lunes, 30 de junio de 2014

Y de repente, las mujeres desearon

Para terminar con el tema Lavezzi, ¿se acuerdan antes del Mundial, todos los consejos a las mujeres que pulularon en los medios sobre cómo comportarse durante los partidos para no molestar a sus novios, porque es bien sabido que 1) las mujeres no miran fútbol ni saben nada al respecto y 2) las mujeres son todas heterosexuales y en pareja?

Básicamente, las reglas se podían resumir a: 
- callate,
- llená la heladera de cerveza y servime pero sin pasar delante del televisor,
- no te metas, no hagas comentarios sobre el físico de los futbolistas,
- callate,
- dejá que los machosdeverdad hagan comentario porque ellos saben y vos no, 
- y ya que estás, chupá.

Los machosdeverdad se disponían a ocupar todo el espacio durante un mes. No que en otro momento no lo ocuparan. Se sabe que el espacio lo ocupan los machosdeverdad siempre, sea desparramándose en los medios de transporte, sea acosando a las mujeres en la calle para que entiendan que el lugar es de ellos y que ellas tienen que respetar sus reglas.

Pero por lo general, se tiene la (errónea) idea de que el espacio de la casa es de las mujeres. Que ellas son las que mandan de la puerta para adentro.

Y de repente, ¿qué pasó?

Una horda de mujeres en celo irrumpió en el territorio reservado a la testosterona, imponiendo la expresión de un deseo sexual que parece inagotable, con un vocabulario otrora también reservado a los machosdeverdad: 

te doy hasta que el Cristo Redentor junte las manos, 
te doy hasta que el papa Francisco deje los hábitos, 
te doy hasta que Arjona descubra por qué es tan cruel el amor, 
te doy hasta que Messi juegue de suplente en la B nacional,
te doy contra al ropero hasta aparecer en Narnia...

O sea, de repente, las mujeres no solamente desoyeron la orden dada por los varones de callarse y chupar, sino que además, expresaron una libido que, supuestamente, ellas no tienen.

En el estereotipo socialmente aceptado, las mujeres no tienen tanto deseo como los varones, a ellas no les gusta el sexo, o poco, o hasta ahí, y siempre tienen alguna (mala, siempre mala) excusa para no coger.

Y ¿qué vemos ahí? Vemos a mujeres que dicen que tendrían sexo desenfrenado sin ningún límite con un tipo que las calienta.

Evidentemente, es perturbador. Y muchos varones héteros saltaron a recalcar lo "putas" que son esas mujeres. Claro, ¡qué osadía! No solamente están pisando un territorio que no les corresponde, el del fútbol, sino que además, toman un lugar en la sexualidad que tampoco es de ellas, sino pura y exclusivamente de ellos.

Y esto es lo que les debe molestar a muchos machosdeverdad. Que les quiten el lugar exclusivo de deseantes, sexo-adictos, super-cogedores. Si ellas también empiezan a tener esa libido, significa que ya no se las podrá controlar y que se pudre el rancho. Porque controlar la sexualidad de las mujeres ha sido siempre el meollo de la cuestión sexista. 

Y encima de todo, ellas se ponen como sujetos activos de la relación sexual, en la que son ellas las que "le dan" a Lavezzi, cuando toda la vida fueron los varones los que "les daban" y ellas las que eran "cogidas", "tomadas", "penetradas".

Entiendo que la expresión de esta repentina autonomía de un deseo femenino ilimitado moleste, y mucho. Y que sea objeto de burlas e insultos, con una rápida reacción para que todo vuelva a la "normalidad", como la creación de una página Facebook para que la mujer de Lavezzi salga sin camiseta.

Pero ésta es la mejor prueba de que quien coloca a las mujeres en el lugar de "no deseantes" y "poco libidinosas" no es ninguna realidad biológica, sino un sistema sexista que separa cuidadosamente los géneros y reparte los papeles según una lógica que nada tiene que ver con la biología.

Ahora, muy interesante la reacción de La Nación ante el Lavezzigate. 

Ese diario, que nunca mostró a los deportistas varones de otra manera que como... deportistas, no privándose, en cambio, de recalcar los atributos sexuales de cuanta deportista mujer se le cruzara (¿recuerdan la "médica más sexy del fútbol"? o "la entrenadora más sexy del mundo del fútbol"?), ahora publicó "las fotos más sexy de Ezequiel Pocho Lavezzi". 

¿Quién dijo oportunismo?

