Hace unos meses, recibí un comentario que no validé porque me pareció ofensivo. Sin embargo, me parece que refleja lo que muchas personas siguen pensando acerca de las diferencias entre hombres y mujeres:
Yo escucho el "sueño de amor" de Frank Lizst, y me digo: "Esto podrìa escribirlo una mujer?".
No. De ninguna manera, mujer. Sigue participando. Sigue aprovechándote de la única ventaja que la vida te ha dado : Ser madre.
No quieres serlo? No sirves.
Más allá de la estupidez manifiesta de la persona que escribió esto (me encanta cuando tipos tontos de remate hablan de la incapacidad de las mujeres...), me recordó conversaciones que tuve con muchos jóvenes que apenas tienen educación y cero cultura general, y ven la realidad sin pasar por el filtro del conocimiento: hay más hombres genios que mujeres genias.
Y lo peor de todo, es que me topé con personas mucho más educadas y mucho más inteligentes, que tenían más o menos el mismo discurso: la genialidad es masculina, prueba está que los mayores inventores, científicos, músicos, escritores, artistas, son varones. Y su corrolaria: los hombres están hechos para tareas nobles, creativas, intelectuales, y las mujeres, para tareas más terrenales y reproductivas.
Esas personas no le tienen miedo a la contradicción: por un lado consideran que ser sensible es una cualidad femenina, pero por el otro sostienen que una mujer nunca podría haber creado "El sueño de amor" de Franz Liszt (y de paso corrijo la ortografía del nombre).
Para esas personas, algunos datos para tomar en cuenta:
Durante mucho tiempo, y estamos hablando de hasta hace solamente cien años, la educación fue vedada a las mujeres. No podían ir a la escuela ni a las universidades.
Cuando se empezaron a incorporar las niñas a la educación, fue para enseñarles a ser buenas esposas. Por ejemplo, en España, a principios del siglo XIX, se establecen escuelas públicas, "en que se enseñe a la niñas a leer y a escribir, y a las adultas las labores y habilidades propias de su sexo". La idea es formar buenas madres de familia con buenos valores morales.
En 1857, la ley Moyano, en vigor hasta 1970, precisaba todavía:
"En las enseñanzas elemental y superior de las niñas se omitirán los estudios de que tratan el párrafo sexo del artº 2º ["Breves nociones de Agricultura, Industria y Comercio"] y los párrafos primero y tercero del artº 4º ["Principios de Geometría, de Dibujo lineal y de Agrimensura" y "Nociones generales de Física y de Historia Natural"], reemplazándose con:
Primero. Labores propias del sexo
Segundo. Elementos de Dibujo aplicado a las mismas labores
Tercero. Ligeras nociones de Higiene doméstica"
Repito que esa ley estuvo en vigor hasta 1970.
Para la Iglesia católica, el fin de la educación de las mujeres era únicamente en pos de la cohesión de la familia.
Las mujeres han sido mantenidas en la ignorancia durante siglos, hasta hace muy poco tiempo, limitando su educación a las "labores propias de su sexo", es decir, las tareas domésticas y el cuidado de lxs niñxs. Y hoy en día, hay gente que tienen el cinismo de decir que el problema con las mujeres, es que no han estado a la altura de los varones en cuanto a descubrimientos científicos, inventos o creación...
Para resumir, es un poco como si se reprochara a lxs esclavxs negrxs no haber sido capaces de hacer otra cosa que cosechar la caña (bueno, seguro que existió gente para pensar eso).
Hoy en día, aunque las mujeres ya puedan ir a la escuela, a la universidad o votar (hablo de los países occidentales, claro, no es el caso en todo el mundo),
las dificultades siguen siendo mayores para ellas que para ellos en el mundo laboral. Por la eterna discriminación sexual, pero también por los estereotipos restrictivos, las presiones que las mujeres siguen recibiendo para ser lindas, coquetas, "femeninas" (y que insume
un tiempo valioso,
tiempo que los varones tienen para desarrollar su genialidad), y por el hecho de que
las tareas domésticas y la crianza de lxs hijxs sigue recayendo sobre ellas en gran medida.
Las mujeres representan más del 55% de lxs estudiantes en la universidad. O sea, tienen hoy día el mismo nivel de educación que los varones. Se podría pensar, entonces, que en el mundo laboral, la paridad continúa. Sin embargo, no es el caso. El buen desempeño en la universidad no garantiza que las mujeres tengan acceso a los mismos trabajos y tengan las mismas carreras que los varones, por las desigualdades de condiciones.
