimización del drama de las violaciones, constatar a qué punto la sociedad francesa, en apariencia tan avanzada, sigue siendo profunda y asquerosamente machista.
Pero me alegro porque hace 10 años, ningún medio nacional habría dado espacio a las organizaciones feministas que, de inmediato, expresaron su indignación ante las reacciones. Los principales diarios franceses,
Libération ("Caso DSK: organizaciones feministas se indignan"),
Le Monde ("¿Revela el caso DSK el sexismo de la sociedad francesa?"),
Le Parisien ("DSK: las feministas se hacen oír") y hasta
Le Figaro ("Las feministas querrían tener influencia en la campaña de 2012") se hicieron eco de esas quejas.
Hace 10 años, nadie habría condenado la desafortunada expresión de Jack Lang. Y Jean-François Kahn no habría renunciado al periodismo ante el escándalo desatado por sus palabras, como anunció que lo haría hace unos días (haciéndose la víctima, eso sí...).
Lo que sí me indigna, es que la mayoría de lxs periodistas que cubrían la actualidad política en Francia sabían que DSK tenía tendencia no solamente a seducir a muchas mujeres, sino también a acosarlas. ¿Alguno dijo algo? ¿Alguno escribió algo al respecto?
No. ¿Por qué? Porque todavía hoy en Francia (y en muchos lugares) se tiene la idea de que un hombre de poder tiene derechos sobre las mujeres. Y se es complaciente con las actitudes machistas.
En estos días, hubo otro escándalo en Francia: uno de los ministros del Gobierno galo fue acusado de acoso sexual por dos empleadas de la municipalidad del que es también alcalde. Reacción de un lector de Le Monde: "Basta de una vez con todas esas historias de sexo".
Porque claro, un acoso, una violación, es simplemente "una historia de sexo". Algo privado. No un delito. No un crimen...
Con estos dos escándalos, se escuchó mucho hablar de la supuesta cantidad astronómica de falsas denuncias de violaciones. Las mujeres, creen muchxs, se la pasan inventando falsas agresiones para... ¿para qué? No se sabe muy bien, porque por lo general, a una mujer que tiene la valentía de denunciar una agresión sexual, se la arrastra por el barro, no se le perdona nada, con tal de desacreditarla.
La realidad es que solamente el 10% de las mujeres víctimas de agresiones sexuales las denuncian, por el temor al oprobio, a ser señaladas como mujeres "ligeras", con el famoso "algo habrán hecho". Porque la violación es el único crimen cuya culpabilidad recae primero sobre la víctima.