Sobre la ocupación por las mujeres héteros y los gays de un territorio antes reservado a los machosdeverdad, les recomiendo la lectura de esta nota, de Luciano Fabbri
"Hete aquí el quid de la cuestión. La consagración de Lavezzi como figura destacada de nuestra selección, no fue aclamada por la crítica periodística, ni por las hinchadas de los grandes clubes, ni por los millones de frustrados directores técnicos que la miran por TV. Quienes viralizamos su figura en las redes sociales fuimos mujeres heteros, bisexuales y trans; varones gays, putos y trans; travestis, y algún que otro varón heteroflexible o lesbiana solidaria. Sujetos diversos y deseantes, notablemente cachondos, pero idiosincráticamente outsiders del deporte nacional.
No sólo osamos invadir su cancha sino que lo hacemos sin pretender adecuarnos a las reglas de juego, a hablar como lo harían ellos, los varones heterosexuales, oscilando entre un riguroso análisis táctico y una acalorada defensa por la única pasión que compite con el calor del útero materno: la camiseta.
Más allá de que podamos o no compartir los análisis tácticos o pasiones (en mi caso lo hago), lo que suscita la reacción defensiva por parte del club de la heteromasculinidad futbolera es que le llenemos la cancha de deseos sexuales, corriendo su voz autorizada del centro de la escena.
Ante semejante blasfemia, los vemos correr desesperadamente detrás de la pelota, reclamando “mía, mía”, con improvisaciones tácticas propias de selección mundialista primeriza."
Leer la nota entera aquí.

domingo, 29 de junio de 2014

Sobre la cosificación...

Continuando sobre el tema de la entrada anterior y la "cosificación" del delantero Ezequiel Lavezzi, he leído algunos textos que me han hecho reflexionar sobre el concepto mismo de cosificación.

Sé que en mi entrada anterior he puesto en paralelo la cosificación de las mujeres con la de los varones, diciendo que estaba mal sea cual sea el género.

Pero la situación no es completamente equiparable. La cosificación no es, fuera de todo otro contexto, que un puñado de mujeres expresen su calentura al ver un tipo con un buen lomo. 

La cosificación de las mujeres es algo mucho más complejo: se da porque existe un contexto que hace de toda mujer que se adecúe en mayor o menor medida a los cánones establecidos un objeto sexual a disposición de la mirada masculina. Además, muchas veces se muestra solamente pedazos del cuerpo de las mujeres: su culo, sus tetas. Se les borra el rostro. Se vuelven, literalmente, trozos de carne.

Y eso tiene muchas más implicancias que una simple página de Facebook sobre Lavezzi que, por más que retome el vocabulario y el tono de los varones cosificadores, es como una isla en un océano de cosificación de las mujeres.

Es decir, esta página no tendrá absolutamente ninguna consecuencia, porque seguimos viviendo en una sociedad de dominación patriarcal, en que todas las instancias aceptan que se cosifique a las mujeres incluso a nivel institucional, pero no a los varones. 

Esas mujeres que se pajean delante de imágenes de Lavezzi siguen siendo vistas como una rareza, una anécdota divertida. Si hace tanto ruido esta página de Facebook (como deben existir miles y miles sobre sex simbol femeninos de las que desconocemos la existencia), es porque no se considera como algo normal que las mujeres expresen de manera tan gráfica que se mojan toda miranda la foto de un varón

Esto no es el nacimiento de una nueva norma que objetivice también a los varones. En cuanto termine el Mundial, se volverá a lo de siempre: las mujeres calladitas, y los varones desparramando sus calenturas por la web y el mundo sin que se le mueva un pelo a nadie (salvo a las siempre tan molestas feministas).

No habrá ninguna otra consecuencia que el recuerdo de una anécdota singular. Para ser concreta, la FIFA no va a atender el pedido de esas 300.000 babosas y no va a obligar a los jugadores a desempeñarse en la cancha en cuero para satisfacer la mirada femenina heterosexual.

En cambio, las mujeres deportistas sí tienen y tendrán que seguir satisfaciendo la mirada masculina heterosexual. Esto es algo aceptado, promovido y incluso impuesto por las autoridades deportivas. Y solamente hablo aquí del mundo del deporte, pero podría extenderme al resto de la sociedad.


Hasta el 2012, por ejemplo, las jugadoras de voleibol de playa tenían la obligación de jugar con diminutos bikinis: no podían tener más de 7 cm de ancho en la cadera. ¿Comodidad? No, por supuesto. Entre un bikini que te entra en la raya del culo y un short, el short es mucho más cómodo. De hecho los varones juegan con bermudas con los que no se sienten un pedazo de carne.


