Es una excelente noticia: el Parlamento europeo publicó un manual de estilo y uso de la lengua para que no sea sexista. Se propone erradicar al masculino -falsamente- neutro y utilizar términos que no impliquen un género. Por ejemplo, en lugar de "los argentinos", se propone "el pueblo argentino".
No puedo más que alegrarme por esta noticia.
Pero algunos periodistas de Clarín, para variar, se ganan el premio al sexismo al informar de esta noticia. A la persona que escribió la nota desde Bruselas, visiblemente el manual le parece una perfecta boludez. La nota, escrita en tono de burla, está llena de ironía, del tipo:
"La lucha contra la discriminación puede provocar sorpresas"
o
"Otros ejemplos parecen, a primera vista, contrarios a las normas básicas del buen uso del lenguaje. En lugar del sencillo, comprensible y corto "los médicos", el manual aconseja usar "personas que ejercen la medicina"."
o
"Los consejos llegan hasta el punto de pedir que "fireman" (bombero, en inglés) se cambie por "firefigther" (el que lucha contra el fuego)."
Y termina por el magnífico: "Claro que en los países que van un paso atrás de los europeos se podría objetar que hay otras cuestiones más urgentes que resolver: violencia machista, trata de blancas, desigualdad salarial, entre otras."
Nuevamente, ¿en qué un manual de idioma no sexista impide que se luche también contra la violencia machista, la trata de "blancas" (mejor dicho de mujeres) y la desigualidad salarial? ¿Por qué una cosa impediría la otra? Y como si, aparte, esos problemas no existieran en los países europeos...
Por suerte, para contrarrestar el tono burlón de la nota, se publicó una columna de opinión de un psicoanalista, Norberto India, que resume la situación real:
No puedo más que alegrarme por esta noticia.
Pero algunos periodistas de Clarín, para variar, se ganan el premio al sexismo al informar de esta noticia. A la persona que escribió la nota desde Bruselas, visiblemente el manual le parece una perfecta boludez. La nota, escrita en tono de burla, está llena de ironía, del tipo:
"La lucha contra la discriminación puede provocar sorpresas"
o
"Otros ejemplos parecen, a primera vista, contrarios a las normas básicas del buen uso del lenguaje. En lugar del sencillo, comprensible y corto "los médicos", el manual aconseja usar "personas que ejercen la medicina"."
o
"Los consejos llegan hasta el punto de pedir que "fireman" (bombero, en inglés) se cambie por "firefigther" (el que lucha contra el fuego)."
Y termina por el magnífico: "Claro que en los países que van un paso atrás de los europeos se podría objetar que hay otras cuestiones más urgentes que resolver: violencia machista, trata de blancas, desigualdad salarial, entre otras."
Nuevamente, ¿en qué un manual de idioma no sexista impide que se luche también contra la violencia machista, la trata de "blancas" (mejor dicho de mujeres) y la desigualidad salarial? ¿Por qué una cosa impediría la otra? Y como si, aparte, esos problemas no existieran en los países europeos...
Por suerte, para contrarrestar el tono burlón de la nota, se publicó una columna de opinión de un psicoanalista, Norberto India, que resume la situación real:
La noticia puede parecer divertida, pero tiene una importancia considerable. A veces nos olvidamos que la lengua no sólo describe realidades, sino que produce realidades. Esto es que cada vez que nombramos estamos conformando lo que nombramos. El lenguaje tiene un valor performativo, constitutivo, hacemos cosas con las palabras. Y el peligro, claro, es la naturalización, el hecho de que hay un continuo entre las palabras y las cosas. Nada más lejano: las palabras son tan arbitrarias como determinantes. Los discursos brindan modelos y soluciones, creencias y valores, que colocan dicotómicamente a varones y mujeres. Cuando nos dirigimos a una mujer, usamos cortésmente los términos "señora" o "señorita". Para el varón sólo contamos con el vocablo "señor", por fuera de su estado civil. Abonamos en automático la creencia de que la subjetividad del varón es autónoma, mientras que a la mujer le viene por su relación con el varón. El lenguaje es androcéntrico y produce el paradigma "ordenador" del hombre como eje y la mujer como satélite. Pero el sexismo lingüístico también ha simplificado y perjudicado a los varones: quedar del lado de la norma y de lo general, obstaculiza enormemente la propia indagación. Cuando nos dijeron "los hombres no lloran" también -como con las mujeres- amputaron trayectorias y devenires más complejos. Bienvenida esta alerta sobre la lengua que nos produce.
