Para terminar con el tema Lavezzi, ¿se acuerdan antes del Mundial, todos los consejos a las mujeres que pulularon en los medios sobre cómo comportarse durante los partidos para no molestar a sus novios, porque es bien sabido que 1) las mujeres no miran fútbol ni saben nada al respecto y 2) las mujeres son todas heterosexuales y en pareja?
Básicamente, las reglas se podían resumir a:
- callate,
- llená la heladera de cerveza y servime pero sin pasar delante del televisor,
- no te metas, no hagas comentarios sobre el físico de los futbolistas,
- no te metas, no hagas comentarios sobre el físico de los futbolistas,
- callate,
- dejá que los machosdeverdad hagan comentario porque ellos saben y vos no,
- y ya que estás, chupá.
Los machosdeverdad se disponían a ocupar todo el espacio durante un mes. No que en otro momento no lo ocuparan. Se sabe que el espacio lo ocupan los machosdeverdad siempre, sea desparramándose en los medios de transporte, sea acosando a las mujeres en la calle para que entiendan que el lugar es de ellos y que ellas tienen que respetar sus reglas.
Pero por lo general, se tiene la (errónea) idea de que el espacio de la casa es de las mujeres. Que ellas son las que mandan de la puerta para adentro.
Y de repente, ¿qué pasó?
Una horda de mujeres en celo irrumpió en el territorio reservado a la testosterona, imponiendo la expresión de un deseo sexual que parece inagotable, con un vocabulario otrora también reservado a los machosdeverdad:
te doy hasta que el Cristo Redentor junte las manos,
te doy hasta que el papa Francisco deje los hábitos,
te doy hasta que Arjona descubra por qué es tan cruel el amor,
te doy hasta que Messi juegue de suplente en la B nacional,
te doy contra al ropero hasta aparecer en Narnia...
O sea, de repente, las mujeres no solamente desoyeron la orden dada por los varones de callarse y chupar, sino que además, expresaron una libido que, supuestamente, ellas no tienen.
En el estereotipo socialmente aceptado, las mujeres no tienen tanto deseo como los varones, a ellas no les gusta el sexo, o poco, o hasta ahí, y siempre tienen alguna (mala, siempre mala) excusa para no coger.
Y ¿qué vemos ahí? Vemos a mujeres que dicen que tendrían sexo desenfrenado sin ningún límite con un tipo que las calienta.
Evidentemente, es perturbador. Y muchos varones héteros saltaron a recalcar lo "putas" que son esas mujeres. Claro, ¡qué osadía! No solamente están pisando un territorio que no les corresponde, el del fútbol, sino que además, toman un lugar en la sexualidad que tampoco es de ellas, sino pura y exclusivamente de ellos.
Y esto es lo que les debe molestar a muchos machosdeverdad. Que les quiten el lugar exclusivo de deseantes, sexo-adictos, super-cogedores. Si ellas también empiezan a tener esa libido, significa que ya no se las podrá controlar y que se pudre el rancho. Porque controlar la sexualidad de las mujeres ha sido siempre el meollo de la cuestión sexista.
Y encima de todo, ellas se ponen como sujetos activos de la relación sexual, en la que son ellas las que "le dan" a Lavezzi, cuando toda la vida fueron los varones los que "les daban" y ellas las que eran "cogidas", "tomadas", "penetradas".
Entiendo que la expresión de esta repentina autonomía de un deseo femenino ilimitado moleste, y mucho. Y que sea objeto de burlas e insultos, con una rápida reacción para que todo vuelva a la "normalidad", como la creación de una página Facebook para que la mujer de Lavezzi salga sin camiseta.
Pero ésta es la mejor prueba de que quien coloca a las mujeres en el lugar de "no deseantes" y "poco libidinosas" no es ninguna realidad biológica, sino un sistema sexista que separa cuidadosamente los géneros y reparte los papeles según una lógica que nada tiene que ver con la biología.
Ahora, muy interesante la reacción de La Nación ante el Lavezzigate.
Ese diario, que nunca mostró a los deportistas varones de otra manera que como... deportistas, no privándose, en cambio, de recalcar los atributos sexuales de cuanta deportista mujer se le cruzara (¿recuerdan la "médica más sexy del fútbol"? o "la entrenadora más sexy del mundo del fútbol"?), ahora publicó "las fotos más sexy de Ezequiel Pocho Lavezzi".
¿Quién dijo oportunismo?
Sobre la ocupación por las mujeres héteros y los gays de un territorio antes reservado a los machosdeverdad, les recomiendo la lectura de esta nota, de Luciano Fabbri:
"Hete aquí el quid de la cuestión. La consagración de Lavezzi como figura destacada de nuestra selección, no fue aclamada por la crítica periodística, ni por las hinchadas de los grandes clubes, ni por los millones de frustrados directores técnicos que la miran por TV. Quienes viralizamos su figura en las redes sociales fuimos mujeres heteros, bisexuales y trans; varones gays, putos y trans; travestis, y algún que otro varón heteroflexible o lesbiana solidaria. Sujetos diversos y deseantes, notablemente cachondos, pero idiosincráticamente outsiders del deporte nacional.Leer la nota entera aquí.
No sólo osamos invadir su cancha sino que lo hacemos sin pretender adecuarnos a las reglas de juego, a hablar como lo harían ellos, los varones heterosexuales, oscilando entre un riguroso análisis táctico y una acalorada defensa por la única pasión que compite con el calor del útero materno: la camiseta.
Más allá de que podamos o no compartir los análisis tácticos o pasiones (en mi caso lo hago), lo que suscita la reacción defensiva por parte del club de la heteromasculinidad futbolera es que le llenemos la cancha de deseos sexuales, corriendo su voz autorizada del centro de la escena.
Ante semejante blasfemia, los vemos correr desesperadamente detrás de la pelota, reclamando “mía, mía”, con improvisaciones tácticas propias de selección mundialista primeriza."