Pero claro, había que satisfacer al público masculino heterosexual y mostrar la mayor cantidad de carne femenina para que sea un deporte atractivo. Y de hecho, las fotos que se publican de los partidos no dejan ninguna duda al respecto: lo que interesa aquí son los culos, no la performance deportiva:


Y si la Federación Internacional de Voleibol (FIVB) permitió a las mujeres usar shorts y tops en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, no fue por una cuestión de igualdad, sino, muy por el contrario, ante la presión de los países musulmanes...

Lo mismo con el tenis: las mujeres están obligadas, todavía hoy, a jugar con diminutas polleritas sexys. Y en 2011, la Federación Mundial de Badminton (BWF) anunció que obligaría a las jugadoras a llevar falda en los torneos para "asegurar una atractiva presentación" de este deporte. 

¿Tiene que ver eso con una necesidad del deporte en sí? No, claramente: esas obligaciones solamente se aplican a las mujeres. Si fuera por comodidad, las faldas también se deberían imponer a los varones. De nuevo, es pura y exclusivamente para satisfacer al público masculino heterosexual.

Entonces, el día que la FIFA decida que los jugadores de fútbol tienen la obligación de jugar sin camiseta, como lo propone el grupo de Facebook baboso-lavezziano, para satisfacer al público femenino heterosexual, y el día que los varones sean puestos como objetos de decoración con sus pectorales al aire en cuanto programa de televisión haya, el día que sean vistos, en todas las instancias de la sociedad, como trozos de carne apetitosos, sí estaremos empezando a entrar en una situación en que se pueda equiparar la cosificación de los varones con la que históricamente hemos vivido las mujeres.

sábado, 28 de junio de 2014

Pocho, te doy hasta...

En Facebook apareció un grupo, creado por mujeres, para pedir que Ezequiel Lavezzi, delantero del seleccionado argentino y del Paris-Saint-Germain, juegue sin camiseta. 

En 24 horas, el grupo sumó 165.000 babosas (y me imagino que babosos también, pero allí las mujeres son mayoría). En tres días, sumaba más de 300.000.


En el grupo, "piropos" como: "Pochooo por vos hasta lavaría a mano en esta tabla de lavar!!!" ilustrando este tipo de foto:


Nada muy distinto a lo que hacen, constantemente,muchísimos varones, cuando se la pasan objetivando y cosificando a las mujeres, y ni hablemos de los medios masivos de comunicación como La Nación, que en su sección de fotos de deportes siempre termina con la imagen de una mujer prácticamente desnuda librada a los comentarios machistas o que, en este Mundial, implementó una serie de fotos de "lAs fanáticAs" de los distintos seleccionados, evidentemente siempre chicas bien lindas, flacas, jóvenes y sexys.

En los comentarios, frases como: "qué lindas las francesas", "la ecuatoriana de la 17 la mejor", o "Honduras (foto 22) minita ideal para pasarte un fin de semana a puro g*arche y olvidarte de todo".

Aclaro que estoy en contra de cualquier cosificación de las personas, sean del género que sean, y no estoy a favor de nivelar hacia abajo.

¡Pero cuánta hipocresía en los varones que se escandalizan ahora porque algunas mujeres miran más los abdominales y pectorales de los jugadores que sus performances deportivas! ¡Cuánto cinismo en todos los que señalan el doble discurso de las mujeres, tipo: "¿No era que estaba mal cosificar a las mujeres? ¿Por qué hacen lo mismo ustedes ahora?"

De repente, la cosificación les parece espantosa, eso de que se presente a alguien como un objeto sexual no les cabe ni medio minuto y retoman sin ningún miedo la contradicción el discurso del feminismo criticando la objetivización de las personas. Y circulan dibujos de este estilo:


Ojo, tienen razón, la cosificación es degradante sea cual sea el género. 

Pero pregunto: ¿cuántos de ellos, cuando sus amigos, familiares, colegas, cosificaban a mujeres, les dijeron lo mismo y les explicaron, como ahora explican a las mujeres Lavezzi-maniáticas, que cosificar es degradante? ¿Cuántos, ante los comentarios de machos babosos, elevaron su voz para hacerles entender que sus comentarios ofenden y son sexistas? ¿Cuántos dejan comentarios en La Nación criticando la cosificación que hacen diariamente de las mujeres en un medio de difusión masiva?