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7 comentarios:
Menos mal! te digo que a pesar de todo yo tengo mas confianza en los jóvenes que el los adultos, ellos ya escriben con @ cada vez que se refieren a alguna palabra que se dirije tanto a un hombre como a una mujer.
Hola! Te dejo un artículo que salió hoy en el diario Crítica que es un claro ejemplo del sexismo todavía muy vigente:
"Límpielo todo y limpie contenta. Éste podría ser el eslogan de venta de “101 canciones para el trabajo en la casa” (101 Housework Songs), un compact que salió a la venta en Inglaterra como regalo posible para las madres, que mañana festejan su día en el Reino Unido. El CD, vendido por la cadena de supermercados Sainsbury’s, promete “barrer con la tristeza de la limpieza” y “hacer divertido el trabajo del hogar”; compila una infinidad de temas muy alegres para que las amas de casa frieguen los pisos felices –entre ellos, “I Want to Break Free” (Quiero ser libre), de Queen–; y, sobre todo, incluye una visión del universo femenino que puso en pie de guerra no sólo a las feministas inglesas, sino a cualquier mujer con una pizca de amor propio."
http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=21624
Un abrazo.
Solo una aclaración: no es cierto que en castellano no exista un equivalente para "señorita". Es "señorito" y efectivamente hace referencia al varón soltero. Lo que sucede es que ha caído en desuso. Lamento que el psicoanalista base su análisis en un error por desconocimiento del idioma.
En cuanto a mi opinión sobre el Manual, no me parece una boludez, pero sin duda habría que leerlo atentamente antes de juzgar. Sin que la idea en sí sea boluda, pueden sugerirse dentro muchas boludeces, como en todas las cosas.
Saludos
Hendrix, creo que está claro que estamos hablando del uso de la lengua, y no de la existencia de tal o cual palabra.
En ningún formulario administrativo vas a ver las opciones "señor" o "señorito".
Por lo demás, según el diccionario de la Real Academia, si bien la palabra señorita, en una de sus acepciones, designa a la mujer soltera, no es el caso de la palabra señorito, en ninguna de sus tres acepciones (1- Hijo de un señor, o de una persona de representación. 2- Amo, con respecto a los criados. 3- Joven acomodado y ocioso).
O sea, no existe una palabra para designar al hombre soltero. Y es exactamente lo que dice el autor del texto del que hablamos.
Busquen verdulero y comparen con verdulera en el diccionario de la RAE.
Ningun idioma es sexista, la gente lo es; pero para resolverlo no es necesario distorsionar o desnaturalizar el idioma.
por cierto he visto formularios que utilizan caballero en vez de señor.
Mi mejor amiga tuvo un hijo y una hija. Desde que nacieron, usó sistemáticamente los dos géneros para hablar de gente en general, aun cuando no existía la palabra: "los bomberos y las bomberas", "los escritores y las escritoras", "los ministros y las ministras", etc.
Resultado: hoy día, este niño y esta niña no soportan que la gente se olvide de las mujeres en el lenguaje. Me han llegado a corregir a mí mientras estaba hablando, porque hablabam por ejemplo, de "los peatones" y no había mencionado a "las peatonas".
El lenguaje no solamente describe la realidad: también participa en su construcción. Visibilizar a las mujeres en el lenguaje es una manera, también, de visibilizarlas en la vida.
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