Abro una nueva sección que llamo Contradicciones, pero que se podría llamar el juego de cara o ceca: cara, las mujeres pierden. Seca, no ganan...
Aquellas cosas que se exigen a las mujeres, pero que si las hacen, se las critica por hacerlas.
Por ejemplo:
- Se exige de ellas que estén perfectamente depiladas (piernas, pubis, axilas, cejas, etc.), arregladas, pintadas, peinadas con pelo largo.
Todas esas cosas llevan mucho, mucho, mucho tiempo.
Pero si lo hacen, se les critica porque tardan horas en prepararse.
- Se exige de ellas que no sean regaladas (sino son putas), no sean fáciles (sino son putas), no se acuesten la primera noche (sino son putas).
Pero si no se regalan, no son fáciles y no se acuestan la primera noche, son unas histéricas.
Y seguro que se me van a ocurrir muchos, pero muchos más ejemplos...
.
sábado, 29 de agosto de 2009
Contradicciones #1
lunes, 17 de agosto de 2009
Mujer-madre-médica, etc.
Cuantos estereotipos en esta publicidad...
El hombre es un idiota que nunca escuchó hablar de colesterol y estaría perdido sin su mujer.
La mujer tiene sabiduría sobre los temas relacionados con la salud, el cuidado, el cuerpo, porque sabemos que el hombre es lo intelectual y la mujer lo corporal (así es también cómo se justifica que sean las mujeres las que supuestamente saben "más" que los hombres acerca de los bebés: parece que viene en los genes, junto con el conocimiento innato sobre el uso del lavarropas y de la aspiradora).
Y por fin, en una pareja, la mujer cuida al hombre como si fuera su madre.
Como dice el maravilloso blog Observatorio Publicitario sobre Sexismo, que les recomiendo enfáticamente: "Que es una situación similar a las de la vida real, ya lo sabemos... Que es importante cuestionar ese modelo, también".
;
El hombre es un idiota que nunca escuchó hablar de colesterol y estaría perdido sin su mujer.
La mujer tiene sabiduría sobre los temas relacionados con la salud, el cuidado, el cuerpo, porque sabemos que el hombre es lo intelectual y la mujer lo corporal (así es también cómo se justifica que sean las mujeres las que supuestamente saben "más" que los hombres acerca de los bebés: parece que viene en los genes, junto con el conocimiento innato sobre el uso del lavarropas y de la aspiradora).
Y por fin, en una pareja, la mujer cuida al hombre como si fuera su madre.
Como dice el maravilloso blog Observatorio Publicitario sobre Sexismo, que les recomiendo enfáticamente: "Que es una situación similar a las de la vida real, ya lo sabemos... Que es importante cuestionar ese modelo, también".
;
jueves, 6 de agosto de 2009
Mirar debajo de las faldas de las chicas...
Un niño de cuatro, cinco, seis años, levanta la pollera de una niña para satisfacer su curiosidad.
¿Cuántas veces hemos presenciado este tipo de escena? ¿Y cuántos de nosotras o nosotros la hemos vivido?
Por lo general, los padres del niño se emocionan ante la precocidad o el atrevimiento de su progenitura.
A mí siempre me espantó la reacción complaciente de esos padres. En lugar de explicar al niño que lo que hizo está mal, se le premia con una sonrisa o una risa, que significan: "Lo que hiciste es divertido, es tierno, a los adultos nos causa gracia, seguí así".
¿Qué es lo que hizo ese niño? Sí, a esa edad, quiso simplemente satisfacer una legítima curiosidad de niño que empieza a preguntarse acerca de la diferencia biológica entre los sexos. No digo que sea un perverso o un delincuente. Pero, sin saberlo, lo hizo avasallando la intimidad de una niña. Y ahí es imprescindible que intervenga un adulto para explicarle que eso está mal, que no se pueden hacer esas cosas y que no se tiene que repetir en el futuro.
No critico el gesto del niño, que, a esa temprana edad, no lo hace pensando a mal. Critico la ausencia de reacción de los padres, que tendrían que aprovechar esta ocasión para explicar a su hijo que hay que respetar la intimidad de las personas, de todas las personas. Y también los padres de la niña tendrían que explicar a su hija que lo que hizo el varón está mal, que ella, si le molesta, tiene derecho a quejarse y defenderse cuando ocurren cosas así.