¿Cuántos firmaron la petición contra la cosificación de las mujeres en los medios de comunicación?

Cada vez que he dejado comentarios en La Nación, me han contestado que subrayar el físico de una bella mujer, al contrario, la enaltece...

Qué raro que la voz masculina criticando la cosificación de las personas llegue únicamente cuando se cosifica a un varón, ¿no?

Nosotras tenemos que soportar diariamente que nos bombardeen con imágenes de mujeres sexys, flacas, con cuerpos fotoshopeados, con una estética imposible de alcanzar, y encima que los varones hagan comentarios de todo tipo sobre esos cuerpos ofrecidos a la vista como bellos objetos. Y tenemos que soportar que, cuando tenemos la osadía de recalcar que la cosificación degrada, nos tilden de histéricas, celosas, puritanas, amargas o faltas de humor.

Nunca en mi vida escuché a ningún varón (fuera de los varones abiertamente feministas y militantes) criticar a sus congéneres por sus comentarios cosificadores.

Y ahora resulta que los varones siempre (pero siempre, ¿eh?) han estado en contra de la cosificación de las personas.

Aparte, el hecho de que las mujeres, en este Mundial, retomen el discurso cosificador puede ser visto como un acto de rebeldía, de querer tomar el lugar de los dominantes, de sublevarse contra el lugar de mesura, modestia y moderación que se nos ha impuesto históricamente, en que tenemos que ver a los varones somo sujetos y no como objetos, y en que nunca debemos expresar nuestra libido ni nuestro deseo sexual.

De repente, salen mujeres en celo a gritar: "Pocho, te doy hasta que se sequen las cataratas del Iguazú" o "te doy hasta que Brasil me diga qué se siente".

¿Entonces? ¿Qué se siente estar del otro lado y ser puestos ustedes como objetos sexuales? ¿Qué se siente que ya no miren los dotes de alguien (en este caso deportivos) y lo reduzcan a ser un pedazo de carne tirado a la jauría hambrienta?

¿Vieron que de repente no les parece tan divertido ni tan inocente? ¿Vieron que de repente, se acomplejan un poco de esa pancita que hasta ahora les parecía "sexy" en un hombre? ¿Cuántas veces, ante mi indignación por ver cuerpos femeninos semidesnudos en carteles callejeros, revistas, televisión, me han dicho: "Lo que pasa es que estás celosa por no tener ese cuerpo"?

¡Cuánto cinismo! Precisamente por esa imagen completamente artificial de las mujeres, más del 90% de nosotras no se siente conforme con su cuerpo, está acomplejada, y ni que hablar de los niveles de anorexia y bulimia para alcanzar lo inalcanzable. Y encima, te lo refriegan en la cara: "Es que vos no tenés ese cuerpo, por eso reaccionás así." Y sí, pedazo de imbécil, ése es precisamente el problema.

Ojalá todos los que hayan dicho eso alguna vez caigan ahora en la anorexia o, al contrario, en la vigorexia (complejo de verse demasiado poco musculoso), se agoten en el gimnasio tratando de tener el cuerpo perfecto, y entiendan lo que las mujeres hemos sufrido, y seguimos sufriendo, desde siempre.

PD: Al terminar de escribir esta entrada, leo esta nota de Julia de Titto que dice lo mismo, pero mucho mejor escrito:
"sosteniendo el mismo nivel de crítica hay que mencionar la actitud masculina indignada por el fenómeno. Quien cosifique al cosificador ¿qué clase de cosificador será? A cada comentario femenino hubo una respuesta de algún varón señalando con el dedo. “No cosificarás”, dictaban como mandamiento en las redes sociales mientras, en la mayoría de los casos, cuestionaban la forma de disfrutar el fútbol de todas las mujeres generalizando esa individualidad.
La hipocresía de miles de varones heterosexuales ayer, usando por lo general un discurso “políticamente correcto”, al cuestionar a las mujeres y varones no heterosexuales que se baboseaban con Lavezzi, es solo confirmable con la realidad misma. ¿Cuántos varones hétero hacen comentarios sobre el cuerpo de alguna mujer –lo que es muchísimo más habitual que este Lavezzi affaire- y no aparecen sus amigos a decirles que eso está mal, que la está ubicando en un lugar horrible y que todas las personas somos muchísimo más que un pedazo de carne sexuado? ¿Dónde están los varones críticos de los estereotipos y la cosificación cuando no hay Mundial de Fútbol?"
Leer el resto de esta excelente nota aquí.