Se cree que las hormonas sexuales tienen una influencia importante en el humor, el estado de ánimo, la agresividad, la depresión. Cuántas veces se escucha decir eso de las mujeres, que son presa de las hormonas, que "les vino" y por eso están nerviosas o de mal humor...
Ahora bien. La neurobióloga francesa Catherine Vidal, directora de investigación en el Instituto Pasteur de París, distingue dos situaciones: las primeras son las situaciones en que hay desarreglos hormonales muy importantes, como el embarazo, la menopausia, los tratamientos hormonales para la fertilidad o de algunos cánceres. En esos casos, en que hay una baja o una suba muy importante del nivel hormonal, sí puede existir una relación con los cambios de humor.
La segunda situación se da la mayoría de las veces, con condiciones fisiológicas normales: en esas condiciones, las hormonas tienen una influencia muy menor en comparación con la situación social, psicológica, cultural, etc.
La segunda situación se da la mayoría de las veces, con condiciones fisiológicas normales: en esas condiciones, las hormonas tienen una influencia muy menor en comparación con la situación social, psicológica, cultural, etc.
¿Por qué digo eso, si entre los animales sí las hormonas tiene una influencia importante?
Entre los animales, en efecto, sí se puede decir que las hormonas tienen un papel preponderante en los períodos de celo y de apareamiento, porque sexualidad y reproducción están íntimamente ligados.
Entre los humanos, en cambio, sexualidad y reproducción no están ligados, tenemos sexo sin que el fin sea la procreación (excepto, me imagino, entre lxs adeptos del Opus Dei y lxs mormones...). Las hormonas no son importantes en la elección de nuestras parejas. Se estableció, por ejemplo, que los varones homosexuales no tienen niveles distintos de testosterona a los de los varones heterosexuales.
Entre los humanos, existe una especificidad que hace que las hormonas no sean determinantes en el comportamiento: el córtex cerebral.
El córtex está tan desarrollado entre los seres humanos que tuvo que aplastarse y doblarse en varias circunvalaciones para poder caber dentro del cráneo. La superficie del córtex cerebral, si se desplegara, sería de dos metros cuadrados, sobre tres milímetros de espesor.
El cortex cerebral, explicó Catherine Vidal en numerosos artículos, libros, videos y hasta ante el Parlamento francés, "ocupa los dos tercios de nuestro cerebro y concentra las tres cuartas partes de los sinapsis. Su superficie es diez veces más importante que la de los monos. De acuerdo a los especialistas de la evolución, fue esa extensión de la superficie del córtex cerebral la que permitió la aparición del lenguaje, del pensamiento reflexivo, de la consciencia, de la imaginación, que confieren al ser humano la libertad de elección en sus acciones y sus comportamientos".
El córtex es como un filtro. Los humanos actúan con estrategias inteligentes, representaciones mentales, que no están influenciadas por las hormonas. Nuestro cerebro no está sometido a la ley de las hormonas como sí pasa con los animales.
¿A qué viene todo esto? Pues a explicar que entre los humanos, los "instintos" están controlados por el córtex cerebral, y por ende, por la cultura.
O sea (y esto es válido también para el nivel de testosterona de los varones, como lo expliqué en otra entrada), es inútil comparar los comportamientos animales y los comportamientos humanos: somos seres culturales ante todo.