Claro que cuando una niña va a quejarse de que un varón le levantó la pollera, la reacción de los padres no tendría que ser: "Pero bueeeeno, no es graaaave, lo hizo sin pensar a mal, ¿cómo te va a molestar eso?", porque eso le daría la idea de que lo que pasó no es un abuso, que se tiene que someter a los atropellos de los varones a su intimidad sin chistar y que, en todo caso, no puede esperar ayuda de los adultos en casos como éste, cuando es muy importante explicar desde muy chiquita a una niña (y a un niño) que tiene derecho a la intimidad. Eso ayudaría mucho a luchar contra la pedofilia, si los niños y las niñas víctimas de abusos sexuales supieran desde chiquitos que nadie tiene derecho a avasallar su integridad sexual (por más que sea "solamente" una ojeada debajo de sus prendas) y sintieran que están en su derecho de denunciar las agresiones.
Tengo recuerdos muy vívidos de la bronca, la impotencia, la vergüenza, la humillación que sentía, de niña, cuando un niño me levantaba las polleras, cuando tenía 6 o 7 años y el uniforme escolar era, para las niñas, un vestido (otro motivo de discriminación: no se tiene la misma libertad de correr, trepar, jugar, con una pollera o un vestido que con un pantalón, cuando siempre se tiene miedo a que se levante, se vea la bombacha, etc.). A partir del momento en que cambié de colegio y se pudo elegir la ropa, recuerdo perfectamente haber preferido llevar pantalones para tener la libertad de movimiento que tienen los varones y para no correr el riesgo de que algún varón fuera a mirar debajo de mi falda.
Entonces, al sonreírnos ante un niño que levanta la pollera de una niña, al no explicarle que lo que hizo está mal, estamos enviándole como mensaje que tiene derecho a violar la intimidad de una chica, a no respetar su integridad física, a cometer acciones sobre una chica sin pedirle permiso. Si ningún adulto, en algún momento, interviene para hacer entender a ese niño que lo que hizo está mal y no lo tiene que repetir, ese niño crecerá con la impunidad de saber que los avasallamientos de la intimidad de las mujeres no está castigado, no está prohibido, es más, divierte a los adultos. Y las niñas crecerán con la idea de que su cuerpo es un objeto del que cualquiera puede disponer sin pedirle permiso.
No estoy diciendo que ese niño terminará siendo un violador, ni mucho menos.
Pero son esos minúsculos pero múltiples detalles que, acumulados, meten en la cabeza de los niños y las niñas que los varones tienen derechos sobre las mujeres. Esos minúsculos y múltiples detalles que no me canso de denunciar en este blog, que participan en la construcción de una mentalidad sexista, y por los que, sin embargo, me dicen constantemente que exagero y no debería calentarme.
No me canso de repetir que el sexismo es un sistema, y dentro de ese sistema, cada detalle cuenta, se trata de un engranaje en que cada pieza está íntimamente vinculada a la otra, y en que cada pieza hace que el sistema funcione.
Empezar a nombrar esas piezas, a reconocerlas, a designarlas y a sacarlas del sistema, permitirá, espero, modificar todo el sistema.
Volviendo a nuestros niños, ni hablar cuando se trata de niños más grandes o de adolescentes que juegan a levantar las polleras de las chicas: ya no lo hacen para satisfacer una legítima curiosidad de niño pequeño que va en búsqueda de explicaciones, sino para molestar deliberadamente a las chicas. A esos chicos que hacen eso a los 10, 11, 12 años, probablemente nadie les haya explicado, siendo muy niños, que se trata de una agresión.
A esos niños, con muchísima más razón, hay que dejar bien claro que lo que hicieron está mal, en lugar de mirarlos con ternura y decir: "Ay, esos chicos, qué precocidad..."
No veo qué tiene de tierno ser precoz en las agresiones.
.
¿Cuántas veces hemos presenciado este tipo de escena? ¿Y cuántos de nosotras o nosotros la hemos vivido?
Por lo general, los padres del niño se emocionan ante la precocidad o el atrevimiento de su progenitura.
A mí siempre me espantó la reacción complaciente de esos padres. En lugar de explicar al niño que lo que hizo está mal, se le premia con una sonrisa o una risa, que significan: "Lo que hiciste es divertido, es tierno, a los adultos nos causa gracia, seguí así".
¿Qué es lo que hizo ese niño? Sí, a esa edad, quiso simplemente satisfacer una legítima curiosidad de niño que empieza a preguntarse acerca de la diferencia biológica entre los sexos. No digo que sea un perverso o un delincuente. Pero, sin saberlo, lo hizo avasallando la intimidad de una niña. Y ahí es imprescindible que intervenga un adulto para explicarle que eso está mal, que no se pueden hacer esas cosas y que no se tiene que repetir en el futuro.