Está comprobadísimo que casarse y tener hijxs beneficia la carrera de los varones, y traba, frena y dificulta la de las mujeres.
Para un varón, está bien visto en su empresa que tenga una familia: demuestra que es alguien estable, responsable, maduro. Para una mujer, es la cuasi garantía de que no progresará en la empresa y en su profesión, porque lxs empleadores supondrán que se ausentará más seguido, pedirá licencias por maternidad y no rendirá como un varón.
En todo caso,
aquí tienen una lista de mujeres escritoras por nacionalidad. Y
aquí, de mujeres científicas (ambas en inglés).
Porque ése es otro tema: las pocas mujeres que lograron sobreponerse a las dificultades y desarrollar su genialidad no han tenido el lugar que se merecían en las clases de historia, literatura o arte. Siempre se ha privilegiado a los autores masculinos, por ejemplo. Los autores femeninos están catalogados, como mucho, en la categoría "literatura femenina", como si hubiera un solo tipo de mujer y un solo estilo femenino (por eso me revientan los ciclos "las mujeres y el cine" o "la literatura femenina", como si pudiera haber un ciclo "los varones y el cine"... Esta es otra prueba de que los varones son la norma, lo general, y las mujeres, lo satelital, lo "otro", la alteridad).
Por último, dejo la palabra a
Simone de Beauvoir (una escritora de la que muchas veces se dijo que era más genial que su pareja, Jean-Paul Sartre, pero por supuesto, él es mucho más conocido que ella), en su monumental obra
El Segundo Sexo (1947), que sentó las bases del feminismo moderno:
Los logros personales son casi imposibles en las categorías humanas a las que se mantiene colectivamente en una situación inferior. "¿Adónde se supone que podemos ir con esas faldas?", preguntaba Marie Bashkirtseff. Y Stendhal: "Todos los genios que nacen mujer están perdidos para la dicha del público". A decir verdad, no se nace genio: se hace; y la condición femenina hizo que hasta ahora este devenir fuera imposible.
Los antifeministas sacen del análisis de la historia dos argumentos contradictorios: 1º las mujeres no han creado nunca nada grande; 2º la situación de la mujer nunca ha impedido el desarrollo de grandes personalidades femeninas. En esas dos afirmaciones hay mala fe; los logros de algunas privilegiadas no compensan ni excusan el rebajamiento sistemático de su nivel colectivo; y el hecho de que estos logros sean escasos y limitados prueba precisamente que las circunstancias les fueron desfavorables. Como lo dijeron Christine de Pisan, Poulain de la Barre, Condorcet, Stuart Mill, Stendhal, la mujer nunca tuvo oportunidades en ningún campo. Por eso hoy, muchas reclaman un nuevo estatus; y nuevamente, su reivindicación no es el ser exaltadas en su femeneidad: quieren que en ellas mismas como en el conjunto de la humanidad la trascendencia se imponga sobre la inmanencia; quieren por fin que se les otorguen los derechos abstractos y las posibilidades concretas sin la conjugación de los cuales la libertad sólo es una mistificación (*). Esta voluntad está camino a cumplirse. Pero el período que estamos atravesando es un período de transición; este mundo que siempre perteneció a los varones todavía está entre sus manos; las instituciones y los valores de la civilización patriarcal sobreviven en gran parte. Los derechos abstractos están lejos de serles reconocidos a las mujeres en todos lados: en Suiza, siguen sin poder votar; en Francia, la ley de 1942 mantiene bajo una forma atenuada las prerrogativas del esposo. Y los derechos abstractos, lo acabamos de decir, nunca fueron suficientes para garantizar que la mujer pueda tener una toma concreta del mundo: entre los dos sexos, aún no hay hoy en día una verdadera igualdad.
(*)Aquí también los antifeministas juegan con un equívoco. De pronto, y desconsiderando la libertad abstracta, se exaltan acerca del gran papel concreto que la mujer sometida puede desempeñar en este mundo: ¿qué es lo que reclama? Pero, del mismo modo, desconocen el hecho de que la licencia negativa no abre ninguna posibilidad concreta, y reprochan a las mujeres abstractamente liberadas el no haber demostrado lo suyo.
(Más de este texto aquí)
Este texto fue publicado en 1949. Desde entonces, las mujeres han obtenido el derecho de voto, las leyes que subordinaban a las mujeres a sus esposos han desaparecido. Pero si bien la discriminación ya no es legal,
sigue existiendo de hecho. Estamos lejos, muy lejos, de haber alcanzado la igualdad que Simone de Beauvoir ansiaba tanto hace 60 años...