España está a punto de modificar la ley acerca de la transmisión de los apellidos a lxs hijxs. Hasta ahora, los padres podían elegir libremente el orden de los apellidos (primero el de la madre o primero el del padre, indiferentemente), lo cual ya era un gran avance. Pero en caso de desacuerdo, primaba el apellido paterno.
Si se aprueba la ley, en caso de desacuerdo, se elimina la prevalencia del apellido paterno y regirá el orden alfabético.
Ya era hora de que esto sucediera. La primacía del apellido paterno es una discriminación absoluta entre hombres y mujeres, que ya no tiene ninguna justificación. Es un resabio de la sociedad patriarcal en que el padre era el jefe de familia encargado de protegerla. Los tiempos han cambiado. La ley debe cambiar también.
Hace poco, mi abuela fue bisabuela, de parte de mi primo hermano. Como las otras primas hermanas somos todas mujeres, mi abuela deseaba con fervor que el hijo de mi primo fuera varón, "para que no desaparezca el apellido". Con la nueva ley, se podrá descorchar el champán tanto cuando nace un niño como cuando nace una niña.
Ahora, los que se oponen a la ley buscan excusas como: "Con lo del orden alfabético irán desapareciendo los apellidos de la última parte del alfabeto". Pues bien, si lxs legisladores tuvieran un poquito de imaginación, podrían proponer que en caso de desacuerdo, se impusiera el orden alfabético ascendente si el bebé nació un año par, y el orden descendente si nació un año impar, y asunto resuelto.
Ahora bien, ¿qué pasa en Argentina?
Una de las aberraciones discriminatorias entre varones y mujeres que sigue existiendo en la ley argentina concierne precisamente el apellido de lxs hijxs (y algunos siguen diciendo que varones y mujeres son iguales ante la ley...).
Por ley, el apellido del padre es siempre el primero. Se puede, muy generosamente, agregarle el de la madre, pero siempre atrás. Y el que esa persona legará luego es su primer apellido, o sea, siempre el apellido paterno.
La única manera de que alguien lleve primero el apellido de su madre desde el nacimiento, es que sea la madre que lo reconozca primero, y que el padre lo haga más tarde. Se imaginarán el drama si la madre llega a morir en el ínterin: el bebé se queda sin madre y, de hecho, sin padre legal.
Ahora bien, en el medio de todo ese lío machista, llega el matrimonio igualitario. De repente, chan chan, dos hombres o dos mujeres pueden casarse y por ende, tener hijxs. ¿Qué se hace en esos casos, ya que no hay un padre y una madre, sino dos padres o dos madres?
Lxs legisladores lo resolvieron de manera extremadamente simple:
Los hijos matrimoniales de cónyuges del mismo sexo llevarán el primer apellido de alguno de ellos. A pedido de éstos podrá inscribirse el apellido compuesto del cónyuge del cual tuviera el primer apellido o agregarse el del otro cónyuge. Si no hubiera acuerdo acerca de qué apellido llevará el adoptado, si ha de ser compuesto, o sobre cómo se integrará, los apellidos se ordenarán alfabéticamente. Si el interesado deseare llevar el apellido compuesto del cónyuge del cual tuviera el primer apellido, o el del otro cónyuge, podrá solicitarlo ante el Registro del Estado Civil desde los DIECIOCHO (18) años.
¡Así de simple!
Pero ojo, la ley sigue estipulando que
(...) los hijos matrimoniales de distinto sexo llevarán el primer apellido del padre.
O sea, la ley de matrimonio igualitario viene a echarles en cara la discriminación sexista de la ley sobre transmisión del apellido, entonces le agregan un párrafo sobre hijos de parejas del mismo sexo, ¡pero no se toman la molestia de modificar lo que se hace en caso de pareja de distinto sexo!
Resultado: ahora hay una doble discriminación: entre varones y mujeres por un lado, ¡y ahora entre parejas de distinto sexo y parejas del mismo sexo por el otro!
¿Qué tan difícil era modificar esa parte de la ley? ¿Y por qué extraño motivo no lo hicieron? ¿Debo pensar que la sociedad argentina está lista para aceptar el matrimonio igualitario, pero no está lista para aceptar la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres?
No me gustaría llegar a esa conclusión, pero...
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