No critico el gesto del niño, que, a esa temprana edad, no lo hace pensando a mal. Critico la ausencia de reacción de los padres, que tendrían que aprovechar esta ocasión para explicar a su hijo que hay que respetar la intimidad de las personas, de todas las personas. Y también los padres de la niña tendrían que explicar a su hija que lo que hizo el varón está mal, que ella, si le molesta, tiene derecho a quejarse y defenderse cuando ocurren cosas así.
Claro que cuando una niña va a quejarse de que un varón le levantó la pollera, la reacción de los padres no tendría que ser: "Pero bueeeeno, no es graaaave, lo hizo sin pensar a mal, ¿cómo te va a molestar eso?", porque eso le daría la idea de que lo que pasó no es un abuso, que se tiene que someter a los atropellos de los varones a su intimidad sin chistar y que, en todo caso, no puede esperar ayuda de los adultos en casos como éste, cuando es muy importante explicar desde muy chiquita a una niña (y a un niño) que tiene derecho a la intimidad. Eso ayudaría mucho a luchar contra la pedofilia, si los niños y las niñas víctimas de abusos sexuales supieran desde chiquitos que nadie tiene derecho a avasallar su integridad sexual (por más que sea "solamente" una ojeada debajo de sus prendas) y sintieran que están en su derecho de denunciar las agresiones.
Tengo recuerdos muy vívidos de la bronca, la impotencia, la vergüenza, la humillación que sentía, de niña, cuando un niño me levantaba las polleras, cuando tenía 6 o 7 años y el uniforme escolar era, para las niñas, un vestido (otro motivo de discriminación: no se tiene la misma libertad de correr, trepar, jugar, con una pollera o un vestido que con un pantalón, cuando siempre se tiene miedo a que se levante, se vea la bombacha, etc.). A partir del momento en que cambié de colegio y se pudo elegir la ropa, recuerdo perfectamente haber preferido llevar pantalones para tener la libertad de movimiento que tienen los varones y para no correr el riesgo de que algún varón fuera a mirar debajo de mi falda.
Entonces, al sonreírnos ante un niño que levanta la pollera de una niña, al no explicarle que lo que hizo está mal, estamos enviándole como mensaje que tiene derecho a violar la intimidad de una chica, a no respetar su integridad física, a cometer acciones sobre una chica sin pedirle permiso. Si ningún adulto, en algún momento, interviene para hacer entender a ese niño que lo que hizo está mal y no lo tiene que repetir, ese niño crecerá con la impunidad de saber que los avasallamientos de la intimidad de las mujeres no está castigado, no está prohibido, es más, divierte a los adultos. Y las niñas crecerán con la idea de que su cuerpo es un objeto del que cualquiera puede disponer sin pedirle permiso.
No estoy diciendo que ese niño terminará siendo un violador, ni mucho menos.
Pero son esos minúsculos pero múltiples detalles que, acumulados, meten en la cabeza de los niños y las niñas que los varones tienen derechos sobre las mujeres. Esos minúsculos y múltiples detalles que no me canso de denunciar en este blog, que participan en la construcción de una mentalidad sexista, y por los que, sin embargo, me dicen constantemente que exagero y no debería calentarme.
No me canso de repetir que el sexismo es un sistema, y dentro de ese sistema, cada detalle cuenta, se trata de un engranaje en que cada pieza está íntimamente vinculada a la otra, y en que cada pieza hace que el sistema funcione.
Empezar a nombrar esas piezas, a reconocerlas, a designarlas y a sacarlas del sistema, permitirá, espero, modificar todo el sistema.
Volviendo a nuestros niños, ni hablar cuando se trata de niños más grandes o de adolescentes que juegan a levantar las polleras de las chicas: ya no lo hacen para satisfacer una legítima curiosidad de niño pequeño que va en búsqueda de explicaciones, sino para molestar deliberadamente a las chicas. A esos chicos que hacen eso a los 10, 11, 12 años, probablemente nadie les haya explicado, siendo muy niños, que se trata de una agresión.
A esos niños, con muchísima más razón, hay que dejar bien claro que lo que hicieron está mal, en lugar de mirarlos con ternura y decir: "Ay, esos chicos, qué precocidad..."
No veo qué tiene de tierno ser precoz en las agresiones.
.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)